Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

28Mar/100

2º Encuentro de Convocatoria Popular en el Centro Cultural Paco Urondo (dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA)

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Marzo de 1976 – Marzo de 2010 Ayer Golpe de Estado genocida – Hoy ofensiva destituyente

 Miércoles 31 de Marzo a las 18 hs. en 25 de mayo 221 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 En este nuevo encuentro la mesa reunirá a Julio Piumato (secretario de DD.HH. de la CGT y diputado nacional), Pablo Reyner (Secretario de la Juventud de la CTA y miembro de su Mesa Nacional), Rubén Dri, (Movimiento Patria grande), filósofo, dirigente político y social y Alejandro Mosquera (Encuentro por la Democracia y la Equidad ), dirigente político y militante del sabatellismo.

A 34 años del Golpe de Estado dictatorial, que implantó el terror para abrir las puertas al neoliberalismo, se debatirá sobre aquel trágico momento histórico no eludiendo los rasgos desestabilizadores que la derecha intenta imprimirle al proceso político actual en Argentina y América latina.

Convocatoria Popular, reúne a sindicalistas de la CGT (Confederación General del Trabajo y la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos), a grupos políticos como el Encuentro por la Democracia y la Equidad (EDE), el Movimiento Patria Grande (MPG), la Agrupación Manuel Ugarte, la Central de Movimientos Populares, como a Asambleas Barriales, movimientos sociales, cooperativistas, y así también a participantes en Carta Abierta y en otras organizaciones.

Tiene como objetivo fomentar el diálogo entre las diversas expresiones de la militancia que trabaja por la unidad del campo popular.

Integran Convocatria Popular, entre otros:

Rubén Dri, Ignacio Ivancich, Julio Gómez Carrillo, Lido Iacomini, Alejandro Kacero, Ana González, Silvia Díaz, Ricky Barrientos, Gabriel Rubinstein, Carlos Berman, Santiago Obligado, Raúl Ramírez, Luis de Echeandía, Jorge Paolini, María Rosa Olano, Cecilia Hopen, siguen …

26Mar/102

HACIA UNA REFINANCIACIÓN EFICAZ, EN EL MARCO DE UN PROYECTO DE DESARROLLO INCLUSIVO

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 DEUDA PÚBLICA Y CONFLICTO POLÍTICO;

La deuda pública externa ha sido un condicionante central, en el escenario económico y político de la Argentina; su continua expansión a lo largo de los últimos treinta años ha constituido uno de los más formidables obstáculos para el crecimiento del país. Un país no pobre; pero empobrecido entre otras razones por el endeudamiento; esto es la resultante de políticas económicas perversas, reflejo de intereses y desvaríos de elites de poder carentes de proyectos viables y aceptables para las mayorías.

Tras la declaración de default a fines del año 2001 y la posterior renegociación de los pasivos externos, los compromisos de pago adquirieron un perfil sostenible; puede afirmarse que la deuda no representa hoy día un obstáculo central para la economía.

Sin embargo, la sociedad ha asistido en los últimos meses a un persistente conflicto político, originado por un conjunto de decisiones en torno a la deuda pública - ahora parcialmente en manos de acreedores locales. Este conflicto ha atravesado circunstancias álgidas, motivando enfrentamientos públicos de actores políticos de fuste, oficialistas y opositores, y ha involucrado en reiteradas oportunidades a instancias del Poder Judicial. El conflicto ha girado tanto en torno de cuestiones de fondo como de procedimiento.

El origen de estos episodios se encuentra en la atención de los servicios de la deuda pública y en la reapertura de negociaciones con los tenedores de títulos que no se avinieron a su canje en el año 2005. El Gobierno Nacional propuso primero garantizar el pago de obligaciones – a través del “Fondo del Bicentenario”–; luego, optó directamente por movilizar reservas para la cancelación de los vencimientos, mediante la creación del “Fondo de Desendeudamiento Argentino”. Éste último habilitaría la cancelación de obligaciones sin contraer el gasto fiscal destinado a otros fines.

Frente a la controversia suscitada, desde el Plan Fénix hacemos llegar a la sociedad nuestro aporte para la comprensión de esta problemática. Brindamos también nuestro punto de vista acerca de los cursos de acción a seguir. Todo ello, como siempre, considerando el interés colectivo, y desde una perspectiva de largo plazo.

En primer lugar, compartimos una opinión generalizada entre analistas de diversas vertientes, en el sentido de que la actual coyuntura económica no evidencia síntomas de gravedad. En términos de nivel de actividad y del sector externo, la Argentina enfrenta en relativamente buenas condiciones la gran crisis mundial, originada en el sector financiero de los países desarrollados. Ello, además, a pesar de una sequía inédita, que contribuyó a que en el año 2009 cayeran en un 30% las producciones agrarias exportables, afectando además la recaudación fiscal. Indicadores  macroeconómicos fundamentales, como ser el nivel de actividad y los saldos de los sectores público y externo, lucen tanto o más sólidos que los de otras economías latinoamericanas.

Las perspectivas a corto plazo resultan también alentadoras, aunque no sugieran un camino totalmente despejado. La situación fiscal, si bien desmejorada con relación a 2008 por pérdidas de recaudación y por una política de corte expansivo, muestra a nivel nacional indicadores que perfilan una situación manejable, en términos de desbalances. Esto no impide que se adopten con oportunidad y eficacia medidas necesarias para reequilibrarla, en el proceso de salida de la “fase baja del ciclo”, consecuencia de la crisis 2 global. En el caso de las finanzas provinciales, los desequilibrios requieren intervenciones de alguna magnitud, sin que por ello los riesgos sean pronunciados. Por cierto, el reavivamiento de la inflación constituye un punto que requiere la máxima atención, dadas las tendencias de los últimos tres años y los visibles deslizamientos de hoy, en un marco de recuperación del ritmo de crecimiento

En este contexto, no es improcedente avanzar hacia una negociación que permita incorporar al canje la mayor cantidad posible de deuda pendiente (en manos de los holdouts), como así también renovar los vencimientos de capital. Los niveles actuales de deuda son claramente sostenibles, al representar cerca del 45% del Producto Interno Bruto. Es correcto en consecuencia renovar vencimientos, cuidando de no incrementar este porcentual.

Es crucial, sin embargo, que esta negociación permita obtener tasas de interés compatibles con el crecimiento, similares a las que han obtenido otros países. El tratamiento que recibe hoy día la deuda del país en los mercados internacionales no refleja su mejor situación relativa. Si bien ha crecido el precio de los bonos argentinos, ante la expectativa de aprobación del canje de deuda por parte de la Comisión Nacional de Valores (SEC) de los Estados Unidos, las tasas de interés implícitas son aún muy elevadas, sobre todo en comparación con otros países de similar o peor desempeño macroeconómico. De aceptar la Argentina tales tasas, se estaría emitiendo una señal de insolvencia, que no encuentra justificación alguna. Sin duda, persisten gruesas fallas en la evaluación del riesgo, por parte del mercado financiero internacional.

