Arena salada. Sobre la refundación del capitalismo de Londres a L’Aquila
La tragedia de L'Aquila condensa, como una poderosa metáfora, rasgos esenciales de la crisis capitalista: máximo beneficio a costa del máximo riesgo, codicia sin límites, ausencia de regulación...
Jónatham F. Moriche | Para Kaos en la Red | 23-4-2009 | 73 lecturas
www.kaosenlared.net/noticia/arena-salada-sobre-refundacion-capitalismo-londres-laquila
Hay acontecimientos que parecen resumir, en un sólo trazo, el complejo signo del tiempo histórico en que tienen lugar. El terrible terremoto que hace pocas semanas ha sacudido el mezzogiorno italiano se ha convertido en uno de ellos. Cuando aún no habían sido rescatados los cuerpos de muchas de sus 300 víctimas mortales, una escalofriante revelación empezó a vislumbrarse entre la angustia, el dolor y los escombros. La región está catalogada como de alto riesgo sísmico, y existe una rigurosa normativa de edificación destinada a minimizar el impacto de los seísmos. Pero esa normativa no se ha cumplido, y decenas de personas han muerto por ello. Como han constatado los equipos de emergencia durante las tareas de rescate, en la construcción de muchos inmuebles se ha empleado arena de playa para abaratar costes y maximizar beneficios. Arena salada que ha ido corroyendo la estructura de los edificios hasta convertirlos en esas frágiles casitas de barro que el terremoto ha desbaratado de un sólo manotazo.
Esta tragedia de L'Aquila condensa, como una poderosa metáfora, muchos de los rasgos esenciales de la masiva crisis capitalista que atravesamos: máximo beneficio para unos pocos a costa del máximo riesgo para todos, codicia sin límites y completo desprecio por sus consecuencias sociales, ausencia de mecanismos regulatorios y control institucional o ciudadano... La arena salada con que se ha levantado el sistema económico neoliberal han sido las hipotecas basura, los fondos de alto riesgo, las burbujas especulativas, el secreto bancario, la ingeniería financiera, el fraude tributario, los paraísos fiscales, los mercados de futuros... El entero edificio de la globalización neoliberal se ha construído con esos materiales corrosivos, y por eso la reacción en cadena iniciada en el mercado hipotecario norteamericano se ha propagado, como un incendio de verano, primero hacia el resto del sector financiero, luego hacia la economía real, el consumo, la producción y el empleo, y ahora empieza a sacudir la estabilidad social, política y cultural de muchas naciones del planeta.
Pero no se detienen ahí las analogías. Desde hace décadas, las familias mafiosas italianas han extendido sus tentáculos hacia el sector de la construcción. Valiéndose de la intimidación o el soborno, los mafiosos se han saltado la normativa de seguridad y han edificado viviendas e infraestructuras con arena salada y cemento mezclado con residuo plástico, condenando a la catástrofe a los habitantes de Los Abruzzos. Ahora, los alcaldes de las poblaciones afectadas y algunas voces valientes de la sociedad civil, como el periodista Roberto Saviano, piden medidas extraordinarias para evitar que esas mismas mafias vuelvan ahora a lucrarse reconstruyendo, otra vez con arena salada, los mismos pueblos que su avaricia ha devastado. Una reivindicación que, respecto a la crisis económica mundial, y a la vista por ejemplo de la pasada cumbre del G-20, debiéramos hacer urgentemente nuestra el resto de habitantes del planeta. ¿Por qué?
Por ejemplo, porque Paul Myners, a quien el primer ministro británico Gordon Brown ha encomendado la lucha contra la evasión fiscal (y de paso, nombrado miembro de la Cámara de los Lores) resulta haber presidido una boyante empresa de servicios financieros domiciliada en un paraíso fiscal, que obtuvo en 2007 unos beneficios de casi 500 millones de euros (de los que, por supuesto, no dejó un miserable penique en impuestos en las arcas públicas británicas) y de la que recibía un sueldo de unos 200.000 euros anuales, más opciones sobre acciones y primas extraordinarias.
