Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

29Ene/100

Pensamiento

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“Permítanme emitir y controlar la moneda de una nación y no me preocuparé por quien haga las leyes” Meyer Rothschild (Banquero inglés)

26Ene/100

Entrevista a Vanoli: “Falló ante la fuga de capitales”

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Alejandro Vanoli, titular de la Comisión nacional de valores, opina de la gestión de Redrado

Por Raúl Dellatorre

Las medidas que el Banco Central pudo tomar y no tomó para evitar una fuga que se llevó del país 24.000 millones de dólares en 2008 y otros 13 mil en 2009. Vanoli recuerda sobre lo que se le advirtió y no escuchó el desplazado funcionario.

Cuando Martín Redrado lanzó la advertencia, con atuendo de amenaza, de que tenía la lista de “los amigos del poder” que habían comprado dólares, puede haber abierto una estrategia de confrontación de alto vuelo para la que contaría con el suficiente arsenal pesado para emprender la contienda. O, por el contrario, cometió un terrible error de cálculo político por el que no midió sus propias debilidades. Quienes abonan esto último recuerdan que, en su función de presidente del Banco Central, “dejó escapar” del país nada menos que 23.098 millones de dólares en 2008 y otros 14.081 millones en los primeros meses de 2009 (balance cambiario del BCRA). Una cifra que representa casi seis veces el monto del Fondo del Bicentenario (6569 millones de dólares) que el separado funcionario se negó a constituir con argumentos adornados de patriotismo. Alejandro Vanoli, presidente de la Comisión Nacional de Valores, denunció esta situación cuando se estaba produciendo, de lo cual Página/12 dio cuenta en varias oportunidades en plena fuga. El funcionario, quien por entonces era vicepresidente del organismo, rememora cómo ocurrieron los hechos.

–¿Pudo evitar el Banco Central semejante huida y no lo hizo?

–Si se hace un balance sobre la gestión de Redrado al frente del Banco Central, indudablemente va a surgir que hubo errores de política que hacen a lo monetario, lo cambiario, en mantener el statu quo del sistema financiero, pero también fallas en la lucha contra la fuga de capitales.

–Si se hace un repaso de los acontecimientos, ustedes ya habían advertido sobre estas falencias, incluso en notas que hemos publicado en esa época. Y en particular, en medidas que tenían que ver con el control de operaciones con el exterior.

–Hubo varias medidas que se podrían haber tomado para evitar los efectos de la fuga. Por ejemplo, se podría haber limitado la autorización de giro al exterior de fondos, que se mantuvo hasta mediados de 2009, es decir durante todo el tiempo que duró la fuga, en dos millones de dólares por mes por persona jurídica (sociedad) o física. Se hubiera podido reducir a 100 mil dólares mensuales ese monto por una simple resolución del Central y nadie hubiera dicho nada en contrario. Otro ejemplo fueron las llamadas operaciones de contado con “líqui”, que consisten en comprar un título, ya sea un bono o una acción, en el mercado local, pagando con pesos, y vender el mismo título en una plaza financiera del exterior, cobrándolo en dólares. Es una forma de sacar dólares del país. Estas operaciones sucesivas se llegaron a hacer hasta en un mismo día, lo cual constituía una maniobra perfecta de salida de capitales del país.

–¿Ustedes, desde la CNV, advirtieron al Banco Central puntualmente sobre estas maniobras?

–Cuando le advertimos al presidente del Banco Central, desde la CNV, sobre estas maniobras y pedimos algún tipo de acción, sólo recibimos evasivas. Le sugerimos frenar estas maniobras cuando se detectara la intención de fugar divisas disfrazadas de operaciones de mercado, y nos respondió que cómo se hacía para detectar la intención de una operación. Le propusimos que se verificara si existía una inmediata operación de venta en el exterior de los títulos después de ser adquiridos localmente. Nos respondió que cómo se definía la inmediatez: ¿diez minutos, tres horas, dos días? Finalmente, decidimos sacar una resolución prohibiendo a los agentes de bolsa hacer operaciones con entes radicados en paraísos fiscales, para limitar al menos la operatoria. Después de eso, el Banco Central decidió instruir a las entidades financieras para que tomaran medidas que restringieran estas operaciones. Sin esa medida, las operaciones no se paraban.

–¿Es responsabilidad de las autoridades del Banco en general o de su presidente?