En tal sentido, el uso de las reservas para la cancelación de vencimientos es un camino adecuado, sólo en la medida en que coadyuve a este propósito de reducción del costo del endeudamiento. Y bajo ningún concepto, el propósito debe ser algún deseable “retorno a los mercados”, como reclaman en forma monótona los voceros de las finanzas especulativas. Nunca más el endeudamiento público debe ser el camino a seguir, vista la nefasta experiencia argentina.

Por otra parte, los niveles de los pasivos actuales y la abundante disponibilidad de reservas permiten afectar sin riesgos mayores parte de ellas, a los fines de cubrir los servicios de la deuda; ello permite liberar recursos para expandir la demanda interna, en la medida en que ello sea necesario y viable, conforme la evolución del ciclo económico. Sin duda, esto implica atender la deuda con reservas; pero esta vía nada especial significa, toda vez que siempre la deuda pública denominada en moneda extranjera se atiende utilizando las reservas que la sociedad guarda en el Banco Central. El punto básico reside aquí en no reducir los recursos fiscales necesarios para una política contracíclica, oportuna en estas circunstancias, mal que les pese a los voceros del ajuste recesivo. Por otro lado, es menester que el Presupuesto General de la Nación sea adecuadamente reformulado, a fin de incorporar estas previsiones.

Resulta claro que el actual cuadro de conflicto se origina más en la dinámica política que en el frente económico (con la salvedad de lo ya mencionado acerca de la inflación); y ésta por cierto es una apreciación que también comparten distintos analistas. Pero debe advertirse que a la larga, esta dinámica podrá afectar el plano económico, y en definitiva la vida del colectivo social. Por lo pronto, los “ruidos” políticos actuales en nada ayudan, por cierto, a esclarecer la real situación del país, frente a los acreedores. 3

Es imperativo entonces que la dirigencia alineada con un proyecto de desarrollo inclusivo esté dispuesta a actuar en consecuencia, construyendo los necesarios acuerdos que permitan apuntalar y no socavar una situación económica que luce sostenible.

Ello implica resignar posicionamientos que reflejan intereses personales, sectoriales, proselitistas o de mera búsqueda de acrecentar el poder político, respetando a la vez las formas y pautas institucionales. Lo que urge ahora es liberar energías transformadoras para encarar la deuda social, que representa la exclusión de uno de cada cinco argentinos.

Desde el Plan Fénix, exhortamos entonces a esta dirigencia a encarar la tarea. Lo hacemos desde la Universidad, y además desde un proyecto que agrupa a docentes e investigadores de diferentes tradiciones, orientaciones político-ideológicas o partidarias, en una experiencia que ha demostrado que tales diferencias no impiden trabajar en pro de objetivos comunes.

Plan Fénix

Buenos Aires, marzo de 2010

21Mar/100

Con la frente marchita

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Por: Walter Graziano
Economista 

¿Por qué la economía argentina debe afrontar tantos tropiezos si por primera vez en más de medio siglo se ha podido crecer a tasas asiáticas, generar empleo y multiplicar por seis las reservas externas en menos de diez años sin recurrir al fácil expediente de salir a tomar deuda en los mercados o con los bancos internacionales? ¿Por qué tanto descrédito local y tanta resistencia en el exterior, si el déficit fiscal argentino que se proyecta para 2010 -producido sobre todo por la crisis global- es menor que el de todos los países desarrollados, y apenas un quinto del norteamericano? Para meditar: aún en 2010, con todos los problemas que hay, la economía argentina califica mejor que la propia Alemania en cuanto a los criterios de Maastricht de la UE acerca de las relaciones de déficit fiscal y deuda pública con respecto al PBI. Claro que no significa que este plan sea perfecto, está muy lejos de ser una panacea, pero a pesar de sus varias falencias y puntos débiles, es indudablemente un plan innovador y superador con respecto a todos los que hemos vivido desde hace muchas décadas.

Debe tomarse conciencia de que a la Argentina no le ha ido mejor de casualidad. Los puntos débiles de la economía argentina son susceptibles de ser corregidos en el marco de este mismo plan, lo que daría un indudable nuevo espaldarazo al crecimiento de la economía argentina. A veces parece que ni siquiera es necesario ser economista o un entendido en materia económica para comprender esto. Sin embargo, cada día parece que estuviéramos frente a una verdadera «maquinaria» que pugna por tirarlo todo por la borda. ¿Qué ocurre entonces? Si al lector le interesan estos interrogantes, le propongo que los mantenga un rato en suspenso, lea lo que sigue, medite y luego intente, si no contestarlos -lo que sería demasiado ambicioso que lográramos sólo en un rato de meditación-, al menos sí intuir con base sólida algunas de las causas por las que ocurre la maraña de sucesos políticos y económicos extraños que a diario se observan, y por qué una muy buena parte de la oposición, engañada, actúa como si estuviera convencida de que el país marcha al caos económico, cuando en realidad eso está muy lejos de ocurrir.

Comencemos con la parte de la historia que da para esta nota: el lector seguramente sabe lo que es el G-20, el grupo de países que suplantó al G-7. Se reúne dos veces por año, y sus reuniones y decisiones son generalmente muy levantadas por los medios de comunicación. Lo que el lector probablemente desconoce es lo que es el G-30. Se trata de un grupo de 30 economistas y altísimos funcionarios de todo el mundo elegidos «a dedo» desde el Norte que se reúnen también dos veces por año, dos o tres días cada vez. Esas reuniones privadas, si bien no son formalmente secretas, sí son muy reservadas, a puertas cerradas, sin la presencia de periodistas ni medios, ni gente molesta, ni nadie que no haya sido especialmente invitado. Los medios generalmente ni mencionan su existencia, porque las agencias de noticias que manejan la información no cubren en general sus reuniones. Las cuestiones que allí se debaten a veces se anuncian en forma esporádica procurando un extremo bajo perfil. Si el lector cree que estamos macaneando, después de terminar de leer Ámbito Financiero puede ingresar al sitio web oficial de este ultraselecto «club financiero». Sugerimos empezar por la dirección web: http://www.group30. org/members. htm. Allí se podrá constatar que entre sus miembros se encuentran nada menos que Paul Volcker y Larry Summers por la administració n Obama; actuales y anteriores directivos de la Fed, como Janet Yellen, Roger Ferguson y Gerald Corrigan; el presidente del JP Morgan International, Jacob Frenkel; el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet; y altos actuales o ex funcionarios de éste, como Mario Draghi y Tommaso Padoa-Schioppa; el «niño mimado» de George Soros: Arminio Fraga Neto; los presidentes de los bancos centrales de Inglaterra, Mervyn King; de Israel, Stanley Fischer; de Japón, Massaki Shirakawa; y de China, Zhou Xiaochuan; y el del BIS, Jaime Caruana. También son miembros algunos de los economistas más reconocidos del mundo, como Paul Krugman, Martin Feldstein y Kenneth Rogoff, y varios otros grandes «pesos pesado» de la economía mundial, entre los que hay también un argentino, obviamente no designado por el Gobierno, sino elegido «a dedo» desde el Norte, como todos los demás.