El esperadísimo Barack Obama no acudió a Londres mucho mejor acompañado que Brown. El presidente de su Consejo de Asesores Económicos, Lawrence Summers, cobró durante 2008 unos 8 millones de dólares como ejecutivo de fondos de alto riesgo y conferenciante a sueldo de una serie de corporaciones cuyos nombres nos resultan a estas alturas muy familiares: Citigroup, Goldman Sachs, Lehman Brothers... Summers, también conviene recordarlo, fue secretario del Tesoro de la administración Clinton y ante sus ojos se fraguaron con total impunidad la burbuja y posterior debacle de los valores puntocom y el monstruoso fraude de la eléctrica Enron. Mientras tanto, su gabinete promovía el desmantelamiento de todas las reglamentaciones (leyes Sherman, Glass-Steagall...) que históricamente limitaban la capacidad especuladora del capital financiero, abriendo la brecha por la que durante la pasada década las hipotecas basura y los derivados de alto riesgo se han infiltrado en el corazón del sistema económico mundial, con los resultados ya conocidos.
Tampoco José Luis Rodríguez Zapatero acudió a Londres libre del íntimo marcaje de la clase corporativa. Por ejemplo, a través de su ministro de Industria y director espiritual de su política económica, Miguel Sebastián, de larga trayectoria en la cúspide del BBVA, poderosa entidad bancaria cuyas sucursales en paraísos fiscales gestionan más de 120.000 millones de euros. O de su ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, ex-presidenta de la patronal biotecnológica española y ex-directiva de la CEOE (quien no acompaña ya a Zapatero es David Taguas, que reclutado también por el gobierno de entre las filas del BBVA, saltó después, desde la oficina económica de La Moncloa a la más alta representación de la gran patronal constructora de obra pública).
Respecto a Nicolás Sarkozy, sus encomiables declaraciones en favor de una refundación ética del capitalismo deberían por ejemplo traducirse, para resultar dignas del menor crédito, en el completo esclarecimiento de la trama Clearstream, que salpica a lo más granado de las finanzas y la política francesa con importantes evidencias (por ejemplo, las aportadas por el periodista Denis Robert) de cobro de comisiones ilegales por venta de armamento, conexiones con las mafias rusas, espionaje y coacciones...
Otro motivo añadido para la desconfianza es que las conclusiones de esta cumbre del G-20 hayan encomendado los primeros pasos de la reforma del sistema financiero a una fantasmagórica institución internacional denominada Comité de Estabilidad, que preside Mario Draghi, gobernador del banco central de Italia. Un país en el que un 10% del PIB proviene de actividades mafiosas que impregnan todos los sectores y mercados económicos. Un país devorado por la corrupción de la base a la cima de su estructura institucional, y cuyo primer ministro Silvio Berlusconi debería haber sido encarcelado hace ya mucho tiempo por connivencia mafiosa (destino del que ha escapado tan sólo porque logró cambiar las leyes a tiempo en su favor). Un Estado fallido en toda regla que, como hace unas semanas denunciaba el disidente italiano Beppe Grillo ante el Parlamento Europeo, amenaza con convertirse en un poderoso foco irradiador de corrupcion y dinero mafioso hacia el resto de continente (como ya sucede en la costa mediterránea española).
Por añadidura, el organismo que gestionará las ayudas a la reactivación será el Fondo Monetario Internacional, directo responsable de, entre otros milagros económicos, la crisis de la deuda externa en el Tercer Mundo en los '80, el saqueo del Estado y el desembarco de las mafias en el poder político en Rusia en los 90, o la debacle de la economía argentina a comienzos del siglo XXI. Un organismo que ha actuado siempre conforme a esos principios neoliberales que han convertido la economía mundial en un terreno tan propenso a terremotos: minimización de costes laborales y sociales, privatización de bienes y servicios públicos, financiarización de la economía productiva, sobreendeudamiento, fomento de la actividad especuladora, tolerancia ante la economía mafiosa...