–En todo ese período, el Directorio había delegado el manejo de la política cambiaria y monetaria en el presidente del Banco Central, situación que ahora afortunadamente se modificó.

–¿Cómo afectó a la actitud del Banco Central que no se hayan modificado la ley de entidades financieras o la carta orgánica?

–La falta de modificación a la ley de entidades financieras, vigente desde los años de la dictadura, y a la carta orgánica del Banco Central, aportó a que el Banco Central no actuara en forma coordinada con las políticas de promoción del crecimiento. Frente a un contexto internacional en el que los bancos centrales de las principales economías promovían una fuerte baja en las tasas de interés para evitar el impacto de la crisis internacional, en Argentina fue el sacrificio fiscal (aumento de transferencia a sectores productivos) el que debió suplir la ausencia de aporte del sistema financiero al estímulo de la economía. La política de intereses caros y crédito escaso siguió siendo la característica del sistema aun en el momento más severo de la crisis. La política monetaria reaccionó con lentitud y poca profundidad, podría haber sido más expansiva para que Argentina saliera más rápido de la crisis internacional.

En su última gestión, Redrado se abrazó a la letra de la carta orgánica para negarse a constituir el Fondo del Bicentenario con recursos de las reservas, argumentando que su misión era preservar la moneda y, por lo tanto, las divisas que la respaldan. Pero el repaso de su accionar durante la mencionada etapa de la fuga de divisas no indica que haya puesto el mismo esmero cuando los que se las llevaban para sacarla del circuito económico eran empresarios que huían sus capitales hacia paraísos fiscales.

Lo curioso es que Redrado haya traído el tema a la mesa de discusión. Su pasado quizá lo condene. Por ahora, lo pone en el banquillo.

Fuente: Página 12

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22Ene/100

COMUNICADO DEL CENTRO DE MILITARES PARA LA DEMOCRACIA ARGENTINA (CEMIDA)

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          El ex  -  presidente Duhalde  -  desde la República  de El Salvador -  ha difundido la información de que el gobierno argentino "humilla a sus fuerzas armadas"  al propiciar la continuidad de los juicios que permitan individualizar a los responsables del planeamiento y ejecución de los aberrantes delitos que configuraron el terrorismo de estado durante la última dictadura militar.  Con esta manifestación pone en evidencia:

          1 -  Que no conoce el actual sentir de las fuerzas armadas de la democracia,  que consideran   muy  favorable  que al fin se  esclarezca quienes fueron culpables de delitos aberrantes,   que ellos reciban las sanciones que las leyes de la República determinan y que el resto de sus integrantes queden  libres de toda sospecha y hayan  recuperado  la admiración y respeto de la ciudadanía a las fuerzas que San Martín instruyó aferradas a su ejemplar Código de Conducta

          2  -   Que sus declaraciones parecen  querer involucrar a miembros de las fuerzas armadas,  como amenaza   velada,  al clima destituyente que algunos sectores de diversas entidades del acontecer del país intentan crear y del que los actuales miembros de las organizaciones castrenses son totalmente ajenos.   Pareciera que los contactos "militares" que al parecer de Duhalde se sienten agraviados,  son militares retirados,  dados de baja o actualmente procesados que tratan de evitar la acción de la justicia y   a  los cuales cualquier "amenaza destituyente"  los libraría del  necesario peso de la justicia.

          3-Que parece ignorar que en El Salvador se han realizado y realizan juicios similares a los que se efectúan  en nuestro país y en los cuales integrantes  del CEMIDA han efectuado peritajes militares al servicio de la justicia.  Más aún,  en la actualidad se ha reabierto el juicio para completar la investigación de los responsables de los asesinatos de 6 sacerdotes jesuitas y sus dos  empleadas   ocurridos en la Universidad Católica de  El   Salvador , donde ya se condenaron a los ejecutores materiales y ahora se investiga  judicialmente a los instigadores y encubridores,  incluyendo en esas responsabilidades hasta al Presidente de la República  en  ese  momento.  Uno tiene el derecho a pensar, dado lo insólito de sus manifestaciones, si el declarante no se está "curando en salud",  ya que aún no se han terminado de investigar sus responsabilidades en los asesinatos de   Darío  Santillán  y  Maximiliano Kosteki   ocurridos durante su presidencia.