¿Cómo actúa este grupo? Narraremos sólo un episodio bien reciente para que el lector tome acabada cuenta de la relevancia de sus decisiones y de cómo se manipulan y generan acontecimientos que luego parecen casuales, «terremotos» producidos de la nada. El G-30 se reunió por última vez a inicios de diciembre de 2009 en la sede de la Reserva Federal de Nueva York. La prensa, como siempre, cubrió en forma mínima o nula el evento. El lector recordará que hasta inicios de diciembre los mercados financieros globales estaban en franca recuperación, todo subía, y parecía que la crisis global se acababa muy rápido. Sin embargo, Frenkel (jefe del grupo junto con Volcker) y Fischer hicieron escuetas declaraciones en las que se mostraron muy preocupados por la situación fiscal de muchos países y expresaron que «los desafíos que afrontan las autoridades fiscales son más difíciles que los que afrontan las autoridades monetarias». En aquel momento, a inicios de diciembre pasado, nadie en todo el mundo hablaba acerca de preocupaciones fiscales. Por lo contrario, hasta aquel momento, se consideraba que los países de todo el mundo debían estimular sus economías con abultados déficits presupuestarios. La declaración del jefe del G-30 (ver: http://www.expansio n.com/2009/ 12/04/economia- politica/ economia/ 1259890866. html) fue la primera en ese sentido. ¡Y vaya si sería eficaz! Como por arte de magia, a las 24 horas de pronunciadas estas palabras, las tres grandes calificadoras de riesgo del mundo salieron en una especie de «raid aéreo» a derrumbar las calificaciones de Grecia, España y Portugal, y a avisar de posibles recortes adicionales en ésos y en otros países, y algunos grandes bancos comenzaron a ajustar sus créditos a los sectores privados de esos países. La suba de los mercados financieros terminó, y los resultados en cuanto a Europa son más que conocidos, al igual que los ocurridos en los mercados financieros en general. La «sugerencia» del G-30 fue clara: ajuste fiscal sin demora, en todos lados donde haya altos déficits, presumiblemente para que EE.UU. pueda seguir financiando el suyo sin graves consecuencias.

Vayamos ahora al caso argentino en particular. El lector comprenderá rápidamente por qué pasan algunas de las raras cosas que pasan todos los días. El representante argentino en el G-30 escribió a inicios de 2008 un dossier lapidario contra el país, para ser leído y publicado por ese selecto «club económico», que lo promociona y vende nada menos que en la principal página de su portal (http://www.group30. org/). En ese informe -a mi gusto, muy mediocre y superficial- , de 33 páginas, titulado en inglés «Distorting the Micro to Embellish the Macro» (Deformando la micro para embellecer la macro), se exageran enormemente los reales defectos del plan, e incluso en él se inventan, lisa y llanamente, algunos de ellos. Por ejemplo, se critica el tipo de cambio real alto del plan, que fue la base de la acumulación de reservas y de la generación de empleo y crecimiento; se habla de una irreal «inflación reprimida a la antigua» y de una tasa de inflación «real» para 2008 de hasta un exageradísimo 30%; se menciona, obviamente la adulteración de las estadísticas, como si aquí en los 90 hubieran sido muy fidedignas; se habla de una supuesta e inexistente gran similitud en la «manipulación del tipo de cambio» que la Argentina efectuaría en comparación con China, tema más que sensible e irritativo en EE.UU.; se dice que hay en la Argentina una irreal «baja tasa de ahorro» (el superávit externo habla claramente de lo contrario), y hasta se encuentra, increíblemente, que la oferta laboral en el país sería «ajustada». No se menciona ni una sola virtud del plan económico. Hasta los hechos positivos son presentados de manera muy negativa. Finalmente, se saca una torpe y liviana conclusión en el sentido de que «si acumular reservas es malo para China, no puede ser bueno para la Argentina». Obviamente, al momento de escribirse ese informe (que puede conseguirse gratuitamente en este sitio web: http://www.cavallo. com.ar/wp- content/uploads/ 2008/11/op77. pdf), se pronosticaba un muy lúgubre final para el plan, cosa que, obviamente, tampoco ocurrió. Pensemos un momento, entonces: la Argentina es un país chico, el tiempo que pueden brindarle las personas que manejan las finanzas mundiales no es mucho, y 33 páginas con el aval del G-30 son más que suficientes para invertir o no, para apoyar o no, para prestar o no.
Que 30 grandes «pesos pesado» del mundo de las finanzas tengan una visión distorsionada, exagerada e interesadamente negativa de la Argentina no es inocuo y, para colmo de males, tiene un efecto multiplicador. ¿Quiere la Argentina conseguir crédito en el exterior? Resulta prohibitivamente caro. ¿Quiere la Argentina normalizar y canjear ventajosamente su deuda? Se le pone todo tipo de trabas. ¿Quiere pagar su deuda con sus reservas? No aparece ningún apoyo internacional. ¿Quiere mejorar su imagen en el mundo? Se la critica intencionada y severamente en los medios internacionales especializados. Incluso, con gran desconocimiento, hasta se la presiona para que se ajuste fiscalmente, cuando en ese territorio se hicieron mucho mejor las cosas que en el resto del mundo. La maniobra no para allí, ni la hace una sola persona, sino un grupo. Así es como se mueven contactos en medios generando un clima artificial de agitación, se intenta convencer por mecanismos indirectos y sutiles a columnistas políticos, a economistas, a políticos opositores, se habla de eventuales tarifazos y descontrol inflacionario, con el presumible doble objetivo de desestabilizar y, a la vez, captar el apoyo de las grandes empresas privatizadas, y, como si esto fuera poco, hasta varios de los mismos personajes que ayudaron a crear la abultada deuda externa intentan ahora, del otro lado del mostrador, lucrar lo máximo posible con ésta, entorpeciendo y ayudando a posponer indefinidamente su renegociación, intentando que más tarde la Argentina deba pagar lo más posible. Para ello se usan meros artilugios, como el del debate del «no pago con reservas», a fin de que éstas suban de una forma artificial, con más deuda, y luego haya que pagar también más cara la renegociación. Incluso, parece usarse hábilmente hasta al Poder Judicial, probablemente genuinamente desprevenido de la maniobra, y hasta se busca, activamente, asesorar a particulares y fondos buitre para que se «sumen a la movida» desestabilizadora del canje y del debate de las reservas con consultoras radicadas en EE.UU. y estudios jurídicos en Buenos Aires. Y todo, con un claro objetivo en mente: volver. «Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando su retorno. Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor». A no equivocarse: no se trata de la vuelta de una persona con nombre y apellido, sino el intento de regreso al poder de un auténtico grupo.