Quizás el conocer todos estos hechos nos permita comprender mejor porqué los mandatarios reunidos en Londres no han tomado ninguna medida efectiva contra la masiva criminalidad anidada en los paraísos fiscales, ni han propuesto regulación alguna de los escandalosos ingresos de la clase corporativa, ni han encontrado mejor manera de reactivar la economía que seguir inyectando en el sector financiero ingentes cantidades de dinero público, ni ha prescrito nuevas normas que preserven a las instituciones democráticas de la influencia corporativa y la connivencia mafiosa... Al igual que los vecinos de L'Aquila, el resto de los habitantes de este planeta tenemos serios motivos para sospechar que nuestro mundo se esté refundando, otra vez, sobre cimientos de arena salada. Y que apenas salgamos, si salimos, de esta crisis, deberemos poner en marcha otra vez el cronómetro. A la expectativa de la siguiente.
Jónatham F. Moriche, Vegas Altas del Guadiana, Extremadura Sur, abril de 2009
La crisis hoy: socialismo de las pérdidas
José Sbattella
22-04-2009 /
El agravamiento de la crisis de los bancos en los Estados Unidos, que arrastró al resto de los países centrales y llevó al mundo a un proceso recesivo –donde según la Organización Internacional del Trabajo en 2009 se generarán 50 millones de desocupados–, plantea un desafío político, económico y social respecto de la viabilidad del capitalismo globalizador como sistema hegemónico de organización del proceso de producción y distribución de los bienes. Los ideólogos del capitalismo habían cerrado esta discusión en los últimos años del siglo pasado. En este contexto, lo verdaderamente ridículo resulta el esquema de asistencia que se ha planteado en los países centrales donde el Estado es requerido por los bancos para que solucione los sucesivos defaults en que fueron cayendo como producto, justamente, de los manejos “desregulados” impulsados por ellos mismos. A esta situación se debe agregar que los despedidos por la crisis son recibidos por los sistemas de seguridad y asistencia social de los Estados.
El Estado debe asistir a los bancos y a las empresas que quiebran, y además recibir a los despedidos y cesanteados que aquellos van dejando en el camino. El viejo esquema de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas se agudizó de tal manera que habilita de nuevo la discusión sobre la racionalidad del sistema capitalista como ordenador del sistema de producción y distribución de bienes.
MARCO TEÓRICO PREVIO. Considerando que es esencial recomponer una visión estratégica centrada en la posibilidad de los pueblos de derrotar la creciente polarización en la distribución de la riqueza así como la depredación de los recursos naturales, se presenta a continuación un esquema de análisis que recupera la visión de la economía desarrollada por el estructuralismo latinoamericano, actualizada por el economista Samir Amin, hoy presidente del Foro Social Mundial.
Se trata de dar respuesta a una vieja pregunta de la práctica política: ¿qué hacer? La presentación metodológica de los temas se basa en dos ejes: el “pesimismo de la inteligencia”, que según Gramsci debe emplearse para analizar la realidad crudamente, y en oposición dialéctica, el “optimismo de la voluntad” para poder cambiarla. Es decir, una contraposición entre la “tendencia” de la realidad por un lado, y las excepciones o alternativas generadas por el ejercicio de la voluntad política, por otro. En función de este criterio hemos definido cinco pares dialécticos fundamentales para comprender la dinámica económica social del mundo y las posibilidades que hay para enfrentarla considerando una voluntad política que la condicione:
GLOBALIZACIÓN VERSUS REGIONALIZACIÓN. Apartarse de la tendencia que somete a los países a la lógica del capitalismo sólo es viable mediante la intervención de una fuerte voluntad política de resistencia. Cada país, según tres situaciones –los recursos naturales; las condiciones morales, técnicas y políticas de su población, y la calidad de su dirigencia – puede condicionar su propia inserción en la globalización. Por ello, el “optimismo de la voluntad” constituye la única posibilidad que se tiene de cambiar la lógica y los destinos que el capitalismo globalizado determina en la periferia. En este sentido, lo que se opone a la tendencia, al concepto de globalización, desde el lado de la voluntad, es el concepto de región: la región es necesariamente producto de la voluntad política y su existencia supone el condicionamiento de la globalización.