          4 -  Que expresamos nuestro repudio a lo que ha expresado  ya que esta persona no tiene la menor entidad para constituirse en vocero de lo  qué  sienten los integrantes de las fuerzas,  a las que pretende involucrar en  contiendas políticas de  las que definitivamente se han alejado para el bien de nuestra patria y para ejemplo de sus pares mundiales.

               CNL  (R)   JOSE  LUIS  GARCIA CNL  (R)   HORACIO  P.  BALLESTER

                     SECRETARIO  GENERAL PRESIDENTE

20Ene/100

Gomorra, el libro que explica el capitalismo

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Pascual Serrano

Rebelión 

Se ha escrito mucho sobre el libro Gomorra, de Roberto Saviano. Las críticos y las reseñas lo presentaban como un trabajo de investigación sobre la Camorra Napolitana, pero leyendo los métodos de trabajo de esa organización criminal, sus principios, sus objetivos y su ausencia de escrúpulos se descubre que la Camorra es el fiel reflejo del neoliberalismo y la globalización. Se trata de la mejor organización que ha entendido cómo funciona la economía capitalista y qué estrategias debe adoptar para desenvolverse en ella. El resultado -cuenta Saviano- es que la Camorra “ha terminado alimentado el mercado internacional de la confección, el enorme archipiélago de la elegancia italiana”. Explotación laboral con salarios de miseria, deslocalización de empresas de producción hacia los lugares menos controlados por el Estado, evasión fiscal... En dos palabras: el paraíso neoliberal.

áEn el puerto de Napoles transitan ciento cincuenta mil contenedores: las prendas que vestirán los niños parisinos durante un mes, las varitas de pescado que comerán Brescia durante un año, los relojes que ceñirán las muñecas de los catalanes, las sedas de todos los vestidos ingleses de una temporada. 1.600.000 toneladas procedentes de China. Según la Agencia de Aduanas italiana, en ese puerto el 60 por ciento de la mercancía escapa a las inspecciones. Todo bajo el poder de la Camorra. Los aranceles, el IVA y la carga máxima de los camiones son lastres para el beneficio, auténticas aduanas de cemento armado para la circulación de mercancías y de dinero. Todo ello debe ser burlado por la Camorra. Es el nirvana de la globalización, el sueño de Friedrich Hayek.

El Sistema -término con el que denominan a la Camorra- asfixia al pequeño empresario para lograr acabar con su independencia y que termine trabajando para ellos,. Competencia le llaman a eso en la Escuela de Chicago. La similitud entre Camorra criminal y neoliberalismo no es una fantasía mía, la reconoce el propio Saviano, pero a ese detalle no le han prestado atención los críticos y los medios: “La lógica del empresariado criminal, el pensamiento de los boss coincide con el neoliberalismo más radical. Las reglas dictadas, las reglas impuestas, son las de los negocios, el beneficio, la victoria sobre cualquier competidor. El resto es igual a cero. El resto no existe. Estar en situación de decidir sobre la vida y la muerte de todos, de promocionar un producto, de monopolizar un segmento de mercado, de invertir en sectores de vanguardia... “. Puro Milton Friedman.

Saviano destaca que el barrio de Secondigliano, epicentro de la Camorra en la ciudad de Napoles, mantiene “los pilares de la economía, el filón oculto, las tinieblas donde encuentra energía el corazón palpitante del mercado”. Es decir, el sistema productivo neoliberal encuentra en la ley de la Camorra el ambiente perfecto para su desarrollo. Si, en el capitalismo, un alcalde quiere industrializar su ciudad, la puede dejar en manos de las organizaciones criminales que ellas son las que mejor entienden las leyes para triunfar en el mercado.

Los paralelismos son impresionantes. Dice el autor que cuando cayeron los regímenes comunistas en Europa del Este, los clanes de la Camorra entraron en esos países y negociaron con los nuevos dirigentes conversos al mercado los depósitos de armas (incluso las transportaron en camiones a los que les pusieron el símbolo de la OTAN) y, más tarde, llevaron a esos países varias producciones industriales en buenas condiciones laborales para los empresarios. Precisamente, eso mismo es lo que hizo el capitalismo en los países ex comunistas.

En cuanto al narcotráfico, el éxito de los clanes de Secondigliano -cuenta Saviano- se basó en “liberalizar a nivel local completamente la cocaína permitiendo que cualquiera pueda convertirse en narcotraficante, consumidor y camello”. Exactamente lo que hizo Margaret Thatcher en el Reino Unido con la Bolsa: convertir a todos los ciudadanos en pequeños accionistas fascinados por el mercado de las cotizaciones.