12Mar/100

Canje, reservas y vuelta a los mercados

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11-03-2010 / 

Aldo Ferrer*

En el pasado, la economía estuvo sometida a dos tipos de restricciones: la externa y la fiscal. Desde la década de 1930 hasta la debacle del 2001/2002, predominaron desequilibrios en los pagos internacionales y en las finanzas públicas que determinaron la volatilidad de la actividad económica, la inflación crónica y el lento crecimiento. En ese escenario, se redujo radicalmente la libertad de maniobra de la política económica. A partir de 1976, el peso abrumador y creciente de la deuda externa sometió al país a los criterios de los mercados y las condicionalidades del FMI, con las consecuencias conocidas. En la mayor parte (1930-1983) del Segundo Centenario, las restricciones externa y fiscal fueron acompañadas por una tercera: la institucional.

La ausencia de reglas, para transar los conflictos, provocó repetidos golpes de Estado y un cuadro de inestabilidad que agravó los desequilibrios macroeconómicos.

La recuperación de la soberanía en el ejercicio de la política económica obedece a que, en el transcurso de esta década, aquellas dos restricciones (la externa y la fiscal) han sido sustituidas por los superávits gemelos, en el balance de pagos y en el Presupuesto. A su vez, la restricción institucional también ha sido resuelta como lo demuestra que todos los conflictos (por ejemplo, la resolución 125, las reformas de los regímenes previsional y de medios audiovisuales, el uso de las reservas del Banco Central), que involucran a los tres poderes del Estado, se tramitan conforme a las reglas de la Constitución. Base, ésta, esencial de la seguridad jurídica y el comportamiento ordenado de la economía.

En este escenario, apareció la iniciativa del nuevo canje de deuda, promovida por el Poder Ejecutivo con el apoyo de la oposición, expresado en el respaldo mayoritario del Congreso para la suspensión de la “ley cerrojo”, que prohibía la reapertura del exitoso canje del 2004. Los títulos (holdouts) que no entraron en ese canje, progresivamente, quedaron en manos de los especuladores denominados “fondos buitre”. Por todas las vías posibles, incluyendo las judiciales en tribunales del exterior, los mismos trataron de imponer embargos sobre activos argentinos en el exterior y perturbar las operaciones reales de comercio e inversiones privadas directas. Ninguna de estas iniciativas prosperó y la Argentina mantuvo normalmente sus relaciones económicas internacionales. En el plano financiero, sin embargo, a pesar de que, al fin y al cabo, el mercado respondió positivamente a la propuesta argentina de canje y el país recuperó los equilibrios macroeconómicos, se mantuvo la animosidad de los operadores financieros. Esto se explica por la heterodoxia aplicada por el país para resolver su crisis, vale decir, una estrategia en los antípodas del pensamiento convencional del mundo del dinero.

Para ratificar la voluntad del país de cumplir sus compromisos, se tomó la decisión de utilizar reservas del Banco Central. Supuestamente, estas acciones permitirían “la vuelta a los mercados” y acceder al crédito externo a tasas razonables. Es necesario relacionar esta estrategia con las condiciones actualmente vigentes en el país.

En tal sentido conviene analizar la oportunidad y conveniencia de la iniciativa, coincidente del oficialismo y la oposición, de reabrir el canje como un paso a “la vuelta a los mercados”. Por varios motivos. En primer lugar, porque no es seguro, sea cual fuere el grado de aceptación de este segundo canje, que se levante la animosidad contra la heterodoxia argentina y, efectivamente, se reanuden las corrientes de crédito externo a menores y razonables tasas de interés. En segundo lugar, porque el tema realmente pendiente en materia de deuda es con el Club de París y no los holdouts. En tercer lugar y más importante, porque en un país de la experiencia del nuestro la iniciativa desplaza a un segundo plano la primera prioridad que es seguir fortaleciendo lo que permitió salir de la crisis y crecer. Es decir, la movilización de los recursos propios.

La falta de acceso al crédito internacional no fue obstáculo alguno a la recuperación debido a los cambios estructurales profundos en la economía argentina, que tuvieron lugar en el transcurso de esta década, incluido el exitoso canje del 2004 y la cancelación de la deuda con el FMI. Sin embargo, el tema de la deuda ha vuelto a ocupar el centro del escenario y se debate hoy como si subsistieran las restricciones externa y fiscal que prevalecieron en el pasado cuando, actualmente, la situación es radicalmente distinta.

Recordemos que el ahorro argentino alcanza a casi el 30% del PBI (equivalente a más de u$s100.000 millones), que la economía viene operando con sustantivos superávits en la balanza comercial (más de u$s15.000 millones estimados para este año) y en la cuenta corriente equivalente al 3% del PBI. La fortaleza actual de la economía argentina permitió que, desde fines del 2007 hasta mediados del año pasado, salieron capitales propios por u$s40.000 millones (equivalentes al 20% del ahorro nacional), sin que la economía colapsara. La primera prioridad, por lo tanto, es retener y reciclar el ahorro interno en el proceso productivo, convenciéndonos de que el lugar más rentable y seguro para invertir nuestro ahorro es la Argentina. Después, todo lo demás, incluso “la vuelta a los mercados” internacionales, viene por añadidura.

Estamos observando que en torno de estas cuestiones, la mayor parte de la atención mediática y del debate está concentrada, nuevamente, en el financiamiento externo. Incluso se ha reavivado el antiguo problema de la “deuda odiosa”, es decir, aquella contraída por el último régimen de facto. Como señaló Benjamín Hopenhayn, esa vieja deuda probablemente ya fue pagada. El eventual resto subsistente fue presumiblemente cancelado con la quita sustantiva en el primer canje. Al reabrir viejos debates sin futuro, corremos el riesgo de desatender lo fundamental que es movilizar los recursos propios para el desarrollo económico y social y fortalecer, consecuentemente, la capacidad de decidir nuestro propio destino en el orden mundial globalizado.

