Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

13Ago/110

Aniversario. El día en que la clase media murió…

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Por Michael Moore.

Estados Unidos.

En formato “carta” Michael Moore describe la declinación de la clase media de Estados Unidos. Transparente y ácido, Michael Moore rescata y reescribe la historia en un texto polémico al mismo tiempo que esclarecedor. Por cierto, como otros análisis sobre Estados Unidos, no podía faltar el rol de algunos sectores cristianos.

Amigos:

De tanto en tanto, alguno de los que aun no han cumplido 30 años me pregunta: “¿Cuándo comenzó todo esto, cuando los EE.UU. comenzaron a declinar?

Me dicen, he oído decir que hubo un tiempo en que la gente trabajadora podía mantener una familia, mandar los chicos al colegio, con solo el ingreso de uno de los padres (y que los colegios en estados como California y Nueva York eran casi gratuitos). En que todo aquel que quería tener un trabajo decentemente pagado, lo conseguía. En que la gente trabajaba solo cinco días por semana, ocho horas por día, que disponía libre e íntegramente su fin de semana y que tenía vacaciones pagas todos los veranos. Que en todos los trabajos había sindicatos, desde los repositores de los mercados hasta el muchacho que pintaba tu casa y no importaba cuan modesto fuere tu trabajo tenías asegurada una jubilación, ascensos ocasionales, seguro de salud y alguien que te defendiera si eras maltratado.

La gente joven ha oído hablar de ese mítico tiempo – pero no era un mito, era realidad. Y cuando me preguntan “¿Cuando terminó aquello?” Les contesto: “Terminó el 5 de agosto de 1981”

En esa fecha hace treinta años, los Grandes Empresarios y la Derecha decidieron “lograrlo”. Es decir. ver entonces si podían destruir la clase media para poder ser más ricos.

Y lo lograron!

El 5 de agosto de 1981, el presidente Ronald Reagan despidió a todos los afiliados del sindicato de Controladores del tráfico aéreo (PATCO) que desafiaron su orden de volver al trabajo y declaró ilegal su sindicato. Habían hecho una huelga de dos días.

Había sido un movimiento valiente y temerario. Nadie lo había intentado antes. Lo que lo volvió más valiente fue que PATCO había sido uno de los solamente tres sindicatos que habían apoyado a Reagan para presidente! De modo que produjo un shock que se transmitió como una oleada entre los trabajadores del país. Si él podía hacerle esto a los trabajadores que lo apoyaban,¿ qué es lo que podría hacernos a nosotros?

Reagan había sido respaldado por Wall Street en su carrera hacia la Casa Blanca y ellos junto a la derecha cristiana querían reestructurar los EE.UU. y dar marcha atrás a la corriente que había iniciado el presidente Franklin D. Roosevelt, una corriente que intentaba mejorar la vida de la clase media.

Los ricos odiaban pagar más impuestos y brindar beneficios. Odiaban cada vez más pagar impuestos. Despreciaban a los sindicatos.

La derecha cristiana odiaba todo lo que sonara a socialismo o a darle una mano a las minorías o a las mujeres.

Reagan prometió terminar con todo eso. De modo que cuando los controladores aéreos declararon la huelga, encontró el momento oportuno. Despidiendo a cada uno de ellos y declarando a su sindicato fuera de la ley, envió un mensaje claro y contundente. Los tiempos en que la clase media tenía un pasar confortable se habían terminado. Desde ese momento los EE.UU. seguirían este camino:

*Los super ricos, lo serían más, mucho, mucho más y el resto se disputaría las migajas que ellos dejaran caer.

*¡Todo el mundo deberá trabajar! Mamá, papá, los adolescentes en su casa. Papá tendrá un segundo trabajo! A los chicos se les entregará la llave de la casa! Los padres llegaran a casa a tiempo para acostarlos!

*Cincuenta millones no tendrán seguro de salud! Y las compañías de seguros de salud decidirán a quién quieren atender – o no.

*Los sindicatos son el demonio! Usted no deberá afiliarse a un sindicato! Usted no necesita abogados! Cállese la boca y vuelva al trabajo! No usted no puede retirarse. Sus chicos pueden cocinar su propia comida.