CONCENTRACIÓN VERSUS DEMOCRATIZACIÓN. Opuesta dialécticamente a la concentración está la democratización, un proceso que depende principalmente de la voluntad política. ¿La democratización de qué? Del acceso al crédito, al capital, a la tecnología. Para abordar el análisis del actual proceso de concentración, así como las claves para lograr un movimiento inverso, partiremos del concepto de “excedente económico”. La apropiación y el uso que se da al excedente resulta clave para definir una tendencia de concentración, o del proceso inverso. Por ello, el concepto de excedente pondrá en evidencia la crucial importancia de la voluntad política para la defensa de intereses colectivos, especialmente en países subdesarrollados, debido a las disparidades sociales que el sistema global genera. De este modo, si la concentración es la tendencia, la voluntad política opone a ella un freno.
MERCADO EXTERNO (TRABAJO ESCLAVO) VERSUS MERCADO INTERNO (TRABAJO DIGNO). El discurso hegemónico del modelo global sostiene que el crecimiento, el dinamismo de una economía, se logra con el desarrollo del mercado externo. El discurso ideológico dominante supone que para ser competitivos se requieren salarios de miseria. La postura del discurso dominante llega a tal extremo que, condicionando el desarrollo al crecimiento de las exportaciones, exige condiciones laborales cada vez más precarias para lograr competitividad global, que transforman las relaciones laborales en condiciones de esclavitud. Por otra parte, el modelo global promueve la especialización regional: una especialización por país. La particularidad de la Argentina es que “comemos” lo mismo que exportamos, lo que plantea con mayor crudeza la contraposición entre el consumo del mercado interno y la exportación. En oposición al esquema de globalización del lado del optimismo de la voluntad se encuentra la utilización del mercado interno como instrumento de integración nacional. El mismo es necesario para evitar que esta lógica global arrastre a un país hacia un modelo de economía dual que reproduce la relación de centro-periferia global hacia dentro del país. Ante la propuesta de dar protagonismo al mercado interno es necesario tener en cuenta las condiciones para desarrollar una producción nacional competitiva. En este sentido, la propuesta de “desconexión” del sistema de precios global supone modificar el sistema de precios interno. Un instrumento a utilizar es la apropiación social de la renta de los recursos naturales.
DIRIGENCIA CONDICIONADA VERSUS DIRIGENCIA CONDICIONANTE. Otra consideración clave involucra a la dirigencia, que puede ser condicionada o condicionante. Mientras una dirigencia condicionante podría beneficiar a los productores nacionales, la condicionada favorece que sean los sectores transnacionales los que se lleven todos los beneficios. Si desde el ejercicio de la voluntad es factible modificar las condiciones reales, es fundamental la presencia de una dirigencia social, política y cultural que pueda condicionar la inserción en este modelo.
DILUCIÓN DEL ESTADO VERSUS FORTALECIMIENTO DEL ESTADO. La posibilidad de control del espacio económico se basa en los poderes de policía propios del Estado. Es desde la utilización del poder de policía del Estado nacional, provincial y municipal que se modifica la realidad o se reproduce el statu quo. El condicionamiento del modelo global implica necesariamente la situación inversa: el fortalecimiento del poder de imperio del Estado, jerarquizando los organismos de control, asumiendo la responsabilidad indelegable del Estado en la salud, la educación, la justicia y el control del medio ambiente.