El vocabulario también es muy elocuente. Si la Camorra se denomina el Sistema, los camorristas de Caserta se definen como “empresarios”, “nada más que empresarios”, afirma Saviano. El capo de la mafia siciliana "Totó" Riina llamaba “comunistas” a los jueces y todos los que le atacaban y criticaban, precisamente lo que hacen los neoliberales a sus opositores.

Los partidos que son apoyados por la Camorra les sucede lo mismo que cuando son apoyados por el dinero y las empresas: se disparan sus votos. En 1992, en Casal di Principe, los clanes se pelearon con la Democracia Cristiana y decidieron apoyar al Partido Liberal Italiano, y éste pasó de un 1 por ciento de voto a un 30.

Dice Saviano que “el empresario italiano que no tenga la base de su imperio en el cemento (la construcción) no tiene esperanza alguna”. Por eso la Camorra controla la construcción en las regiones donde se implanta. Casal di Principe es un municipio emblemático de la Camorra, allí se produce lo más lógico en una localidad donde el capitalismo está triunfando: figura entre los primeros puestos de Europa en cifras de venta de automóviles Mercedes. Pero también ostenta el de mayor índice de homicidios de Europa. La ley de la Camorra, como la del mercado, debe imponerse en muchas ocasiones a sangre y fuego.

Dice Roberto Saviano que el funcionamiento de la Camorra “adelgaza la barrera que se alza entre la ley y el imperativo económico, entre lo que prohíbe la norma y lo que impone el beneficio”. Mientras la Camorra violenta la norma, el neoliberalismo propugna su ausencia, el laissez faire. Ambos tienen el mismo objetivo y, también, el mismo medio.

El último capítulo de Gomorra es escalofriante. En él se repasan las tropelías medioambientales de este sindicato del crimen que les han permitido enriquecerse convirtiendo sus tierras en los vertederos tóxicos de Europa. ¿Por qué no han tenido “el menor escrúpulo en recubrir de veneno sus propios pueblos, dejando pudrirse las tierras que rodeaban sus propias villas y sus propios dominios”? La respuesta la da Saviano, es una respuesta ideal para comprender el funcionamiento del capitalismo en todo el planeta: “Ahogar en residuos tóxicos un territorio, rodear los propios pueblos de montañas de veneno puede resultar un problema solo para quien posea una dimensión de poder a largo plazo y dotada de una responsabilidad social. En la inmediatez del negocio, en cambio, no hay más que un elevado margen de beneficios y la ausencia de cualquier contraindicación”. Envenenar la tierra fue el más eficaz de los métodos para ser competitivos, entendieron cómo funciona el sistema económico: “¿Y sabes cuántos obreros han podido salvar el culo gracias a que yo he hecho que sus empresas no se gasten un carajo?”, le dice a Saviano un joven ejecutivo de los que se dedican a deshacerse ilegalmente de los residuos tóxicos de las empresas. “Muchas empresas del norte habían podido crecer, contratar, hacer competitivo todo el tejido industrial del país hasta el punto de poderlo impulsar hacia Europa, gracias a haberse liberado del lastre representado por el coste de los residuos, que los clanes napolitanos y casertanos les habían aligerado”, afirma el autor.

La Camorra, el crimen organizado, no es una excrecencia aberrante del neoliberalismo y la globalización, es su epicentro, su núcleo duro, su principio más puro de funcionamiento. Gomorra no es simplemente un libro sobre el crimen, es un libro que muestra cómo el capitalismo es el crimen. Se ha escrito mucho para explicar el funcionamiento criminal del capitalismo, pero Saviano logra explicar el funcionamiento puramente capitalista del crimen.

Saviano, Roberto, Gomorra, DeBolsillo, Barcelona 2009. Traducido por Teresa Clavel y Francisco J. Ramos Mena.

20Ene/100

Bajo hipnosis. Sobre crisis económica, medios de comunicación y psicología social

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Por Jónatham F. Moriche |Desde España 

Hace algunas semanas, seis millones y medio de españoles se congregaron ante el televisor para contemplar el efecto de la cirugía estética sobre el rostro de Belén Esteban. Se trata del, por ahora, último pico de audiencia obtenido por este singular personaje, cuya grotesca combinación de patetismo, incultura y grosería, estratégicamente amplificada por los programadores de su cadena televisiva, viene gozando en los últimos años de una cada vez más asfixiante omnipresencia pública.

