La inflación y sus causas. Análisis de las políticas viables para contenerla por Alejandro Rofman
- INFLACION: CONCEPTOS BASICOS.
Se entiende por inflación al aumento generalizado de precios de los bienes y servicios de una economía nacional. El aumento d e los precios en la economía de un país es el movimiento más habitual de los mismos ya que, ocasionalmente, se verifican caídas de los mismos (deflación) pero por periodos breves y específicos.
Los incrementos de los precios suelen tener lugar dado que es habitual que se verifiquen desajustes entre la capacidad de la oferta de los bienes y servicios en responde a cambios positivos en las demanda de los consumidores. Este desajuste logra superarse en el tiempo, cuando la oferta alcanza a satisfacer el mayor consumo, pero el proceso tiende a repetirse de modo continuo aún en las estructuras económicas mejor organizadas
Entonces, los precios que se han incrementado tienden a estabilizarse, pero en un nivel superior.. Sin embargo, nunca ocurre que el proceso de determinación de los precios observe un recorrido fluido, sin movimientos bruscos ni alteraciones significativas en el tiempo. En las economías capitalistas desarrolladas, donde el sistema productivo está muy bien organizado, los procesos inflacionarios son de escasa magnitud en épocas normales .Fluctúan, por lo general, entre 2 a 3 % anual. Estos valores, considerados “adecuados”, experimentan alteraciones recurrentes cuando factores internos y externos, producto de los frecuentes desequilibrios de dichas economías (ciclos), afectan la determinación de los precios. Para el caso argentino, cuya estructura económica está crecientemente concentrada, con el peso de una singular intermediación que genera distorsiones en la marcación de precios y cambios acentuados en la dirección de las principales variables económicas, la estabilidad sustentable en el tiempo casi nunca fue alcanzada .Por el contrario, el alza de precios, en el último medio siglo tuvo picos muy elevados, con descensos posteriores que nunca fueron permanentes y estables.
Es por ello que nos proponemos explicitar los diferentes tipos de movimientos de precios en la Argentina de los últimos sesenta años a fin de analizar su relación con el perfil de nuestra estructura productiva.
A continuación, haremos mención a una cuestión que nos parece fundamental. De acuerdo al análisis histórico realizado, es posible tener un acentuado crecimiento económico, con pleno empleo, incremento del salario real y distribución crecientemente equitativa del ingreso en coexistencia con procesos inflacionarios Moderados (entre 8 a 15 % anual) . Y, agregaremos finalmente, ¿Cuál sería el nivel de inflación que efectivamente provoca crisis económica y social y generalizado empobrecimiento colectivo a la luz de nuestras experiencias históricas?
Cerramos este texto con una descripción de las medidas de política económica que consideramos apropiadas para que el incremento d e los precios se mantenga en un nivel tal que una estrategia de desarrollo con justicia distributiva pueda ser llevada adelante en forma exitosa.
II TIPOS DE INFLACION EN LA ARGENTINA CONTEMPORANEA.
En la Argentina de los últimos 60 años tuvieron lugar al menos cuatro procesos inflacionarios diferentes, que van a ser brevemente caracterizados seguidamente, junto a los perfiles de los respectivos regímenes de acumulación que los originaron.
TIPO 1. DEFLACION
En escasos años del periodo considerado, el índice de precios exhibió valores de variación negativos. Ello ocurrió en los tres años del final de la Convertibilidad (1999, 2000 y 2001).La causa de tal comportamiento se debió a la persistente crisis económica que ya se había desatado, con caída de la demanda, reducción de salarios y de jubilaciones ,aumento persistente del desempleo, la pobreza y la indigencia, etc. Estos procesos negativos deprimieron el consumo frente a lo cual la reacción de muchos formadores de precios fue la de bajar los precios para poder comercializar sus bienes y servicios. A ello cooperó, además, la persistencia de la fuerte reducción arancelaria de la política de apertura económica y el mantenimiento de un ficticio tipo de cambio muy bajo, que estimularon la reducción de numerosos precios de bienes y servicios dispuesta por los empresarios para poder competir con los productos importados. Es decir, la deflación no fue una bendición sino el reflejo de una política económica socialmente regresiva y destructora de nuestro empresariado nacional.