¿Qué hacer ahora con el canje y el uso de las reservas? Respecto de lo primero, visto lo avanzado de la propuesta, lo mejor parece ser seguir adelante sin urgencia, porque nada fundamental depende del canje. Todos los que se adhieran aumentarán la proporción decisiva ya alcanzada en el primer y exitoso canje. Eso sí, por alto que resulte el porcentaje de adhesión a la operación en curso, conviene no hacerse ilusiones y suponer que esta “vuelta a los mercados” es la solución de los problemas del financiamiento del desarrollo. Sospecho, además, que subsistirá la animosidad con la heterodoxia argentina de los operadores de los mercados globales. En cualquier caso, conviene recordar que en los mercados ya estuvimos hasta el hartazgo, con los resultados conocidos. El problema no es estar o no en los mercados, sino cómo estar. La única forma de hacerlo, compatible con el interés nacional, es no depender de ellos, estar parado en los recursos propios y entonces sí, pueden surgir en los mercados muchas operaciones posibles mutuamente convenientes.

Respecto de las reservas del Banco Central para cancelar deuda, como vimos en mi nota en este mismo espacio (28/01/2010), es uno de los usos posibles en el contexto planteado en esa nota. La iniciativa es tramitada en el marco de las reglas de la Constitución y la intervención de los tres poderes del Estado de derecho. Sería importante que el debate sea el espacio para un tratamiento amplio y profundo de los problemas del financiamiento del desarrollo argentino y del Presupuesto, no una mera confrontación de mayorías relativas en las Cámaras del Congreso.

De todos modos, con o sin uso de reservas, con o sin canje, el país está en condiciones de cumplir sus compromisos externos y crecer. Los pagos de este año con reservas u otros recursos tienen una diferencia de tasa de interés, dato importante pero que no involucra la capacidad de pago. De todos modos, el pago con reservas es un recurso de una vez. En el mediano y largo plazo, son los recursos genuinos de la actividad corriente de la economía los que proporcionan los medios de pago. En resumen, es necesario que el debate actual no impida resolver los problemas fundamentales. Uno de ellos es afianzar la competitividad de la economía nacional para consolidar la fortaleza actual de sus pagos internacionales. Otro es apuntalar la solvencia fiscal.

Sobre esta segunda cuestión conviene recordar que, una vez iniciada la recuperación de los componentes de la demanda agregada (consumo, inversiones y exportaciones), no se justifica insistir en la inyección de demanda supletoria vía gasto público. La solvencia fiscal y la calidad del gasto recuperan así su papel fundamental en la gobernabilidad del sistema económico, la formación de las expectativas, la estabilidad y el desarrollo. No es preciso ajustar, es decir, bajar el gasto real indispensable para la oferta de bienes públicos. Sí es preciso acomodar el crecimiento del gasto público al de la recaudación, lo cual permitiría recuperar, a breve plazo, el superávit primario. De otro modo, un crecimiento persistente del gasto por encima de los recursos públicos lleva inevitablemente al endeudamiento, a la apreciación del tipo de cambio, a restablecer las restricciones externa y fiscal y, consecuentemente, a la pérdida de soberanía.

Por último, el otro gran tema es la inflación. Es preciso contener su impulso inercial, fortaleciendo los equilibrios macroeconómicos y una acción concertada de todos los instrumentos disponibles más la política de ingresos, afianzada en el diálogo y acuerdos entre los actores económicos y el Gobierno.

La Argentina ha logrado remover las tres restricciones, externa, fiscal e institucional que en el pasado frenaron su desarrollo. Subsiste una cuarta, resultado de las tres primeras: la restricción social resultante de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de las oportunidades. Para que sea posible el encomiable objetivo, destacado por la Presidenta de la Nación en su mensaje al Congreso, de alcanzar en el más breve plazo posible pobreza cero, es indispensable consolidar definitivamente el ejercicio soberano de la política económica de un país integrado al mundo en el comando de su propio destino. Éste ha sido el gran logro de esta década que, para consolidarse, requiere que no se repitan las políticas del pasado.

* Director editorial de Buenos Aires Económico

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10Mar/100

Discurso de Pepe Mujica a los intelectuales

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Queridos amigos:

La vida ha sido extraordinariamente generosa conmigo. Me ha dado un sinfín de satisfacciones más allá de lo que nunca me hubiera atrevido a soñar.

Casi todas son inmerecidas. Pero ninguna más que la de hoy: encontrarme ahora aquí, en el corazón de la democracia uruguaya, rodeado de cientos de cabezas pensantes.

¡Cabezas pensantes! A diestra y siniestra. Cabezas pensantes a troche y moche, cabezas pensantes pa’ tirar pa’ arriba.

¿Se acuerdan de Rico Mac Pato, aquel tío millonario del pato Donald que nadaba en una piscina llena de billetes? El tipo había desarrollado una sensualidad física por el dinero. Me gusta pensarme como alguien que le gusta darse baños en piscinas llenas de inteligencia ajena, de cultura ajena, de sabiduría ajena. Cuanto más ajena, mejor. Cuanto menos coincide con mis pequeños saberes, mejor.

El semanario BÚSQUEDA tiene una hermosa frase que usa como insignia: “Lo que digo no lo digo como hombre sabedor, sino buscando junto con vosotros”. Por una vez estamos de acuerdo. ¡Si estaremos de acuerdo!

Lo que digo, no lo digo como chacarero sabiondo, ni como payador leído, lo digo buscando con ustedes. Lo digo, buscando, porque sólo los ignorantes creen que la verdad es definitiva y maciza, cuando apenas es provisoria y gelatinosa. Hay que buscarla porque anda corriendo de escondite en escondite. Y pobre del que emprenda en soledad esta cacería. Hay que hacerlo con ustedes, con los que han hecho del trabajo intelectual la razón de su vida. Con los que están aquí y con los muchos más que no están.

DE TODAS LAS DISCIPLINAS

Si miran para el costado van a encontrar seguramente algunas caras conocidas porque se trata de gente que se desempeña en espacios de trabajo afines. Pero van a encontrar mucho más caras que les son desconocidas, porque la regla de esta convocatoria ha sido la heterogeneidad. Aquí están los que se dedican a trabajar con átomos y moléculas y los que se dedican a estudiar las reglas de la producción y el intercambio en la sociedad. Hay gente de las ciencias básicas y de su casi antípoda, las ciencias sociales; gente de la biología y del teatro, y de la música, de la educación, del derecho y del carnaval.