Sería imprudente despachar el auge de este tipo de fenómenos sociales, y de los formatos televisivos que le sirven de plataforma, con un simple gesto desdeñoso, como si se tratasen de una excentricidad pasajera o una patología menor sobre el mapa del cambio social. Muy al contrario, su análisis puede decirnos mucho acerca de la sociedad en que vivimos y el momento histórico que atravesamos.

El economista crítico italiano Stefano Lucarelli ha escrito que el capitalismo contemporáneo se caracteriza por sustentarse en "dispositivos de dominio sólo comprensibles si se los coloca en la zona híbrida en la que la economía política se encuentra con la psicología social". Esta epidemia de la televisión basura es uno de estos dispositivos, y posiblemente uno de los más eficientes. Cuando un 20% de la población española habita por debajo del umbral de la pobreza, cientos de miles de empleos desaparecen para siempre y la casta corporativa consuma, con la coartada de la crisis, uno de los más espeluznantes latrocinios de los que guardemos memoria, sus víctimas directas, la clase trabajadora y la sociedad civil, permanecen mudas e inmóviles, sin protagonizar ninguna de esas formas enérgicas y masivas de protesta que hubieran parecido oportunas y previsibles ante tamaña hecatombe económica y social. Pero no es la protesta ciudadana sino el consumo televisivo lo que se dispara, y millones de ciudadanos permanecen hipnotizados durante horas ante la pequeña pantalla, absorbiendo con morbosa delectación las juergas, ligues, encamamientos, matrimonios, trifulcas, querellas, separaciones y demás andanzas cotidianas de Belén Esteban, Coto Matamoros, Pipi Estrada, Carmen Martínez Bordiú, Tita Cervera y el resto del reparto de una vasta telecomedia interactiva, perfectamente sincronizada y dosificada por las corporaciones televisivas y publicitarias.

Esta coincidencia de fenómenos aparentemente heterogéneos tiene poco de azarosa o inocente. "El capitalismo no se reproduce sólo a partir de la explotación del trabajo", escribe Santiago Alba Rico, "también lo hace a partir de la explotación de la mirada". La mirada seducida por la pequeña pantalla es una mirada aprisionada dentro de los límites lógicos y morales del capitalismo que diseña sus contenidos. Poco a poco, el lenguaje frívolo, sensacionalista y maleducado del espectáculo televisual va empapando el conjunto de la esfera y el lenguaje público, se infiltra en las relaciones sociales y en la intimidad de los individuos. Espectáculos como Crónicas marcianas, Aquí hay tomate, La noria o Sálvame no dejan de vomitar modelos de conducta y patrones de pensamiento (por lo general, ejemplos hiperbólicos de cinismo, hipocresía, desvergüenza y codicia) sobre una sociedad que, agobiada por la explotación laboral y desconcertada por la degradación de los vínculos sociales tradicionales, se aferra a cualquier clavo ardiendo con tal de apartar, durante unas horas, la vista del desastre. El resultado es una mente social empobrecida y fragilizada, que prolongadamente sobreexpuesta a la gramática limitada y deficiente que promueve la industria del entretenimiento, acaba por tornarse necesariamente ingenua y dócil ante los designios de unos omnipotentes mercados cuyos mecanismos el espectáculo difumina y cuyas intenciones el espectáculo encubre.

En esta realidad televisual paralela, la visibilidad extrema de un puñado de personajes irrelevantes y sus igualmente irrelevantes relaciones sirven como pantalla de distracción que protege a los verdaderos amos del negocio, por ejemplo a esos dieciséis grandes ejecutivos bancarios (Goirigolzarri, Sáenz, Inciarte...) cuyos fondos de pensiones suman los 416 millones de euros, o a esas diez grandes fortunas (Botín, Koplowitz, Ortega...) cuyos beneficios han crecido de media un 27% a pesar de (o más bien, gracias a) la crisis económica, personajes todos ellos a los que jamás veremos sentados en uno de los platós de televisión de su propiedad para ver sometidos sus privilegios al público escrutinio. En esta realidad televisual paralela, la participación democrática y la soberanía popular se reducen a enviar, pagando, un mensaje de móvil para insultar o jalear a algún icono mediático, dentro de un muestrario de estereotipos perfectamente formateados por psicólogos y publicistas para excitar (y, a la vez, satisfacer) las ansiedades, frustraciones y anhelos del consumidor. Al cabo del proceso, la ciudadanía se convierte en audiencia y la democracia se subordina a las normas del espectáculo, abriendo el tiempo de ese nuevo régimen político, inequívocamente totalitario, que algunos analistas han dado en denominar "videocracia" y que tiene hoy en la Italia de Berlusconi su más avanzado exponente. Un régimen en el que el centro de mando sistémico se ha desplazado, y ya no son los políticos los que mienten a través de la televisión, sino la televisión la que miente a través de los políticos.