TIPO 2. INFLACION REDUCIDA.
Consiste en el proceso inflacionario que produjo tasas reducidas de incremento de precios, en algún modo de nivel similar a la habitual en los países “centrales”. También se verificaron en escasas oportunidades, tales como el bienio 1953-1954, en el bienio l967-68 y en los años de consolidación de la estrategia de la Convertibilidad (1994-1998), con fluctuaciones entre 0,2 y 9 %. O sea tasas de un dígito.
En todos los casos fueron experiencias aisladas, sin puntos en común, frágiles en cuanto a su consistencia y capacidad de perdurabilidad y obedeciendo a situaciones coyunturales de muy difícil repetición. Un solo dato es remarcable. En los tres casos a que se hizo referencia, coexistieron con breves periodos de crecimiento económico, en los que, por causas políticas o macroeconómicas, se instrumentaron decisiones de neto corte intervencionista estatal, con inflaciones contenidas que explotaron en poco tiempo. En síntesis .No pueden ser asumidas para el futuro por carecer de sustentabilidad.
TIPO 3. INLFACION MODERADAMENTE ALTA
Aquí incluimos los casos más repetidos. Se trata de procesos anuales de crecimiento de precios que coexistieron con periodos de bonanza económica y social, con tasas de inflación que fluctuaron entre el 10 al 40 por ciento por año. Se trata de los lapsos entre 1947 y 1952, desde 1955 a 1967, entre 1970 y 1974, para recién retomarse en un año de vigencia del Plan Austral, en los 80 y al inicio de la Convertibilidad.
Fue en la primera presidencia de Perón donde se registraron los más importantes avances económicos y sociales de la época (1946-1951) y en el periodo 1963-1974, cuando se logró el lapso de mayor duración de muy favorables indicadores económicos y sociales, tales como crecimiento del PBI, del salario real y del empleo.,con signos altamente positivos sin solución de continuidad. Estos auspiciosos comportamientos globales coincidieron temporalmente con este tipo de inflación “moderadamente alta”, para los patrones argentinos. Fue en ambas etapas donde hubo pleno empleo, muy importante valor del salario real (dos veces y media el actual), un franco proceso de sustitución de importaciones con desarrollo industrial pujante y muy bajos índices de pobreza (el primero estimado en 1970 no llegaba al 8 % de la población total).Se debe concluir que el desempeño económico-social muy satisfactorio convivió sin conflictos con incrementos anuales de precios entre 20 y 40 %.
TIPO 4. HIPERINFLACION O DESCALABRO ECONIOMICO GENERALIZADO
El cuarto tipo nos presenta el panorama menos deseable y más traumático. Se experimentaron fuertes desajustes internos, con alzas enormes de precios, caída del salario real, desempleo creciente e, incluso, conflictos violentos callejeros (saqueos) y sustituciones de gobiernos constitucionales de tipo traumático.
Se trata de experiencias hiperinflacionarias, que llevaron los niveles de precios a tres o más dígitos anuales, como en 1959( luego de una drástica devaluación), en 1975-79 (antes y después del Golpe de la Dictadura Militar, con devaluaciones gigantes),durante gran parte de los 80, (con cambios de gobierno traumáticos, guerra de las Malvinas, presión de la Deuda Externa, etc.), para cerrar con la violenta suba de precios entre 1989 y 1991 (golpe de mercado a Alfonsín, preanuncio de la Convertibilidad). La caída estrepitosa de la citada Convertibilidad, con una devaluación de más de 3a 1 y el derrumbe de cinco gobiernos, coincidente con una nunca antes visto crisis social y la singular contracción del consumo, impidió un alza de los precios compatible con el tamaño de la devaluación. Pero, de cualquier modo, llegó a más del 50 % en el año 2002.
¿Cómo interpretar estos diferentes ritmos inflacionarios y pretender encontrarles justificativos o causas en el marco de las teorías económicas en boga? Hemos planteados los escenarios globales. Pero, aún con ellos en el trasfondo de la explicación cabe interrogarse sobre cómo se interpretaron estos procesos inflacionarios por los teóricos de la Economía.