EN SÍNTESIS… Del lado del pesimismo de la inteligencia se enlazan la globalización, la concentración y la especialización en el mercado externo. Del lado del optimismo de la voluntad: la región y su defensa, la democratización del acceso al capital, a la tecnología y a los recursos naturales, y la utilización del mercado interno como instrumento de integración nacional. Estas opciones se materializan en una dirigencia, que puede ser condicionada o condicionante. Es decir, condicionada por este modelo global, o capaz de modificar las condiciones reales desde el ejercicio de la voluntad. En ambos casos los instrumentos disponibles para la modificación de la realidad se basan en la utilización del poder de regulación del Estado en cualquiera de las jurisdicciones: nacional, provincial, municipal.
Una vez definido el esquema de análisis –con este marco teórico de pesimismo de la inteligencia por un lado y optimismo de la voluntad por otro – comienza la discusión sobre un proyecto de desarrollo sustentable para la Argentina. En primer lugar, es necesario identificar las condiciones que resultan indispensables para que la Argentina sea viable bajo el esquema que se presente. En este sentido, hay que reflexionar sobre la sustentabilidad de la propuesta, para lo cual debe investigarse si la Argentina tiene excedente económico o si en su defecto debe endeudarse continuamente para poder sobrevivir.
Lo que intentaremos exponer aquí es que el problema argentino no radica en la falta de capacidad de acumulación endógena. Nuestro país genera un excedente basado en tres rentas (minera, agraria y petrolera), pero ellas se fugan y se diluyen, canalizándose en inversiones fuera del país, o en gastos suntuarios de las sucesivas oleadas dominantes. La viabilidad de un proyecto alternativo no se confirma con la constatación de la existencia de los recursos, es decir del excedente y las diversas modalidades de la renta. Para que sea posible incidir sobre el sistema de acumulación endógeno, es necesario que se conforme una estructura de poder suficientemente firme.
Si bien la capacidad de apropiación del excedente es el instrumento que permite condicionar el sistema de precios relativos internos, dicha capacidad, a su vez, debe lograrse controlando las instituciones que tienen el monopolio de la fuerza pública (fuerzas armadas y policía) y las entidades que detentan el poder de policía del Estado. Estas últimas son constituidas por todos los organismos reguladores de las empresas privatizadas, el sistema impositivo y aduanero, y el Banco Central. La estructura institucional cobra de este modo una importancia fundamental como condición de posibilidad de modelos alternativos de acumulación.
En este mundo periférico hay roles posibles para la Argentina en el marco latinoamericano, roles que la crisis actual ha potenciado generando una oportunidad semejante a la que posibilitaron los intentos de autonomía de los países periféricos en la posguerra de siglo pasado. Las transiciones políticas y económicas iniciadas en Latinoamérica estarán enmarcadas por la capacidad de las dirigencias políticas del campo popular de conformar alianzas de sectores sociales que condicionen el poder que dominó la escena hasta la crisis actual.
José Sbattella
Economista y asesor de SADOP
Los Monstruos
Reynaldo Sietecase
23.04.2009
“Producción contra el orden regular de la naturaleza”. Ésa es la primera definición de la palabra “monstruo”, según el diccionario de la Real Academia Española. El término viene del latín (mostrum) y el diccionario remite de inmediato a un “ser fantástico que causa espanto”. Después vienen otras definiciones que remiten a los seres humanos: “persona o cosa muy fea” y “persona muy cruel y perversa”. En los últimos días “monstruo” fue la palabra elegida para calificar al pibe de 14 años que mató a Daniel Capristo. Asignarle características monstruosas a los pibes que roban y matan es una manera de desentenderse del problema, obviar las causas que originan el espanto. Por otro lado, es el mejor atajo para exigir castigos más duros. La lógica es implacable: ¿Qué se puede hacer con un monstruo? Sólo hay que animarse a entrar al laberinto y matarlo.Esta semana tuve la oportunidad de hablar con media docena de chicos detenidos en un instituto de la provincia de Buenos Aires. La mayoría carga, por lo menos, con un homicidio. Algunos de los que lean esta nota dirán: no son chicos, son monstruos. Y ahora que todos discuten qué hacer con ellos –en el peor momento: en medio de una campaña electoral y después de un crimen brutal– es una buena ocasión para contar cómo son esos monstruos.
