El FMI y la politica económica actual
PUBLICADO EN BUENOS AIRES ECONOMICO EL VIERNES 11 DE SETIEMBRE
Alejandro Rofman*
Ha vuelto a ser motivo de atención pública y de espacio singular en las gestiones oficiales las relaciones del Gobierno argentino con el Fondo Monetario Internacional. ¿A qué se debe esta especial atención y este lugar prominente en los medios de comunicación que ha supuesto la seguidilla de contactos entre el ministro de Economía y destacados integrantes del staff que dirige el FMI?
En primer lugar, al interés del Estado argentino en comprobar si la estrategia del Fondo, tras la gran conmoción mundial que ha provocado y provoca la crisis del capitalismo mundial, incluye una revisión profunda de las estrategias del FMI en el proceso de otorgamiento condicionado de créditos que era su modalidad dominante antes de la crisis. El Estado argentino deseaba comprobar, y lo sigue haciendo, si se levantaban o no las duras y muy restrictivas disposiciones para conducir en forma autónoma la política económica nacional, que había sido la característica más destacada de nuestra relación con dicha institución multilateral desde 1959.
La segunda causa de este interés especial del Gobierno argentino en contactar al FMI recae en la necesidad de apreciar si es posible que dicha relación se establezca en el futuro en condiciones tales que posibilite una venia del organismo para poder avanzar en la renegociación de las acreencias pendientes y/o en la cancelación de la deuda nacional con el Club de París.
Y, en tercer luigar, implica dar señales afirmativas en el escenario financiero mundial para que, si el FMI levanta sus requerimientos de imponer pautas propias al funcionamiento de la economía argentino, como ocurrió en cada convenio de estabilización monetaria y aporte crediticio que nuestro país firmó desde 1959 con dicha institución, es posible obtener apoyo para reingresar al mercado de las finanzas mundiales.
En rigor de verdad, hasta ahora no hay señales concretas de que nuestro país cambie su conducta de rechazo a la ingerencia del Fondo en la política económica interna. Pero, nos preguntamos, vale la pena acudir a ese organismo cuando sigue, como es notorio con todos los convenios que recientemente ha firmado con paises necesitados de apoyo financiero, imponiendo condiciones leoninas al desarrollo autónomo de tales países.
No hay evidencias de ningún tipo que indique que los que conducen el Fondo, más allá de la retórica, vayan a modificar sus estrategias. Entonces, es fácil preguntarse, para qué perder el tiempo? Quizás se nos responda que vale la pena probar si hay algún atisbo de modificación de las conductas perversas instaladas en el pasado por el Fondo o promesas ciertas de que una modificación trascendental va a ocurrir en el futuro. Pero por todo lo hecho y hablado creemos que, a esta altura, hay que perder todas las esperanzas que ocurran cambios de significación. Y, en base a esta evidencia, el ministro Boudou ha dicho que no está en sus planes ni admitir una revisión de la economía argentina que suponga aceptar directivas desde el Fondo ni solicitar crédito alguno a esa institución.
Parece claro a esta altura que las reglas de juego que existen desde hace años, impuestas por los gobiernos elegidos desde el año 2003, se seguirán cumpliendo a rajatabla en cuanto a la relación con el organismo que tanto daño produjo a la economía argentina al inmiscuirse en el diseño de la política económica nacional, por decisión de los gobiernos que ejercieron el poder, legítimamente o no, desde 1959.
Más allá de que este episodio ahora está bien clarificado corresponde comentar quienes son y con qué objetivos actúan aquellos que quieren que se restablezca la relación de dominación del FMI en la economía argentina. Tales promotores de que se vuelva a caer en brazos del FMI son los que lucraron con el negocio financiero de la valorización espúrea del capital en décadas pasadas y los que defienden los intereses del gran capital internacional orientado a las finanzas y que tienen cuentas pendientes con la economía argentina, como los acreedores que no ingresaron al canje años atrás. Estos, acicateados por su presencia cotidiana en la gran prensa escrita y oral que se acomoda a sus intereses, empujan desesperadamente para obtener la rendición incondicional de la economía argentina a los reclamos del Fondo.
Debemos reflexionar el por qué de la negativa oficial en hacerles caso, actitud que acompañamos plenamente y que reivindicamos como una demostración del principio central de la política oficial. No deseamos ser sujetos pasivos de las consecuencias funestas que supone la presencia del fiscal del gran capital financiero en nuestra economía. Hasta ahora y desde el año 2003 hemos dado muestras evidentes de nuestra capacidad de afrontar la amortización de la deuda pública, tan acertadamente renegociada por el gobierno anterior a un nivel inédito en la historia financiera internacional. Las estimaciones del superavit comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos del año 2010 y sucesivos indica una tendencia positiva que no debería modificarse por lo que la afluencia de divisas y los sucesivos canjes de títulos públicos han asegurado un curso favorable para la generación interna de los recursos necesarios para las respectivas cancelaciones futuras. Las dificultades de ingresar al circuito financiero internacional radican más en las trabas que al mismo le imponen las actuales condiciones de la crisis económica que la voluntad del gobierno argentino de renovar las deudas del capital. Si el panorama mundial se normaliza a partir del año 2010 la posibilidad de conseguir créditos para las citadas renovaciones también se reanudará. En tanto que el ingreso de capitales genuinos va a depender de lo que se considera altamente probable que consiste tanto en la normalización financiera internacional como en el reimpulso al crecimiento económico .Por último, tanto la amortización de la deuda al Club de Paris como el de la posible reapertura de la renegociación con los acreedores que quedaron afuera tres años atrás seguirá abierta pero siempre bajo las condiciones que no supongan un menoscabo de nuestra autonomía decisional.
Es entonces fundamental visualizar el futuro de la economía argentina guiado por una estrategia en base a un vigoroso desarrollo económico sustentable con inclusión social y equidad distributiva para lo cual el sector financiero externo no debe constituir ni un impedimento ni una excusa para no adoptar las medidas necesarias para alcanzar los objetivos precitados.
*Investigador CONICET
¿Te gustó este artículo?
Aún no hay trackbacks.
Leave a comment