Dos corrientes de pensamiento prevalecieron y aún lo hacen. La de los economistas ortodoxos, fervientes partidarios de dejar jugar las libres fuerzas del mercado, que siempre calificaron al proceso inflacionario como nocivo y perverso si superaba el 10 % anual. Y atribuyeron todos los desmadres vistos a excesos de demanda y de emisiones monetarias, a la intervención estatal en la economía y a la falta de disciplina fiscal, con excesivo gasto público que obligaba a la emisión monetaria descontrolada. La realidad es que en base a este enfoque, la única solución para parar la inflación es “ENFRIAR LA ECONOMIA”.
La devaluación, antes de 1976, favorecía a la agro-exportación y era el caballito de batalla para convencer a todos que disminuir el salario, por el aumento de precios que desataba el proceso de modificación del tipo de cambio era favorable. Así caía el consumo, se reducía el déficit fiscal y se favorecía a los que vendían al exterior La inflación desatada iba progresivamente reduciendo el beneficio de la devaluación y, al mismo tiempo, el margen positivo para las ventas al exterior hasta que venia la próxima devaluación .Cualquier política interna de apoyo a la producción nacional, al salario, al empleo y al consumo reducía el margen favorable adquirido por la devaluación .La consigna de guerra de los ortodoxos era TIPO DE CAMBIO ALTO para tener mejores ingresos derivados de la agro-exportación.
Después de 1976, la receta cambió. El predominio del capital financiero exigía a rajatabla eliminar la inflación y llegar, incluso, a la deflación. De este modo los capitales que entraban tenían certeza de que no se iban a perjudicar por el deterioro de los precios cuando quisiesen salir nuevamente del país pues recomprar las divisas con los pesos puestos a elevadas tasas de interés no achicaba las ganancias financieras. El negocio financiero implicaba garantizar estabilidad de precios. El Ajuste no solamente debía asegurar el Pago de la Deuda, luego de 1982, mediante el saldo fiscal favorable, sino también altas tasas de interés en los bancos .La “ tablita” de Martínez de Hoz inauguró ese ciclo estabilizador .La Convertibilidad con el tipo de cambio fijo y atrasado le dio su broche de oro.
Nunca en este enfoque aparecía la sociedad de clases, los actores sociales, los monopolios formadores de precios, etc. Todo era manejo de variables macro para deprimir el mercado interno y no provocar demanda inflacionaria. Así nos fue.
El enfoque alternativo surge hacia fines de los 60 y se origina en la escuela estructuralista de CEPAL .Ese enfoque, que compartimos, parte de una visión contrapuesta a la anterior.
El basamento del análisis respectivo expresa que en una sociedad determinada, como la Argentina, la estructura económica, basada en el sistema capitalista de carácter periférico, es profundamente heterogénea, con actores sociales de muy desigual poder de decisión en su seno y con sectores productivos que poseen intereses contrapuestos y dinámicas de acumulación diferenciadas.
Por ende, es preciso reconocer que cualquier toma de decisiones de los actores sociales de mayor poder estará siempre orientada a maximizar su tasa de ganancia, por lo que su gestión en el mercado será agresiva en torno a alcanzar tal meta en el menor lapso posible. En ese sentido, quienes tienen mayor poder negociador en el mercado, dada la estructura económico-social vigente- son aquellos que detentan posiciones oligopólicas o monopólicas en el mercado.
En síntesis .Fijar precios es una opción fundamental para los que controlan segmentos del mercado en tanto, actores sociales dominantes. Los de menor tamaño o poder negociador, los actores sociales subordinados, estarán condicionados por el accionar de los dominantes.
El proceso de fijar precios, entonces, no es una resultante del libre juego de las fuerzas del mercado en plena competencia y como respuesta a señales de la política macroeconómica sino un juego de poder, donde se impone el que mayor cuota del mismo acumula.