Y en tren de que no falte nada, hay gente de la economía, de la macroeconomía, de la microeconomía, de la economía comparada y hasta alguno de la economía doméstica. Todas cabezas pensantes, pero que piensan en distintas cosas y pueden contribuir desde sus distintas disciplinas a mejorar este país. Y mejorar este país significa muchas cosas, pero desde los acentos que queremos para esta jornada, mejorar el país significa empujar los complejos procesos que multipliquen por mil el poderío intelectual que aquí está reunido. Mejorar el país, significa que dentro de veinte años, para un acto como este no alcance el Estadio Centenario, porque al Uruguay le salen ingenieros, filósofos y artistas hasta por las orejas. No es que queramos un país que bata los récords mundiales por el puro placer de hacerlo. Es porque está demostrado que, una vez que la inteligencia adquiere un cierto grado de concentración en una sociedad, se hace contagiosa.

INTELIGENCIA DISTRIBUIDA

Si un día llenamos estadios de gente formada va a ser porque afuera, en la sociedad, hay cientos de miles de uruguayos que han cultivado su capacidad de pensar. La inteligencia que le rinde a un país es la inteligencia distribuida. Es la que no está sólo guardada en los laboratorios o las universidades, sino la que anda por la calle. La inteligencia que se usa para sembrar, para tornear, para manejar un autoelevador o para programar una computadora. Para cocinar, para atender bien a un turista, es la misma inteligencia. Unos subirán más escalones que otros, pero es la misma escalera. Y los peldaños de abajo son los mismos para la física nuclear que para el manejo de un campo. Para todo se precisa la misma mirada curiosa, hambrienta de conocimiento y muy inconformista. Se termina sabiendo, porque antes supimos estar incómodos por no saber. Aprendemos porque tenemos picazón y eso se adquiere por contagio cultural, casi cuando abrimos los ojos al mundo. Sueño con un país en el que los padres le muestren el pasto a los hijos chicos y le digan: “¿Sabés qué es eso?, es una planta procesadora de la energía del sol y de los minerales de la tierra”. O que les muestren el cielo estrellado y hagan piecito en ese espectáculo para hacerlos pensar en los cuerpos celestes, en la velocidad de la luz y en la transmisión de las ondas. Y no se preocupen, que esos uruguayos chicos igual van a seguir jugando al fútbol. Sólo que, en una de esas, mientras ven picar la pelota puedan pensar a la vez en la elasticidad de los materiales que la hacen rebotar.

CAPACIDAD DE INTERROGARSE

Había un dicho: “No le des pescado a un niño, enséñale a pescar”. Hoy deberíamos decir: “No le des un dato al niño, enséñale a pensar”. Tal como vamos, los depósitos de conocimiento no van a estar más dentro de nuestras cabezas, sino ahí afuera, disponibles para buscarlos por Internet. Ahí va a estar toda la información, todos los datos, todo lo que ya se sabe. En otras palabras, van a estar todas las respuestas. Lo que no van a estar son todas las preguntas. En la capacidad de interrogarse va a estar la cosa. En la capacidad de formular preguntas fecundas, que disparen nuevos esfuerzos de investigación y aprendizaje. Y eso está allá abajo, marcado casi en el hueso de nuestra cabeza, tan hondo que casi no tenemos conciencia. Simplemente aprendemos a mirar el mundo con un signo de interrogación, y esa se vuelve la manera natural de mirar el mundo. Se adquiere temprano y nos acompaña toda la vida. Y sobre todo, queridos amigos, se contagia. En todos los tiempos, han sido ustedes, los que se dedican a la actividad intelectual, los encargados de desparramar la semilla. O para decirlo con palabras que nos son muy queridas: ustedes han sido los encargados de encender la admirable alarma. Por favor, vayan y contagien. ¡No perdonen a nadie! Necesitamos un tipo de cultura que se propague en el aire, entre en los hogares, se cuele en las cocinas y esté hasta en el cuarto de baño. Cuando se consigue eso, se ganó el partido casi para siempre. Porque se quiebra la ignorancia esencial que hace débiles a muchos, una generación tras otra.

EL CONOCIMIENTO ES PLACER

Necesitamos masificar la inteligencia, primero que nada para hacernos productores más potentes. Y eso es casi una cuestión de supervivencia. Pero en esta vida, no se trata sólo de producir: también hay que disfrutar. Ustedes saben mejor que nadie que en el conocimiento y la cultura no sólo hay esfuerzo sino también placer. Dicen que la gente que trota por la rambla, llega un punto en el que entra en una especie de éxtasis donde ya no existe el cansancio y sólo queda el placer. Creo que con el conocimiento y la cultura pasa lo mismo. Llega un punto donde estudiar, o investigar, o aprender, ya no es un esfuerzo y es puro disfrute.  ¡Qué bueno sería que estos manjares estuvieran a disposición de mucha gente! Qué bueno sería, si en la canasta de la calidad de la vida que el Uruguay puede ofrecer a su gente, hubiera una buena cantidad de consumos intelectuales. No porque sea elegante sino porque es placentero. Porque se disfruta, con la misma intensidad con la que se puede disfrutar un plato de tallarines. ¡No hay una lista obligatoria de las cosas que nos hacen felices! Algunos pueden pensar que el mundo ideal es un lugar repleto de shopping centers. En ese mundo la gente es feliz porque todos pueden salir llenos de bolsas de ropa nueva y de cajas de electrodomésticos…

No tengo nada contra esa visión, sólo digo que no es la única posible. Digo que también podemos pensar en un país donde la gente elige arreglar las cosas en lugar de tirarlas, elige un auto chico en lugar de un auto grande, elige abrigarse en lugar de subir la calefacción. Despilfarrar no es lo que hacen las sociedades más maduras. Vayan a Holanda y vean las ciudades repletas de bicicletas. Allí se van a dar cuenta de que el consumismo no es la elección de la verdadera aristocracia de la humanidad. Es la elección de los noveleros y los frívolos.  Los holandeses andan en bicicleta, las usan para ir a trabajar pero también para ir a los conciertos o a los parques. Porque han llegado a un nivel en el que su felicidad cotidiana se alimenta tanto de consumos materiales como intelectuales.

Así que amigos, vayan y contagien el placer por el conocimiento. En paralelo, mi modesta contribución va a ser tratar de que los uruguayos anden de bicicleteada en bicicleteada…

INCONFORMISMO
Les pedía antes que contagien la mirada curiosa del mundo, que está en el ADN del trabajo intelectual. Y ahora agrando el pedido y les ruego que contagien inconformismo. Estoy convencido que este país necesita una nueva epidemia de inconformismo como la que los intelectuales generaron décadas atrás. En el Uruguay, los que estamos en el espacio político de la izquierda somos hijos o sobrinos de aquel semanario Marcha del gran Carlos Quijano. Aquella generación de intelectuales se había impuesto a sí misma la tarea de ser la conciencia crítica de la nación. Anduvieron con alfileres en la mano pinchando globos y desinflando mitos. Sobre todo el mito del Uruguay multicampeón. Campeón de la cultura, de la educación, del desarrollo social y de la democracia. ¡Qué íbamos a ser campeones de nada! Y menos en esos años, en las décadas de los cincuenta y sesenta, donde el único récord que supimos conseguir fue la del país de Latinoamérica que menos creció en veinte años. Sólo nos superó Haití en ese ranking. Esos intelectuales ayudaron a demoler aquel Uruguay de la siesta conformista. Con todos sus defectos, preferimos esta etapa, donde estamos más humildes y ubicados en la real estatura que tenemos en el mundo.