Durante siglos, la izquierda ha sido, a la vez que un movimiento político, un movimiento educativo. Decenas de millones de seres humanos quebraron las cadenas de la superstición y la ignorancia en el seno de grandes organizaciones sociales, políticas y sindicales, que fueron incansablemente prolíficas en la creación de imprentas, librerías, bibliotecas, periódicos, radios, ateneos, escuelas... Que sólo una sociedad intelectual, ética y estéticamente consciente y cultivada es capaz de avanzar en su proceso democrático ha sido una convicción común a todas las tradiciones progresistas desde la Revolución Francesa, y que ahora las izquierdas (y muy en especial, sus grandes organizaciones políticas y sindicales) parecen haber olvidado, cesando en cualquier oposición a (si no participando activamente en) la espectacularización del discurso, las instituciones y las relaciones sociales. En un tiempo de crisis sistémica de profundas raíces y decisivas repercusiones en el ámbito de la cultura, la izquierda carece casi completamente de un programa y un aparato cultural propios que oponer a la apisonadora multimedia al servicio del capitalismo. Un fatal descuido, si convenimos que reconstruir la cultura y los valores devastados por el espectáculo televisual, y revertir la mutación de la ciudadanía soberana en mera agregación de audiencias pasivas, será en el futuro el punto de arranque y el cimiento irreemplazable para cualquier proyecto político democrático de emancipación.

Jónatham F. Moriche, Vegas Altas del Guadiana, Extremadura Sur, enero de 2010

http://jfmoriche.blogspot.com | jfmoriche@gmail.com

18Ene/100

Argentina y México: las reservas conflictivas

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*Alejandro Nadal

17/01/10

El economista mexicano Alejandro Nadal, miembro del Consejo Editorial de la revista, reflexiona para SinPermiso sobre la política de, y en torno a, los Bancos Centrales mexicano y argentino en el contexto de la crisis capitalista internacional.

¿Para qué sirven las reservas del banco central? Es una buena pregunta porque en la mitología del modelo neoliberal de economía abierta, la acumulación de reservas tiene un papel extraño. Su misión es ambigua, su costo no es despreciable y sus efectos sobre el proceso de ajuste de una economía con fuerte liberalización financiera suelen ser peligrosos. Detrás del tema de las reservas se esconden graves contradicciones del modelo neoliberal en materia de política cambiaria, cuentas externas, política monetaria e independencia del banco central. El origen y el manejo de las reservas del banco central en Argentina y México son un buen ejemplo de lo anterior.   

En la última semana Argentina ha ocupado un lugar privilegiado en la prensa internacional por el conflicto político que desató el intento de la presidente Cristina Kirchner para utilizar parte de las reservas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para pagar un tramo de su deuda externa. La presidencia buscó trasladar unos 6,5 mil millones de dólares (mmdd) a un fondo especial (el llamado Fondo del Bicentenario) para afrontar pagos de la deuda soberana con acreedores privados y organismos multilaterales en 2010. El total de las reservas del BCRA es de unos 46.5 mmdd. El objetivo primordial de esta medida era dar seguridad para permitir el regreso de Argentina al mercado financiero global.   