*¿Usted quiere ir al colegio secundario? No hay problema – solo firme aquí y se endeudará con el banco durante los próximos veinte años!

*¿Qué? ¿Un aumento? ¡Vuelva a su trabajo y cállese la boca!

Y así fue. Pero Reagan no podría haber impulsado solo esto en 1981. Tuvo una buena ayuda.

La AFL-CIO.

La organización sindical más importante de los EE.UU. llamó a sus miembros a romper con los controladores de tránsito aéreo y volver al trabajo. Y fue lo que hicieron los sindicalistas. La Unión de pilotos, los despachantes de vuelos, los conductores de transporte aeroportuario, los maleteros – todos rompieron la huelga. Y todos los sindicalistas de todos los sectores rompieron la huelga y volvieron a volar. Fue la Navidad en agosto para la Corporación Usamericana.

Y ese fue el principio del fin.

Reagan y los republicanos se dieron cuenta de que podían seguir adelante con todo – y lo hicieron. Les redujeron los impuestos a los ricos. Le hicieron a usted más difícil organizar un sindicato en su lugar de trabajo. Eliminaron las reglamentaciones de seguridad laboral, ignoraron las leyes antimonopolios y permitieron que cientos de empresas se fusionaran o fueran compradas y cerradas.

Se congelaron los salarios y amenazaron con trasladarse a países de ultramar si los trabajadores no aceptaban salarios más bajos y menos beneficios. Y cuando los trabajadores aceptaron trabajar con menores remuneraciones, ellos de todas maneras, trasladaron sus empleos a ultramar.

Y los usamericanos siguieron paso a paso este camino. Hubo alguna pequeña oposición o contraataque. Pero las “masas” no lograron levantarse para proteger sus empleos, sus casas, sus escuelas (que solían ser las mejores del mundo). Solo aceptaron su destino y aguantaron los golpes.

Me he preguntado a menudo que hubiera pasado si hubiéramos dejado de volar, en aquel momento, en 1981. Si todos los sindicatos le hubieran dicho a Reagan “Devuélvales sus trabajos a los controladores o tiraremos el país abajo!” Usted sabe lo que hubiera pasado. La élite corporativa y Reagan, su delfín, hubieran dado marcha atrás.

Pero no lo hicimos, Y así poco a poco, golpe a golpe, en los siguientes 30 años, los dueños del poder han destruido la clase media de nuestro país y de paso han arruinado el futuro de la juventud. Los salarios han permanecido estancados en los últimos treinta años. Fíjense en las estadísticas y podrán ver que cada una de las declinaciones que estamos sufriendo tienen su origen en 1981 (hay una pequeña escena que lo ilustra en mi último filme).

Todo comenzó un día como hoy hace treinta años. Uno de los días más negros de la historia usamericana. Y dejamos que nos sucediera.

Tenían el dinero, los medios y la policía. Pero nosotros éramos 200 millones. Pregúntese que hubiera pasado si 200 millones hubieran tomado conciencia y amado a su país, su vida, su trabajo, sus fines de semana, su tiempo junto a sus hijos.

¿Nos hemos sublevado? ¿Qué estamos esperando? Olvídense del 20% que apoya al Tea Party- nosotros somos el otro 80%.

Esta declinación solo se terminará si nosotros lo pedimos. Pero no solo a través de un pedido on line o un tweet. Vamos a apagar el televisor y la computadora y los videogames y a salir a las calles (como lo hicieron en Wisconsin). Algunos de ustedes deberán manifestar ante la administración local el año que viene.

Necesitamos que también los demócratas dejen de recibir dinero de las corporaciones o se aparten.

¿Cuándo es suficiente, suficiente? El sueño de la clase media no reaparecerá mágicamente. Los planes de Wall Street son claros. Usamérica será una nación con Quienes tienen mucho y Quienes no tienen nada ¿Le parece bien?

¿Porqué no detenernos a pensar sobre los pasitos que podemos ir dando para cambiar esto a nuestro alrededor, en el barrio, en el lugar de trabajo, en la escuela? ¿Hay algún día mejor que el de hoy para comenzar? Suyo. Michael Moore. +(PE)

Traducción Susana Merino.