Todos provienen de familias quebradas. Padres separados, ausentes del hogar, muertos o detenidos. Dos de ellos ni siquiera llegaron a conocer a sus progenitores. En algunos casos tienen tíos, hermanos o primos que son adictos y están volcados al delito. Todos dejaron la escuela de muy chicos. Empezaron a vivir en la calle, se sumaron a grupos o banditas. Al principio, algún familiar intentó rescatarlos, hasta los forzaron a volver, pero ellos “no le daban cabida”. A lo sumo, regresaban por unos días y nada más.
No habían terminado el colegio primario y ya tenían una pistola en las manos. En eso también coinciden: es muy sencillo hacerse de un arma en la villa. Y con un arma “no le tenés miedo a nada”. Como hace años que están detenidos no conocieron el boom del paco, pero consumieron pastillas, porros y cocaína. Otras formas de la evasión y la locura.
Unos dicen que robaban para vivir o para ayudar a sus familias. Otros para tener plata o porque les gustaba. En principio no querían matar, se ponen serios cuando hablan “del hecho” que los llevó a prisión, pero la mayoría asegura que no dudó en disparar cuando se sintió en peligro. “Si el señor de Lanús lo mataba al pibe, nadie se iba a preocupar”, se quejó uno de ellos. El más monstruo de todos, me dirán. También dispararon sin mirar y recibieron balazos. A uno le falta un pulmón y otro tiene dos tiros en las piernas.
Tienen muchos tatuajes. La mayoría tiene escrita en la piel la palabra “Mamá”. En los brazos, la espalda, el pecho y hasta en las piernas. Uno, incluso, lleva el “Madre” y “Papi” en la espalda. Es como si “la vieja”, a la que no escucharon cuando salían a robar, fuese la única referencia real de un mundo que pudo haber sido distinto. Entre los otros diseños que portan en el cuerpo, el más popular es San La Muerte quien, según cuentan, desvía las balas de manera milagrosa. Odian a la policía. En general no se arrepienten de sus historias de sangre. Sólo uno dijo “me arrepiento hasta de los tatuajes”. Sí, lamentan haber dejado la escuela. Entienden perfectamente que allí había una puerta abierta que ellos mismos cerraron de un portazo.
Los monstruos creen que en sus barrios de infancia, donde la pobreza manda, es difícil sacarle el cuerpo a la violencia y a la desgracia. Dicen que si pudiesen salir del instituto deberían mudarse. En el mismo escenario repetirían las escenas que los llevaron al encierro. Saben que encontrar un trabajo les será muy difícil, pero aseguran que tienen que poder.
La mayoría está de novio o en pareja. Son unos pendejos pero ya tienen hijos. No quieren “desaparecer” de sus vidas como hicieron sus padres con ellos. Es del único sitio que no quieren huir. Esperan que sus hijos nunca los imiten. “Que sean legales, que vayan a la escuela, que estén con la mamá”. Eso dicen.
Saben lo que discute la sociedad. Saben de la bronca que hay por las muertes innecesarias que provocan otros chicos como ellos. Pero están en contra de que se baje la edad de imputabilidad y tampoco acuerdan con el régimen penal para menores. “No hay que encerrar a un pibe de 14 años porque saldrá peor. Además, esto se va a llenar de pibitos”, afirman.
Contra lo que pensaba antes de ir a verlos, hablan sin parar. Pero, ¿a quién le importa lo que piensa un monstruo?
Video de crecimiento y ecología.
http://www.youtube.com/watch?v=x5NVqDPYKjg&feature=PlayList&p=E3DCA52DC51727A7&index=2
http://www.youtube.com/watch?v=GUn-BoKILeo&feature=PlayList&p=E3DCA52DC51727A7&index=1
http://www.youtube.com/watch?v=47OV3U0Azjw&feature=PlayList&p=E3DCA52DC51727A7&index=3
El socialismo fracasó y el capitalismo está en quiebra
Por Eric Hobsbawn
19-04-2009 / Reflexiona sobre el fracaso de los dos grandes modelos y lo que viene después.