El titular del BCRA, Martín Redrado, se negó a realizar esta transferencia, argumentando que la legislación vigente impide utilizar las reservas para el pago de deuda. Por su desobediencia, el gobierno optó por destituir al titular del BCRA, mientras que una juez invalidó esa orden. Todavía no es claro cuál será el desenlace. El escándalo político ha contribuido a alejar más el prospecto de un regreso argentino a los mercados de capitales.    La argumentación de Redrado también se basa en la autonomía del banco central frente al ejecutivo. En su ortodoxia neoliberal, el titular del BCRA no quiere enterarse de que la autonomía del banco central se ha convertido en tema de un debate acalorado desde que estalló la crisis financiera global. Es más, la noción de que el banco central sólo debe ocuparse de mantener la estabilidad de precios es visto como anacronismo: el banco central no puede seguir ignorando las burbujas en los precios de los activos, la evolución del ciclo real de negocios y las estructuras de los principales agregados monetarios y financieros.

Las reservas en el BCRA se originaron en el superávit comercial de los últimos años. Ese resultado se debe, en buena medida, a las exportaciones de soya transgénica, con lo cual Argentina ha sembrado (literalmente) un desastre ambiental en gran parte de la Pampa y el Chaco, lo que es tema de otro análisis. Las reservas provienen de la esterilización aplicada por el BCRA para mantener la oferta monetaria y el tipo de cambio estables. El gobierno piensa que la utilización de las reservas para pagar deuda dejaría suficientes reservas para mantener el tipo de cambio (3.80 pesos/dólar) estable. En realidad, aunque en este momento no se perciben presiones sobre la paridad debido al superávit en la cuenta corriente (4.2% del PIB en 2009) , las cosas podrían cambiar rápidamente.

Si el gobierno busca acceder a los mercados financieros internacionales es porque enfrenta una pesada carga de vencimientos de deuda (aproximadamente 13,000 millones de dólares) este año. Además,  Argentina acaba de iniciar los trámites para refinanciar los bonos por 20 mmdd que todavía están en moratoria (en manos de acreedores que rechazaron el canje propuesto en 2005). Con la creación del Fondo Bicentenario se busca calmar los nervios crispados de esos acreedores: Argentina está dispuesta a pagar, aunque sea con sus reservas.   

Es posible que la inconformidad del responsable del BCRA esté basada en pasajes algo vagos de la legislación vigente sobre el destino y control de las reservas. Pero su desacuerdo también puede tener raíces políticas. El responsable del BCRA es un neoliberal convencido (en su tiempo cercano a Menem) y probablemente su reflejo también sería el de calmar a los mercados financieros y a los acreedores. Pero la oposición en el congreso le abre un flanco débil a la señora Kirchner y la crisis política que se ha desatado no debe estar desconectada del todo del calendario electoral.    

Lo más probable es que esta crisis política es más bien por diferencias al interior del círculo interior del neoliberalismo argentino. Resulta que el ministro de economía es un conocido neoliberal ortodoxo. El candidato de la señora Kirchner para reemplazar a Redrado en el BCRA, Mario Blejer, es un antiguo funcionario del Fondo Monetario Internacional y un neoliberal ultraortodoxo. Así que los personajes en esta tragedia son un indicador claro sobre el verdadero objetivo del gobierno de la señora Kirchner: regresar al endeudamiento para proseguir el desenfreno neoliberal en Argentina. En realidad, el Fondo Bicentenario no resuelve ninguno de los graves problemas estructurales de la economía argentina. Simplemente permitiría seguir profundizando el implacable experimento neoliberal en ese país del cono sur.   

El otro gran laboratorio de la teología del libre mercado en América Latina es México. En diciembre 2009 el Banco de México reveló que las reservas internacionales alcanzaron su nivel más alto: 90 mil millones de dólares (mmdd). La gente se pregunta: ¿cómo puede un país que sufre una terrible crisis económica, que tiene saldos negativos en las cuentas externas y cuyas finanzas públicas acusan un serio desequilibrio, acumular reservas "históricas"?   La explicación se encuentra en la naturaleza y funcionamiento de una economía abierta. Los flujos de capital hacia una economía que garantiza una mejor recompensa son la clave para explicar el brutal contraste entre los pésimos indicadores de la economía mexicana y lo que podría antojarse como un buen resultado macroeconómico, el aumento en las reservas en el banco central.

Una parte sustancial de esas reservas en el Banco de México se debe a la entrada de capitales. Por ejemplo, datos de la Comisión nacional bancaria y de valores revelan que la inversión de no residentes en títulos de renta variable ascendió en noviembre 2009 a 132 mmdd, en contraste con 105 mmdd en junio. Esta inversión en cartera es sólo una parte de los flujos de capital colocados en el espacio económico mexicano en busca de una rentabilidad superior a la ofrecida por las principales economías capitalistas del mundo que hoy mantienen posturas de política monetaria con tasas de interés cero (Estados Unidos) o muy bajas (Unión Europea) para contrarrestar la crisis.     