11Ago/110

Krugman y quién llora por quién

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Por Mario Pappoport*

Economía y aparato productivo
Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en BAE)
Con la crisis mundial, los escenarios artificiales creados por la especulación y la codicia se derrumban y el mundo, si alguna vez lloraba por la Argentina al estilo Hollywood, en una canción que se hizo muy popular en su época -quizás por eso de que no nos tocaba más que a nosotros, los demás escuchaban el llanto desde las tribunas- ahora tiene a muchos países para cantarla, pero cambiando el nombre y llorando por ellos mismos. El problema es que la salida que se busca a la crisis mundial actual vuelve a ser equivocada, como lo fue la que nos llevó a la nuestra y habría que preguntarse por qué.
¿Cuál es la razón que tienen aquellos que no quieren abandonar las viejas recetas ya vencidas? La solución que ofrece el Congreso norteamericano es, en palabras de Paul Krugman “un desastre, y no sólo para el presidente Obama y su partido. Esto dañará la ya deprimida economía norteamericana...”A largo plazo hará que el problema del déficit empeore, llevará a Estados Unidos al estatus de una “república bananera”.

En un valioso artículo de enero de 2002, titulado “Llorar por la Argentina” el mismo Krugman decía casi de manera premonitoria: “Pese a que las imágenes de las revueltas en Argentina han pasado por las pantallas de nuestros televisores, en Estados Unidos a casi nadie le importan … La política económica argentina llevaba el sello ”made in Washington” impreso en todas partes. El fracaso catastrófico de esa política es, en primer lugar, un desastre para los argentinos, pero también para la política exterior de Estados Unidos …Argentina, más que cualquier otro país en vías de desarrollo, se adhirió a las promesas del ‘neoliberalismo’ que promocionó Estados Unidos”. La respuesta que daba Krugman entonces estaba clara: “La mejor solución para que la Argentina de un giro en redondo sería la de una devaluación ordenada…el nuevo gobierno de Argentina –cuando exista– hará retroceder el reloj. Impondrá cuotas de importación, con lo que dará la espalda a los mercados mundiales: no se sorprenda si también vuelve a la antigua retórica antinorteamericana”. “Permítame –continuaba- hacer una predicción: esa política retrógrada funcionará, en el sentido de que generará un mejoría transitoria de la situación económica, al igual que lo hicieron estrategias similares en la década de 1930”. “A largo plazo como decía Keynes –concluía– estamos todos muertos”. Pero ocho años de crecimiento -ahora lo reconoce- y en medio de una crisis mundial, ya no significa sólo resolver una emergencia.
De todos modos, esta no era sólo una predicción que venía del norte. El 23 de diciembre de 2001, en una entrevista para un diario de Río Negro, el que esto escribe decía: “a fin de lograr la tranquilidad de los ahorristas es conveniente que la economía marche a una pesificación y luego a una flotación cambiaria. Obviamente hay que salir de la convertibilidad…Si se desdolariza la economía se vuelve a recobrar una política monetaria” Y agregaba “En este momento la gente necesita trabajo, tener poder adquisitivo, esto es lo principal…” Tiene que haber “… una política cambiaria que privilegie al sector comercial, que detenga cualquier tipo de fuga de capitales.” “La salida de la convertibilidad no es la única solución, también es preciso –continuaba– “…una reactivación productiva en donde los diversos sectores tengan que participar plenamente, comenzar a reindustrializar el país y volver a pensar en el mercado interno. Acá se vivió la fantasía de que la Argentina podía ser un país exportador para aprovechar un mercado de 6.000 millones de consumidores y mató de hambre a 14 millones.” Los resultados de haber realizado la política que nos sacó de la crisis están a la vista. La casa se derrumbó y se empezó a construir otra.
Es claro que siempre tenemos nuestros enemigos internos. Uno de ellos sublevó al mismo Krugman, cuando afirmó que la Argentina no era un país serio. Esto llevó al economista estadounidense a escribir un artículo en el New York Times, donde después de demostrar con un gráfico contundente el notable crecimiento argentino luego del default, decía en forma irónica que cuando éramos serios, de acuerdo al criterio de los organismos internacionales, nos fue muy mal, ahora que habíamos dejado de serlo otros deberían tomar nuestro ejemplo, como en el caso de Grecia, pero también el de los propios Estados Unidos.
Ya desde los comienzos de la actual crisis mundial Krugman pensaba en una solución para el conjunto de la economía mundial, sin ser demasiado oído. En un libro reciente, reafirmado luego en una carta pública al presidente Obama, el renombrado economista sostenía: “El mundo requiere cambios importantes en sus políticas públicas […} Su objetivo debería ser completar el trabajo del New Deal”. Pero más que completar, lo que quiere expresar Krugman es la necesidad de “retomar” los puntos de partida de aquella experiencia, borrada luego por posteriores gobiernos estadounidenses.
No por casualidad, una revista económica europea hace una “extraña” comparación económica de la situación de Estados Unidos, cuando su deuda federal autorizada por el Congreso estaba por superar el 100% de su PIB, con la de la Argentina del 2001-2002. Pero el país del norte parece no haber aprendido nada de su propio pasado. Para no caer en default, la solución tomada es, como se suponía, un mayor endeudamiento y la reducción del gasto público sin tocar los intereses de los más pudientes. Al igual que lo que sucede en Europa.
Esto nos hace recordar las políticas de Hoover en 1929, que condujeron a una profunda depresión de la economía del norte. Sólo cabe preguntarse si se trata de políticas suicidas, si un mal de alzheimer afecta a la sociedad norteamericana o si, al menos, para algunos, esas medidas tienen algún sentido. En este caso el exterminio económico no es general sino selectivo. Los sectores de más altos ingresos quedan a salvo porque no se toca el sistema tributario, es decir que no aportan más a la comunidad para ayudar a solventar la crisis. Sí se afecta en lo inmediato a los sectores de más bajos recursos; a los que se les reduce la ayuda social, se les niega el seguro médico, se les bajan salarios y jubilaciones o se los separa del sistema productivo condenándolo, por lo general, por el resto de sus vidas, a la desocupación.
Mientras tanto, la Argentina y los países sudamericanos que han sabido sobrellevar la crisis aplicando políticas contracíclicas –las que alaba Krugman-, ahora reunidos en la Unasur, hablan de blindar las economías de la región para evitar lo que ocurrió en los años 70 o 90, cuando los poderosos de entonces volcaron sus excedentes poco rentables en la periferia provocando pocos años más tarde la formidable crisis de la deuda externa. Pero los países del sur del continente, vacunados de la experiencia de esos capitales que van y vienen como tsunamis dejando tierras arrasadas, han decidido tomar medidas comunes en las políticas económicas y productivas, para lo cual se convocó a una reunión urgente de los ministros de economía de la región. No es cuestión de transformar otra vez las lágrimas ajenas en propias.
*El autor es historiador.

