Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

11Jun/101

Entrevista y charla de Ricardo Forster en Bariloche:

“No hay que sentir miedo de la presencia de proyectos de país distintos”

El filósofo y ensayista se presentará hoy en Bariloche, en el marco de las jornadas de charlas y reflexiones organizadas por la CEB en este Bicentenario. Antes dialogó con KM FM. Opiniones sobre la profundidad del cambio de modelo, las críticas de la izquierda, la Ley de Comunicación, y una pregunta hiriente: ¿Cómo hubiese festejado Argentina si el Bicentenario se hubiese cumplido en 1995?.
El reportaje completo.

Periodista:
Conversamos con referentes de la comunicación, del pensamiento, de la literatura, y hemos encarado cada una de esas charlas consultando a nuestros interlocutores si estamos efectivamente ante un cambio profundo de modelo, que justifique y ordene muchas de las cosas que están sucediendo en la coyuntura política y económica nacional, algunos enfrentamientos, la diatriba, la discusión. ¿Cómo analiza Usted este momento histórico del país?
Forster:
creo que efectivamente estamos atravesando una época de cambios. Ha habido una inflexión muy clara en relación al modelo que dominó la Argentina en los años '90. Se va avanzando, creo que se va delineando posturas diferentes respecto a qué sociedad, que Estado, qué hacer con la riqueza y su distribución. Son debates extraordinarios y esenciales para una sociedad. Me parece que por supuesto lo abierto a partir del 2003 ha ido generando este tipo de debates que no es sólo una discusión académica o entre especialistas, sino que se está dando especialmente en el corazón de lo político, lo comunicacional, de lo social y de lo cultural, y eso me parece que le hace muy bien a una sociedad que había estado anquilosada, que había comprado muy rápidamente un modelo que fue un modelo de destrucción de la economía y del tejido social. Creo que estamos en un momento en el que la política vuelve a hacer no algo vinculado a lo jurídico, lo judicial, a la corrupción, sino que está vinculado a la necesidad de pensar qué sociedad, qué país, de qué manera queremos vivir los argentinos.
Periodista:
¿El debate ha calado lo suficientemente hondo para que se convierta en un debate cultural sobre el modelo que seguirá el país?.
Forster:
Yo creo que hay dos o tres acontecimientos en los últimos tiempos que dan cuenta de esto. El gran debate del año pasado alrededor de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, creo que no es sólo un debate sobre cuestiones tecnológicas o cuestiones abstractas de la comunicación, sino que fue un debate que atravesó lo que yo llamaría el litigio por la igualdad de la palabra. Cómo se distribuye la palabra, la imagen, la comunicación, la información en el interior de una sociedad democrática. Eso permitió hablar no sólo de comunicación sino que fue la posibilidad de hablar de cultura, de relación entre la Capital Federal macrocefálica y el interior del país, permitió debatir si la comunicación sólo tiene que ser privada o si las otras partes de la sociedad tienen derecho a tener instrumentos de comunicación.
Y creo que los acontecimientos festivos del Bicentenario, la construcción de un relato junto con esa multitud impresionante que vivió durante cuatro días en un clima de fiesta y serenidad el festejo, creo que también está mostrando que de algún modo se están discutiendo las cosas en la Argentina; que no se lo hace sólo en términos de la espectacularidad o del show mediático, sino que algo está pasando en el interior de nuestro pueblo, de nuestra sociedad que es muy interesante. Una sociedad que discute es una sociedad viva, que se hace cargo de sus conflictividades, es una sociedad que es capaz en democracia de procesarlas, y eso hay que ponerlo en evidencia, y que no hay que sentir miedo de la presencia de proyectos de país que efectivamente son distintos.
Periodista:
Desde la izquierda y algunos sectores de la intelectualidad se ha planteado este debate como un debate estrictamente simbólico, de apropiación por parte del gobierno nacional de elementos simbólicos para legitimar una política que en definitiva no modifica estructuralmente la economía, por ejemplo. ¿Cómo responde el gobierno, desde el punto de vista de su intelectualidad y de quienes lo acompañan, a esta acusación?
Forster:
A ver... la izquierda en la Argentina, y cierta izquierda en general, ha sido testimonial, siempre está señalando aquel objetivo de máxima que supuestamente lleve definitivamente a la sociedad al mejor de los mundos posibles; y tiende a perder de vista lo que sucede en el país real, en la sociedad material, en la vida concreta de los seres humanos. De algún modo a lo largo del tiempo ha quedado esclerosada, ha mirado dogmáticamente sin comprender cuál es la vida real y la complejidad de un tiempo social como este. Argentina atravesó yo diría que casi medio siglo de destrucción de un lógica de la equidad; se fue debilitando lo que se había logrado en términos de un Estado más equitativo, de una sociedad donde la riqueza estaba mejor distribuida, y en los últimos 30 o 40 años, desde mediados de la década del '70 y claramente desde Martínez de Hoz se fue rapiñando la parte de los trabajadores. Creo que en estos últimos años, y muy dificultosamente -porque la sociedad sufrió muchísimo heridas claves en su trama más profunda, sobre todo en la década de los '90, y previamente en la segunda mitad de los '70 y primera de los '80-, se fue de a poco avanzando sobre una transformación que no es sólo económica, sino que también tiene que ser cultural simbólica, es decir que el modelo neoliberal del capitalismo no es simplemente una cuestión económica, es una cuestión cultural, de construcción de sentido común que fue liquidando los vínculos de solidaridad entre las personas que transformó al individuo como puro consumidor en el sustrato de la ciudadanía. Todo eso