Eric Hobsbawn
El siglo XX ha quedado ya atrás, pero aún no hemos aprendido a vivir en el XXI, o al menos a pensarlo de un modo apropiado. No debería ser tan difícil como parece, dado que la idea básica que dominó la economía y la política en el siglo pasado ha desaparecido, claramente, por el sumidero de la historia. Lo que teníamos era un modo de pensar las modernas economías industriales –en realidad todas las economías–, en términos de dos opuestos mutuamente excluyentes: capitalismo o socialismo. Hemos vivido dos intentos prácticos de realizar ambos sistemas en su forma pura: por una parte, las economías de planificación estatal, centralizadas, de tipo soviético; por otra, la economía capitalista de libre mercado exenta de toda restricción y control. Las primeras se vinieron abajo en la década de los ’80, y con ellas los sistemas políticos comunistas europeos; la segunda se está descomponiendo ante nuestros ojos en la mayor crisis del capitalismo global desde la década de 1930. En algunos aspectos es una crisis de mayor envergadura que aquélla, en la medida en que la globalización de la economía no estaba entonces tan desarrollada como hoy y la crisis no afectó a la economía planificada de la Unión Soviética. Todavía no conocemos la gravedad y la duración de la actual crisis, pero sin duda va a marcar el final de la clase de capitalismo de libre mercado que se impuso en el mundo y sus gobiernos en una época que dio inicio con Margaret Thatcher y Ronald Reagan.La impotencia, por consiguiente, amenaza tanto a los que creen en un capitalismo de mercado, puro y desestatalizado, una especie de anarquismo burgués, como a los que creen en un socialismo planificado incontaminado por la búsqueda de beneficios. Ambos están en quiebra. El futuro, como el presente y el pasado, pertenece a las economías mixtas en las que lo público y lo privado estén mútuamente vinculados de una u otra manera. ¿Pero cómo? Este es el problema que se nos plantea hoy día a todos, y en particular a la gente de izquierda.
Nadie piensa seriamente en regresar a los sistemas socialistas de tipo soviético, no sólo por sus deficiencias políticas sino también por la creciente indolencia e ineficiencia de sus economías, aunque ello no debería llevarnos a subestimar sus impresionantes logros sociales y educativos.
Por otra parte, hasta que el mercado libre global implosionó el año pasado, incluso los partidos socialdemócratas y moderados de izquierda de los países del capitalismo del Norte y Australasia se habían comprometido más y más con el éxito del capitalismo de libre mercado. Efectivamente, desde el momento de la caída de la URSS hasta hoy no recuerdo ningún partido o líder que denunciase el capitalismo como algo inaceptable. Y ninguno estuvo tan ligado a su suerte como el New Labour, el nuevo laborismo británico. En sus políticas económicas, tanto Tony Blair como Gordon Brown (éste hasta octubre de 2008) podían calificarse sin ninguna exageración como Thatchers con pantalones. Y otro tanto cabe decir del Partido Demócrata de Estados Unidos.
Bajo el impacto de lo que consideró como la revitalización económica thatcherista, el New Labour, a partir de 1997, se tragó entera la ideología, o más bien la teología, del fundamentalismo del mercado libre global. El Reino Unido desregularizó sus mercados, vendió sus industrias al mejor postor, dejó de fabricar objetos para la exportación (a diferencia de Alemania, Francia y Suiza) y apostó todo su dinero a su conversión en el centro mundial de los servicios financieros, y con ello en un paraíso de blanqueadores de dinero multimillonarios. Así, el impacto actual de la crisis mundial sobre la libra y la economía británica va a ser probablemente más catastrófico que el de ninguna otra gran economía occidental y va a hacer la recuperación más difícil.
Es posible afirmar que todo esto es ya agua pasada. Que somos libres de regresar a la economía mixta, y que la vieja caja de herramientas laborista está ahí a nuestra disposición –incluso la nacionalización–, así que todo lo que tenemos que hacer es utilizar de nuevo estas herramientas que el New Labour nunca debió dejar de usar. Sin embargo, esta idea sugiere que sabemos qué hacer con las herramientas. Pero no es así.