11Ago/110

Elecciones y plataformas económicas

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Por Guillermo Wierzba *

Hay un clásico debate acerca de la democracia y la representatividad. Una discusión que lleva implícitas ideas contradictorias respecto de esos conceptos. La definición de “gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo” tributa a la tradición que entiende a la primera en su versión sustantiva, constituyendo la elección de representantes una forma que permite, en sociedades multitudinarias, resolver el ejercicio del poder. Sin embargo las elecciones tienen en sí mismas una tensión antagónica: por una parte permiten una expresión popular, a la vez que son un acto de alienación del poder radicado en el pueblo, por el que éste lo delega en sus representantes. Esto ha permitido, en la otra vertiente, la mutación de la idea de la democracia en una pura propuesta formal, un régimen de representatividad donde las elecciones serían en sí mismas el acto democrático. La democracia quedaría como sinónimo de delegación.
La tensión entre una democracia rica en contenido y otra exclusivamente de formas se expresa en distintos climas y estilos electorales. El neoliberalismo generalizó una dinámica electoral en la que las campañas fueron signadas por ofertas de productos (candidatos) a consumidores (votantes), para que éstos elijan cuál de ellos sería el más apropiado para gestionar el Estado. Quedaba implícita una única y naturalizada política, impuesta por los poderes fácticos.
Con la recuperación de la política como instrumento transformador de la realidad, el desalojo de la lógica del pensamiento único y la reintroducción del ideario del autogobierno, el dispositivo de la democracia sustantiva ha reintroducido en América latina, y en particular en Argentina, la discusión de distintos programas y proyectos de país. Hoy no se trata sólo de optar por una figura, sino de elegir el propio destino de la nación y del pueblo al que se pertenece.
Así readquieren valor –en el actual proceso electoral– las plataformas electorales de los partidos, en ellas está la propuesta de país que se piensa construir. Plataformas sometidas al ostracismo durante el neoliberalismo, devaluadas a una formalidad llena de palabras huecas, hoy recobran su rol de expresar programas bien distintos (muchas veces antagónicos) de país.
El análisis de las propuestas económicas de un grupo de ellas resulta elocuente. El Frente Amplio Progresista, que postula a Binner, propone como primer instrumento de su modelo macroeconómico “el establecimiento de un esquema de metas de inflación como ancla antiinflacionaria”, más adelante le adiciona “una regla fiscal que garantice la sustentabilidad de la deuda”. En su discurso se refiere al “financiamiento inflacionario del gasto creciente”. El enfoque sustenta que la cuestión de la inflación es la de primer orden en la economía, promete aplicar lo que el FMI recomienda, que es el aludido esquema de metas, y caracteriza de inflacionario al gasto. El referente económico de la fuerza (Angel Sciara) sostiene que las causas de la inflación son un mix entre expectativas y exacerbación de la demanda, mientras que el candidato a presidente expresa que la tarea es dinamizar la inversión privada, merituando su rol frente al de inversión pública. Estas caracterizaciones y propuestas son contradictorias y regresivas frente a la política en curso. El esquema de metas de inflación, el diagnóstico de exacerbación de la demanda y la caracterización de gasto inflacionario concurren a un camino de enfriamiento de la economía. Entonces, en ese escenario, frente al cual la inversión privada que se pregona no se vería atraída por el ritmo del crecimiento, ¿se trataría de mejorar el “clima de negocios”? El proyecto de ley de entidades financieras del diputado Milman, dirigente de una de las fuerzas del Frente, conlleva al continuismo de la Ley 21.526 en sus aspectos fundamentales: permite hacer todo lo que no está prohibido a los bancos y no prevé regulaciones efectivas sobre las tasas de interés. Esta plataforma está situada en el paradigma de los socialismos europeos que renunciaron a sus propuestas reformistas y gestionan programas de “consistencia fiscal” ortodoxos e ineficientes. No existe mención a la instrumentación de política de ingresos –precios y salarios– ni a regulaciones de la tasa de ganancia ni al papel de las empresas concentradas en la formación de precios, claves tradicionales de las propuestas reformistas.