Pero tenemos que recuperar aquel inconformismo y tratar de metérselo debajo de la piel al Uruguay entero. Antes les decía que la inteligencia que le sirve a un país es la inteligencia distribuida. Ahora les digo que el inconformismo que le sirve a un país es el inconformismo distribuido. El que ha invadido la vida de todos los días y nos empuja a preguntarnos si lo que estoy haciendo no se puede hacer mejor. El inconformismo está en la naturaleza misma del trabajo que ustedes hacen. Se precisa que se nos haga a todos una segunda naturaleza. Una cultura del inconformismo es la que no nos deja parar hasta conseguir más kilos por hectárea de trigo o más litros por vaca lechera.  Todo, absolutamente todo, se puede hacer hoy un poco mejor que ayer. Desde tender la cama de un hotel a matrizar un circuito integrado. Necesitamos una epidemia de inconformismo. Y eso también es cultural, eso también se irradia desde el centro intelectual de la sociedad a su periferia. Es el inconformismo el que ha ganado el respeto a pequeñas sociedades y a lo que hacen. Ahí andan los suizos, cuatro gatos locos como nosotros, que se dan el lujo de andar por ahí vendiendo calidad suiza o precisión suiza. Yo diría que lo que de verdad venden es inteligencia e inconformismo suizos, ese que tienen desparramado por toda la sociedad.

LA EDUCACION ES EL CAMINO

Y amigos, el puente entre este hoy y ese mañana que queremos tiene un nombre y se llama educación. Y mire que es un puente largo y difícil de cruzar. Porque una cosa es la retórica de la educación y otra cosa es que nos decidamos a hacer los sacrificios que implica lanzar un gran esfuerzo educativo y sostenerlo en el tiempo.  Las inversiones en educación son de rendimiento lento, no le lucen a ningún gobierno, movilizan resistencias y obligan a postergar otras demandas. Pero hay que hacerlo. Se lo debemos a nuestros hijos y nietos. Y hay que hacerlo ahora, cuando todavía está fresco el milagro tecnológico de Internet y se abren oportunidades nunca vistas de acceso al conocimiento.  Yo me crié con la radio, vi nacer la televisión, después la televisión en colores, después las transmisiones por satélite. Después resultó que en mi televisor aparecían cuarenta canales, incluidos los que trasmitían en directo desde Estados Unidos, España e Italia. Después los celulares y después la computadora, que al principio sólo servía para procesar números. Cada una de esas veces, me quedé con la boca abierta. Pero ahora con Internet se me agotó la capacidad de sorpresa. Me siento como aquellos humanos que vieron una rueda por primera vez. O como los que vieron el fuego por primera vez. Uno siente que le tocó en suerte vivir un hito en la historia. Se están abriendo las puertas de todas las bibliotecas y de todos los museos; van a estar a disposición, todas las revistas científicas y todos los libros del mundo. Y probablemente todas las películas y todas las músicas del mundo. Es abrumador. Por eso necesitamos que todos los uruguayos y sobre todo los uruguayitos sepan nadar en ese torrente. Hay que subirse a esa corriente y navegar en ella como pez en el agua. Lo conseguiremos si está sólida esa matriz intelectual de la que hablábamos antes. Si nuestros chiquilines saben razonar en orden y saben hacerse las preguntas que valen la pena. Es como una carrera en dos pistas, allá arriba en el mundo el océano de información, acá abajo preparándonos para la navegación trasatlántica. Escuelas de tiempo completo, facultades en el interior, enseñanza terciaria masificada. Y probablemente, inglés desde el preescolar en la enseñanza pública. Porque el inglés no es el idioma que hablan los yanquis, es el idioma con el que los chinos se entienden con el mundo. No podemos estar afuera. No podemos dejar afuera a nuestros chiquilines. Esas son las herramientas que nos habilitan a interactuar con la explosión universal del conocimiento. Este mundo nuevo no nos simplifica la vida, nos la complica. Nos obliga a ir más lejos y más hondo en la educación. No hay tarea más grande delante de nosotros.

EL IDEALISMO AL SERVICIO DEL ESTADO

Queridos amigos, estamos en tiempos electorales. En benditos y malditos tiempos electorales. Malditos, porque nos ponen a pelear y a correr carreras entre nosotros. Benditos, porque nos permiten la convivencia civilizada. Y otra vez benditos, porque con todas sus imperfecciones, nos hacen dueños de nuestro destino. Aquí todos aprendimos que es preferible la peor democracia a la mejor dictadura. En los tiempos electorales, todos nos organizamos en grupos, fracciones y partidos, nos rodeamos de técnicos y profesionales, y desfilamos frente al soberano.
Hay adrenalina y entusiasmo.

Pero después, alguien gana y alguien pierde. Y eso no debería ser un drama. Con unos o con otros, la democracia uruguaya seguirá su camino e irá encontrando las fórmulas hacia el bienestar. Nos toque el lugar que nos toque, allí vamos a estar tratando de poner el hombro. Y estoy seguro de que ustedes también. La sociedad, el Estado y el Gobierno precisan de sus muchos talentos. Y precisan aún más de su actitud idealista. Los que estamos aquí, nos acercamos a la política para servir, NO para servirnos del Estado. La buena fe es nuestra única intransigencia. Casi todo lo demás es negociable.

Gracias por acompañarme

10Mar/103

El lado oculto de las reservas

Publicado por admin

Por: Walter Graziano
Economista

   
Desde hace un par de meses, todos los días, después de leer los diarios hago lo mismo: pellizcarme para salir de dudas acerca de si lo que leí es cierto, o si estoy soñando. Resulta que el Gobierno, de origen peronista, popular y de tendencia centroizquierdista, se ve en la obligación, por imperio de las circunstancias, de dedicar el 90% de sus energías al pago de la deuda externa, tema que se ha convertido en el eje central de la vida del país, para lo que se llega a apelar incluso hasta a terminología ligada al sentimiento nacional profundo que puedan albergar las masas. Es así como términos tales como «patriotismo» y «Bicentenario» se usan todas las semanas en relación con el giro de divisas al exterior para pagar deudas...