En este caso, cuando la actividad económica estimula la demanda y el consumo, la puja entre los actores sociales por apropiarse de excedente, vía precios, se estimula dado que existen posibilidades firmes de ocupar creciente espacios dentro del mercado. Se plantea, así, una verdadera disputa de tipo distributivo, donde el precio del bien o servicio es clave para segurar, a quien lo puede fijar arbitrariamente y sin control externo del Estado, la ansiada elevación relativa de su tasa de ganancia.
Si este enfoque es correcto- e insistimos que lo compartimos- aparecen justificados los incrementos de precios que acompañan periodos de fuerte crecimiento económico y redistribución progresiva del ingreso, tal como lo puntualizamos precedentemente. Este último proceso, ampliamente beneficioso para los sectores populares, fue alcanzado en varios períodos luminosos para la historia social argentina, coincidentes con tasas de inflación entre le 20 al 40 % anual. Y nadie se escandalizaba ni reclamaba porque el sistema garantizaba la continuidad de la política de mejora de calidad de vida de la mayoría de la población.
Claro está que lo ideal sería que el necesario movimiento de precios relativos producto de la puja distributiva, que incluye el reclamo de los trabajadores activos y pasivos por el reajuste de sus ingresos para no perder frente a la inflación, sea de la menor magnitud posible. A ello apuntan estas sugerencias de políticas concertadas desde el Estado (que no son exhaustivas) para moderar, al máximo, la suba de precios en condiciones macroeconómicas internacionales estables .Si esto último no ocurriese se tendrían que adoptar medidas complementarias al respecto.
Por ultimo, el contexto internacional juega un rol fundamental a favor o en contra de la estabilización de precios internos. Allí, es preciso reconocer que los bienes-salario que consumimos en alta proporción tienen estrecha vinculación, en cuanto a sus precios, con las cotizaciones internacionales, de las cuales es preciso despegarse.
Debe resultar totalmente en claro, a esta altura del análisis, que no hay ninguna contradicción entre crecimiento económico con incremento sustancial de la calidad de vida de la población y precios moviéndose en torno a valores de aumento reducidos o moderados.
III POLITICA ECONOMICA DE CONTROL DE LA INFLACION EN PERIODOS DE BONANZA SOCIAL Y ECONOMICA
Enunciados generales a enriquecer y ampliar:
1. Desacople de la variación de los precios internacionales de los bienes-salarios de los vigentes internamente mediante políticas tributarias que capten rentas extraordinarias o diferenciales de precios de los productos de consumo masivo que se exportan y que no tienen en cuenta sus costos internos de producción
2. Establecimiento de una estructura estatal de regulación de precios-tal como lo fue la Junta Nacional de Granos- que garantice valores remunerativos para nuestros productores primarios, en especial los de menor tamaño, que formalice subsidios cruzados para favorecer a éstos con financiamientos obtenidos por las imposiciones a las rentas extraordinarias de los segmentos medianos y grandes de la actividad del agro.
3. Seguimiento de los márgenes de rentabilidad de las distintas etapas que componen las cadenas productivas a fin de concertar precios, bajar costos, eliminar estructuras de intermediación innecesarias, limitar el poder de mercado de los monopolios u oligopolios y crear mecanismos de salida a la producción regional de productos de primera necesidad que se conecten directamente con los consumidores. Políticas activas para eliminar intermediación especulativa. Políticas activas de promoción ala producción de bienes de consumo masivo
4. Fomento de formas asociativas de producción, comercialización y consumo de bienes de primera necesidad, estimulando a productores y demandantes de bienes y servicios a organizarse para bajar costos , obtener equipamiento y tecnología a precios accesibles y avanzar en la supresión de los procesos de intermediación que explotan a los más débiles integrantes de las cadenas productivas.
5. Intervención directa del Estado en la provisión solidaria de bienes públicos, en asociación con trabajadores y consumidores, que eliminen la figura de la organización capitalista en la producción y oferta de tales bienes y la obtención de lucro en dichas actividades de servicio a la comunidad. Incluir no solamente los servicios públicos básicos, sino medicamentos, alimentos necesarios para una adecuada política de seguridad alimentaria, educación, vivienda, etc. El Estado debe intervenir directamente organizando estructuras de producción sin fines de lucro.
Dirección de mail economia.carta.abierta@gmail.com
Blog: www.comision-economia.com.ar
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