La “Propuesta para una Economía Sostenible” de la Coalición Cívica, que postula a Elisa Carrió, también ubica la inflación como “la primera gran incertidumbre que enfrenta nuestra economía”. Sostiene que “sin moneda no hay desarrollo”, ingenuidad que invierte el orden causal, pues sin desarrollo una nación no puede tener una moneda fuerte que cumpla el rol de reserva de valor. Propone como fin de la política monetaria la inflación baja y defiende la independencia del BCRA como su condición. También adhiere al esquema de “metas de inflación”. Esta propuesta es, en forma acabada, la que atiende a las demandas de los capitales financieros globales. Se opone al pago de deuda con reservas, insinúa su preferencia por una suba de las tasas de interés, se pronuncia por una reducción del gasto público y por la construcción de un fondo de ahorro durante los años buenos. Su diagnóstico respecto del tipo de cambio presupone una intención devaluacionista. Es la plataforma del ajuste, la devaluación y la inserción en la financiarización.
La plataforma de la UCR está construida sobre un discurso en el que no existen precisiones sobre rumbos e instrumentos de política económica. Más bien es una declaración de intenciones. Insinúa su oposición al uso de reservas, enuncia una política gradual de eliminación de las retenciones y ubica en el centro de los objetivos macro las políticas antiinflacionarias. De todos modos, la orientación del candidato a vicepresidente, en una fuerza como el radicalismo, constituye una señal inequívoca de la dirección económica que proponen: “amistad” con los mercados. El estilo del escrito no se ha hecho eco del retorno de los debates de fondo a la política nacional y realiza, en el mismo estilo del PRO y Durán Barba, una formulación imprecisa en medidas que devendrían en un futuro encantador.
Las “Propuestas para un nuevo rumbo”, de Duhalde, luego de indicar como necesarias las reformas estructurales de orden neoliberal llevadas a cabo en el continente –es la única que lo hace explícitamente–, adjudica el crecimiento económico al argumento del “viento de cola” y critica los controles de precios y las limitaciones a las importaciones. Condena el uso de las reservas internacionales y de los fondos previsionales. También propone un esquema de metas de inflación. El resto del programa radica en un conjunto de políticas de corte ofertista. Sostiene la posibilidad de mejorar la distribución del ingreso sin puja distributiva mientras se “erradicaría” la inflación, al tiempo que se crecería a altas tasas. Hace elogios apologéticos de la globalización y centra su preocupación en la “confiabilidad externa”. Es tributaria del pensamiento neoclásico y refuta conceptos clave del estructuralismo latinoamericano.
La lectura de los proyectos analizados conduce a ubicarlos, en términos de las claves de sus propuestas de política macroeconómica, en la polaridad opuesta al rumbo seguido por el Gobierno, reafirmado por la plataforma del Frente para la Victoria. Mientras ésta prioriza la reinstauración de una sociedad de pleno empleo, aquéllos coinciden en la urgencia de políticas de estabilización y de restricción fiscal. La profundización de la crisis europea debe prender un alerta respecto de las consecuencias de la adopción del cambio de rumbo que propone la oposición.
* Economista y profesor de la UBA.