Si se observa lo que hay del otro lado del mostrador, el lugar para el asombro es indudablemente aún mayor: se puede observar a la flor y nata del liberalismo vernáculo más rancio, en el que se aglutinan, entre otros, dirigentes ligados a los círculos más elitistas de los sectores rurales, medios de comunicación centenarios de indudable tendencia librecambista, políticos de inocultable tendencia derechista, ex funcionarios de elitistas bancos extranjeros devenidos en políticos supuestamente preocupados por el bienestar del pueblo, columnistas políticos de inocultables estrechas relaciones con los sectores más recalcitrantes de los EE.UU., pensadores económicos partidarios del más acérrimo «laissez-faire» -aquel que propone que ni siquiera haya una moneda nacional, sino que cada banco emita la suya y el público elija- y hasta ex altos funcionarios que en los noventa aplicaron la convertibilidad, todos, pero todos, todos, mancomunados defendiendo el no pago de la deuda externa con reservas. Como si se pudiera pagar la deuda con «billetes del estanciero», o directamente, haciendo un corte de manga simbólico, no pagarla si no hay superávit fiscal. ¿Que diría un acreedor del país si se le hubiera dicho, al momento de comprar un bono argentino, que ese bono no se pagaría con las reservas? A no dudarlo, la deuda externa se pagó siempre con las reservas. Y cuando no se pagó fue porque... ¡no alcanzaban las reservas! Aun en los momentos de enorme y suculento superávit fiscal, la deuda externa se pagó... ¡con las reservas!

Y es muy fácil entenderlo dado que el superávit o el déficit fiscal es en pesos, mientras que la deuda externa hay que pagarla en dólares, por lo que de una u otra manera el Banco Central le otorga al Tesoro las reservas necesarias para pagar. De otra manera, los saltos abruptos para arriba y para abajo que experimentaría la cotización del dólar serían el tema diario de todos los argentinos. ¿Se imagina el lector lo que implicaría que un buen día, con superávit fiscal o sin él el Tesoro saliera a comprar unos quinientos millones de dólares para pagar un bono? Es por eso que siempre se pagó, se paga, y se pagará ... con las reservas.

¿Canibalismo?

Ahora bien, si esto es así, ¿cómo puede ser que se haya armado tamaño lío por este tema que nunca debería haber dejado de ser una cuestión meramente técnica? ¿Sólo por «canibalismo político»? Puede ser que una buena parte de la comedia de enredos que diariamente vivimos con las reservas provenga del típico chicaneo político que suele imperar en la Argentina. Pero en este caso particular, parece haber algo más atrás. Y parece tratarse de algo que si se ventilara

lo suficiente probablemente disuadiría a muchos de quienes hoy se oponen al pago de la deuda con las reservas a dejar de lado su actitud. Ocurre que atado al tema del pago de la deuda está -y no por casualidad- el tema del canje del remanente de la deuda, o sea, el paso que falta para normalizar del todo las relaciones económicas y financieras con el resto del mundo. El Gobierno desea que el canje de títulos de deuda se efectúe de manera ventajosa para el país, o sea que quienes tienen títulos de deuda impagos de la Argentina los canjeen por títulos nuevos con una quita nunca menor del 65% que recibieron los bonos que se canjearon en 2005. Por lo contrario, quienes fogonean la idea de cuidar las reservas a cualquier costo, lo que quieren es que 2010 y 2011 pasen lo más rápido posible, que el canje naufrague o no se haga, que el Banco Central acumule más y más reservas, sea mediante la compra de los excedentes de las exportaciones sobre las importaciones o sea impidiendo cualquier giro al Tesoro para que éste pague su deuda.

Así dadas las cosas, en 2012, estos acreedores hoy disfrazados de opositores comunes, y utilizando a una vasta mayoría de los genuinos opositores que hacen el lamentable papel de «idiotas útiles» a esta maniobra, podrían presionar a cualquier nuevo Gobierno para que solucione de manera definitiva el tema de la deuda de una manera mucho más ventajosa para los acreedores, o sea con una quita de deuda muy inferior al 65%, o incluso nula, dado que si las reservas siguieran batiendo récords tendrían el argumento de que el país contaría con los dólares suficientes para honrar sus compromisos sin ningún tipo de quita. Algunos acreedores de otros países, por ejemplo, de Perú, han logrado eso en el pasado y algunos estudios jurídicos radicados en Buenos Aires así como algunas consultoras radicadas por algunos argentinos en EE.UU. estarían detrás de esta inmensa maniobra que beneficiaría a los fondos buitre y a muchos que han comprado papeles de deuda argentina por centavos y perjudicaría seriamente al país, que quedaría con una deuda externa muy superior a la que resultaría si se procede a resolver la parte de la deuda que falta renegociar desde una posición de dureza y mientras las reservas aún no alcanzan cifras mayores.

A no confundirse entonces, a quienes se consideran a sí mismos auténticos y genuinos opositores del kirchnerismo, lo que les conviene es dejar que el Gobierno pueda resolver lo más rápido y lo mejor posible el tema de la deuda con la mayor quita posible, nunca menos del 65%. De otra manera, si alguna parte de la oposición ganara las elecciones en 2011, serán ellos quienes deban negociar este espinoso tema que se les puede transformar en un terrible dolor de cabeza si no logran imponer una quita al menos igual a la lograda en 2005, cuando el Banco Central tenía muchos menos dólares y el país aún estaba cerca del desastre de 2001-2002. Hay que resaltar que por eso es que en 2005 aún resultaba más fácil negociar quitas tan elevadas. Con el paso del tiempo es cada vez más difícil porque las reservas suben y el país va saliendo de lo peor de su crisis.

Vale la pena meditar un minuto acerca de las muy peligrosas consecuencias que tendría para el país aceptar una quita menor al 65% para el remanente de la deuda. Todos quienes aceptaron la renegociación de 2005 podrían accionar judicialmente contra la Argentina y eventualmente ganar esos juicios, lo que significaría un gran aumento en nuestra deuda externa sin ningún tipo de beneficio. Perderíamos todos. Aunque parezca paradójico entonces, hay que concluir que tanto al Gobierno como a la oposición genuina, la que se opone de buena fe, que sin duda debe ser una parte muy mayoritaria de ella, les conviene lo mismo en lo que se refiere a este tema en particular: o sea, que se termine cuanto antes la renegociación, y que la Argentina quede con la menor deuda posible, negociada en los mejores términos posibles. Para ello es imprescindible que la oposición comprenda que está siendo utilizada y manipulada por un reducido núcleo de argentinos que están operando y maniobrando hábilmente contra la Argentina, a favor de especuladores externos que compraron deuda por centavos y de fondos buitre.

Fuente: Ámbito Financiero

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