implica un proceso cultural, político, económico de reconstrucción del mundo del trabajo, de la capacidad de los trabajadores organizados sindicalmente de defender sus intereses y no estar paralizados y en defensa, de recuperar el trabajo para que ese ejército de desocupados que salieron a resistir a través de los movimientos sociales hoy puedan dar una batalla de otro tipo. Creo que estamos en un momento interesante de la Argentina, interesante de América Latina, muy diverso, que no es homogéneo, que no estamos por supuesto construyendo el socialismo en la Argentina, si es lo que Usted me pregunta; estamos dentro de una sociedad que vive en el marco de una economía donde la esfera privada es fundamental, donde hay que reconstruir el Estado, la capacidad del Estado de regular, de intervenir en la vida económica, que hay que avanzar sobre una distribución muchísimo más equitativa de la riqueza. Porque no es una cuestión sólo de combatir la pobreza, ese es un discurso incluso neoliberal; sino hay que ir fundamentalmente sobre el problema de la desigualdad que es la trama estructural de la diferencia en la sociedad contemporánea. Si eso significa que se avanza y se va cristalizando una sociedad en condiciones de distribuir mejor su renta, y eso genera a su vez transformaciones en el mapa de lo económico y de lo cultural político y del vínculo de la sociedad civil con el Estado, y eso va generando condiciones para que se profundice la distribución de la riqueza, para que se avance sobre muchas otras zonas estratégicas de la vida social, eso lo dirá el tiempo, la capacidad de los sectores populares de organizarse mejor, de construir alternativas reales y que sean realizables en el mapa de la sociedad contemporánea. Lo demás son especulaciones un tanto falaces, especulaciones de gente que siempre se coloca en el lugar del bien supremo. Lo hicieron en otros momentos del país, incluso muchos de ellos lo hicieron durante el 2008 cuando se disputaba, nada más ni nada menos que la renta agraria, que es una de las rentas clave en el interior de la historia argentina, una parte de ese sector tomó posición claramente por la Mesa de Enlace. Entonces a veces hay que ver cómo cristalizan las cosas, como se lee la historia, cómo se lee el presente.
La izquierda no pasó por la historia del Siglo XX como si no hubiera tenido ninguna responsabilidad en su propia crisis. Hay crisis de paradigmas; tenemos que discutir muchísimas cosas. Yo no defiendo a libro cerrado lo que hace el gobierno en general. Creo que se abrió algo muy interesante a partir del 2003, creo que la política de derechos humanos no es simplemente un abstracto simbólico, sino que está cavando muy hondo en la demanda de justicia y memoria, que lo que está sucediendo con los juicios que se están llevando a cabo contra los genocidas están mostrando claramente eso; que la política latinoamericana no es simplemente una cuestión simbólica abstracta, sino que está reconstruyendo una historia clave si queremos imaginar la recuperación de ideales emancipatorios en un sentido continental. La Ley de Medios creo que es una profunda democratización en términos igualitarios de la circulación de la comunicación, la palabra y la información en la Argentina. Entonces yo creo que uno puede criticar, puede plantear lo que falta, puede decir que no hay una política clara medio ambiental, que falta una política que redefina la lógica impositiva en la Argentina, que quizás habría que hacer una Junta Nacional de Granos... tenemos tantas cosas para imaginar que tenemos que hacer, pero si nos instalamos en la década del '90 todo eso que hoy imaginamos como posible, parecía imposible.
Periodista:
Para trazar una línea con respecto al tema que lo ha convocado a Bariloche, que es este Bicentenario. Salvando las distancias y particularidades, y pido complicidad en este sentido, ¿podríamos decir que hoy estamos más cerca del espíritu que dominó la Revolución de Mayo hace 200 años; que de la consolidación del modelo del Centenario?
Forster:
Sin ninguna duda. A veces es muy interesante ver como cada época redefine y reinterpreta el pasado. La Argentina del primer Centenario era una Argentina organizada por un proyecto liberal conservador, de un Estado excluyente; que tuvo sus logros en la construcción de la Nación Argentina, en educación pasó ahí algo fundamental; pero en términos de modelo económico, de democracia restringida, en términos incluso de represión a aquellos que pensaban de una manera distinta, fundamentalmente los que eran portadores de los ideales propios de los trabajadores, socialistas y anarquistas. Se construyó un Estado represivo, una Argentina que se imaginaba agroexportadora, girando alrededor de una elite oligárquica que manejaba y ordenaba el concepto y la materialidad de lo que se llamaba el Estado republicano. Ahora estamos en una situación diferente, estamos tratando de discutir una sociedad más integradas, que sea capaz de proyectarse en términos de una mejor distribución de la riqueza, de cara a América Latina. Aquella sociedad sólo se miraba en el espejo europeo. La invitada fue la Infanta Isabel, y ahora vinieron gran parte de los Presidentes sudamericanos y se inauguró el Salón de los Patriotas Latinoamericanos donde nos encontramos con Salvador Allende, con Emiliano Zapata, con el Che, con Evita, con Sandino, con Bolívar, en una simbología completamente otra de la historia latinoamericana y argentina. Me parece que efectivamente estamos en lugares distintos. Yo le dejaría como reflexión a los oyentes, imagínense si la Revolución de Mayo hubiera sucedido en 1795 y hubiéramos tenido que festejar el Bicentenario en 1995, ¿qué estética, qué relato, qué es “espectáculo”, y qué hubiéramos festejado en esa década que dejamos a nuestras espaldas? Interesante para preguntarse esto.
Fuente: Agencia de Noticias de Bariloche

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