4Ago/110

Últimas noticias de vivir con lo nuestro por Aldo Ferrer

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Diario Buenos Aires Económico, contratapa 04/08/2011
Los acontecimientos recientes en la economía mundial transmiten mensajes muy claros a los países emergentes como la Argentina. Es necesario tomar nota de los mismos para fortalecer la estrategia de desarrollo económico y social, que permita el despliegue del potencial del país, a niveles de creciente densidad científica y tecnológica, inclusión social y equidad distributiva.
Entre esos acontecimientos, conviene prestar atención preferente a los siguientes: El apalancamiento incesante del gasto con incrementos de deuda privada y/o pública tiende a exceder la capacidad de pago de los deudores. Cuando los mercados registran el hecho, se interrumpe el refinanciamiento de la deuda y estalla la crisis de deuda soberana y privada.

La contracción consecuente del consumo y la inversión debilita la actividad económica y el empleo. La tentativa de recomponer la capacidad de pago y la “confianza de los mercados” con políticas de ajuste fiscal, deprime aún más la economía.

El desequilibrio fiscal aumenta porque la recaudación tiende a caer más que el gasto. En el marco de programas de ayuda externa a través de “prestamistas de última instancia”, la imposición de reformas estructurales y la rigurosidad del ajuste, implican la pérdida de gobernabilidad y una cesión extrema de soberanía a agentes externos.

El mensaje: es necesario apalancar el gasto con incrementos de los ingresos reales destinados al consumo y la inversión, movilizar plenamente el ahorro interno y mantener los niveles de deuda en límites manejables con la capacidad de pagos interna y externa.

El aumento de las exportaciones y el superávit del balance comercial pueden contribuir a la recuperación en el marco de políticas consistentes de equilibrio macroeconómico. La flotación del tipo de cambio y la fijación de la paridad por el mercado, somete los pagos internacionales a los movimientos de capitales especulativos y, en el caso, de las economías que descansan principalmente en la exportación de commodities, a la apreciación persistente de la paridad, fenómeno conocido como la “enfermedad holandesa”.

El mensaje: es necesario mantener tipos de cambio administrados a una paridad competitiva para la totalidad de la producción sujeta a la competencia internacional y controlar el movimiento de capitales especulativos.

Asimismo, mantener niveles de reservas internacionales que permitan administrar los shocks externos, sin necesidad de recurrir a prestamistas de última instancia, cuyas condicionalidades agravan los problemas e implican severas cesiones de la capacidad de decidir la propia política económica.

La administración de la moneda por una autoridad independiente, desvinculada de la conducción de toda la política económica, genera una fractura en la administración de la economía y subordina la autoridad monetaria a los intereses de los mercados financieros.

Una de las expresiones de esta situación es la prioridad absoluta de la contención del aumento de precios (“metas de inflación”) dentro de la política monetaria, desatendiendo objetivos esenciales de la economía real y el empleo.