Por una parte, no sabemos cómo superar la actual crisis. No hay nadie, ni los gobiernos, ni los bancos centrales, ni las instituciones financieras mundiales, que lo sepa: todos ellos son como un ciego que intentara salir del laberinto dando golpes en las paredes con todo tipo de bastones en la esperanza de dar con el camino de salida.
Por otra parte, subestimamos el persistente grado de adición de los gobiernos y los responsables de las políticas a los exabruptos del libre mercado, que tanto placer les han proporcionado durante décadas. ¿Acaso se han librado del supuesto básico de que la empresa privada orientada al beneficio es siempre el medio mejor y más eficaz de hacer las cosas? ¿O de que la organización y la contabilidad empresariales deberían ser los modelos incluso de la función pública, la educación y la investigación? ¿O de que el creciente abismo entre los multimillonarios y el resto no es tan importante, después de todo, siempre y cuando todos los demás –excepto una minoría de pobres– esté un poquito mejor? ¿O de que lo que necesita un país, en cualquier caso, es un máximo de crecimiento económico y de competitividad comercial? No creo que hayan superado todo esto.
Sin embargo, una política progresista requiere algo más que una ruptura algo mayor con los supuestos económicos y morales de los últimos 30 años. Requiere un regreso a la convicción de que el crecimiento económico y la abundancia que comporta son un medio, no un fin. El fin son los efectos que tiene sobre las vidas, las posibilidades vitales y las expectativas de las personas.
La prueba de una política progresista no es privada sino pública, no sólo importa el aumento del ingreso y del consumo de los particulares sino la ampliación de las oportunidades y, como las llama Amartya Sen, las capabilities –capacidades– de todos por medio de la acción colectiva. Pero esto significa –o debería significar– iniciativa pública no basada en la búsqueda de beneficio, siquiera fuera para redistribuir la acumulación privada. Decisiones públicas dirigidas a conseguir mejoras sociales colectivas con las que todos saldrían ganando. Esta es la base de una política progresista, no la maximización del crecimiento económico y el ingreso personal.
En ningún ámbito será esto más importante que en la lucha contra el mayor problema a que nos enfrentamos en el presente siglo: la crisis del medio ambiente. Sea cual sea el logotipo ideológico que adoptemos, significará un desplazamiento de gran alcance, del mercado libre a la acción pública, un cambio mayor que propuesto por el gobierno británico.
Y, teniendo en cuenta la gravedad de la crisis económica, debería ser un desplazamiento rápido. El tiempo no está de nuestro lado.
Prensa Carta Abierta Boletín Informativo Nº9
Jueves 16/04/09
Página web: www.cartaabierta.org.ar
Material a disposición
- Se ha implementado un nuevo sistema de adhesión a la Carta V para registrar las firmas, con un programa automatizado. Hasta el 10 de Abril se habían recibido 1455 adhesiones que se están subiendo en estos días (http://www.cartaabierta.org.ar/adhesion/adhesiones.php?id=1)
- Minuta de la jornada organizada por la Comisión de Salud Mental de Carta Abierta sobre “Violencia, judicialización y criminalización de la niñez y de la adolescencia.”
Estará disponible en los próximos días en www.cartaabierta.org.ar/comisiones
- Declaración elaborada por Carta Abierta La Plata en adhesión al Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con vistas al Foro a realizarse el 16 de Abril en esa ciudad. Se puede encontrar en www.cartaabiertalaplata.blogspot.com
- Sitio de la Comisión de Medio Audiovisuales de Carta Abierta para adherir al Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: www.mediosencartaabierta.org/firmar
Actividades
General
- Recordamos que la próxima Asamblea del espacio se realizará el Sábado 18 de abril a las 11 hs en la Biblioteca Nacional.
Equipo de Prensa
Carta Abierta