Pero, ¿qué no es algo bueno la entrada de capitales? Para la teoría macroeconómica detrás del modelo neoliberal, la libre movilidad de capitales canaliza el ahorro a donde más se necesita, financia las importaciones, incrementa la inversión, el crecimiento y el empleo. Pero la realidad es que esa teoría está basada en nociones equivocadas sobre la relación entre ahorro e inversión, así como sobre la dinámica del modelo de economía abierta.     

En los hechos, los flujos de capital tienen varios efectos desestabilizadores. Entre otras cosas, contribuyen a apreciar el tipo de cambio y eso se puede presentar en el preciso momento en que se necesita un ajuste para corregir el desequilibrio externo. En lugar de premiar las exportaciones y castigar las importaciones, los flujos de capital profundizan el desequilibrio externo.   

Además, para los dueños del capital financiero, la estabilidad cambiaria es la garantía de que sus "inversiones" estén protegidas. De este modo, la estabilidad en el tipo de cambio se convierte en una prioridad clave de política macroeconómica. Cualquier indicio de que la economía no puede mantener el tipo de cambio sirve para detonar una estampida hacia las puertas de salida del casino, digo de la economía.   

Surge así una tríada de prioridades para que el capital financiero se sienta a gusto. Primero, mantener una rentabilidad adecuada para los flujos de capital (lo que implica altas tasas de interés). Segundo, el tipo de cambio debe mantenerse estable. Tercero, la inflación debe controlarse por encima de cualquier otra consideración. Por cierto, es preciso esterilizar esos flujos para controlar la oferta monetaria, lo que entraña un costo financiero no despreciable. Y lo más grave es que la esterilización destruye el proceso de ajuste al mantener alta la tasa de interés. Eso fomenta más entrada de capitales en lo que constituye un círculo vicioso. La tensión entre el tipo de cambio sobrevaluado y el deterioro en las cuentas externas se resuelve posponiendo el ajuste hasta que explota la crisis: sobreviene entonces una macro-devaluación con todos sus efectos en materia de presiones inflacionarias y un desajuste mayúsculo en toda la economía.  

Todo esto es conocido: nada cambió en el modelo mexicano que provocó la crisis de 1995. Permanecen la mismas contradicciones. Si los capitales golondrinos comienzan a abrigar dudas sobre la estabilidad cambiaria, pondrán pies en polvorosa, tal y como lo han hecho en innumerables ocasiones, detonando otra crisis financiera. Y si actualmente el riesgo de una explosión devaluatoria no es tan grave, las cosas se pueden poner color de hormiga si el desequilibrio externo se intensifica (hoy el déficit externo es moderado porque el colapso del PIB ha frenado las importaciones).  

Así comienza el año con una nueva oleada de alzas en impuestos y en las tarifas y precios de bienes y servicios proporcionados por el sector público. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el agujero de las finanzas públicas es visto como una amenaza para los "equilibrios macroeconómicos". En especial, un déficit abultado en las finanzas del gobierno es interpretado como una fuente de presiones inflacionarias, lo que asusta al capital financiero. No importa que esos impuestos y los aumentos de precios y tarifas agraven la recesión y hagan más difícil la recuperación. Lo primero son las "expectativas inflacionarias" de los dueños del capital financiero.  

En conclusión, la economía mexicana está organizada para servir y recompensar al capital financiero. Por eso la Secretaría de Hacienda y el Banco de México mantienen esta infausta política macroeconómica recesiva. No importa que aumente la pobreza, que se sacrifiquen empleos, que el paisaje agrícola se convierta en un páramo, que la industria se encuentre en ruinas, que el gasto en educación permanezca estancado o que el medio ambiente sea un desastre. Las prioridades son la rentabilidad para los flujos de capital, el tipo de cambio estable para tranquilizarlos y la inflación bajo control para dulcificar su existencia. México y Argentina siguen siendo gigantescos laboratorios en donde el experimento neoliberal se lleva a cabo con algunas variantes de forma y todos los vicios de esencia de este modelo.    

*Alejandro Nadal, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es economista, profesor investigador del Centro de Estudios Económicos, El Colegio de México

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