El mensaje: la política monetaria es un instrumento esencial de toda la política económica y debe ser administrada en coordinación con los otros instrumentos, en Las inversiones privadas directas son un aporte importante para el desarrollo económico a través de la incorporación de ciencia y tecnología, apertura de nuevos mercados y participación en cadenas transnacionales de valor.

La utilidad de ese aporte no se logra con la apertura indiscriminada a todo tipo de inversión extranjera, sino con la orientación de la misma hacia los objetivos fundamentales del desarrollo económico y social. Ejemplos importantes de este tipo de política selectiva, no indiscriminada, de incorporación de inversión extranjera, se encuentran en la República de Corea y otras economías exitosas de Asia.

El mensaje: la presencia de la inversión extranjera es positiva cuando forma parte de un proceso profundo de industrialización, integración de las cadenas de valor, protagonismo del empresariado local y políticas públicas soberanas defensoras del desarrollo nacional.

El neoliberalismo promueve la desregulación y apertura indiscriminada de los mercados, la privatización también indiscriminada de empresas públicas y la reducción del Estado a simple garante de la seguridad y el libre funcionamiento de los mercados.

La experiencia argentina y en otros países de América latina y del resto del mundo, revela que esa visión es incompatible con el proceso de desarrollo y genera desequilibrios que culminan en crisis y grave deterioro de las condiciones sociales.

La crisis financiera global desatada en 2007/08, revela la inviabilidad de esta estrategia. Sin embargo, las políticas prevalecientes en el mundo desarrollado, el “centro” según la definición de Raúl Prebisch, siguen reflejando el predominio del enfoque neoliberal y, en definitiva, la influencia que conservan los mercados financieros.

El mensaje. Debemos observar la realidad desde nuestras propias perspectivas, no someternos al “pensamiento céntrico”, que es funcional a los intereses de los países dominantes del sistema. El fundamentalismo neoliberal plantea que, en las condiciones contemporáneas de la globalización, los países periféricos, como la Argentina, no conservan poder suficiente para trazar su propio camino de desarrollo en el mundo tal cual es.

En consecuencia, la única política posible es “transmitir señales amistosas a los mercados” para seducirlos, atraer inversiones y crecer. En la Argentina, ésta fue la estrategia en el largo período de la hegemonía neoliberal. La experiencia de los países más exitosos de Asia y la nuestra después de la salida de la crisis del 2001/2, revela la falsedad de este supuesto.

Los países emergentes con suficiente “densidad nacional”, conservan poder para conducir su propio desarrollo e inserción internacional, manteniendo relaciones simétricas, no subordinadas, con el resto del mundo.

El mensaje: los países emergentes, como los de América latina, no tienen, al menos, todavía, capacidad suficiente para influir en la transformación de las relaciones económicas internacionales, pero conservan un poder decisivo para impulsar su desarrollo y decidir su propio camino en el orden global.

El cambio es posible. Este conjunto de mensajes está en línea con planteo de “vivir con lo nuestro”. Es decir, la concepción del desarrollo como un proceso de construcción en el espacio territorial de un país impulsado por la fortaleza de la densidad nacional.

Es decir, la cohesión e inclusión social con la participación de todos los actores sociales en los frutos del desarrollo, liderazgos que acumulan poder desplegando el potencial disponible abriendo cauces a la inclusión social y la incorporación de la ciencia y la tecnología, instituciones estables capaces de transar los conflictos en el marco de la estabilidad política y la construcción de un pensamiento crítico defensor de los intereses del país y su gente que exprese, como propuso Arturo Jauretche, “lo universal visto por nosotros mismos”.

En resumen, los mensajes que transmiten los acontecimientos recientes de la economía mundial confirman lo que sabemos, desde hace mucho tiempo.

4Ago/110

“El ciclo de endeudamiento concluyó con Kirchner”

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Por Alejandro Rofman. Economista del Plan Fenix

Estamos en presencia de un cambio de ciclo. Veníamos de uno que subía la deuda en forma recurrente desde la dictadura, cuando pasó desde U$S 5000 millones a la caída de Isabel, hasta los U$S 25 mil millones, cuando se fueron los militares. Se creó una bola de nieve porque nunca se logró un nivel de superávit fiscal y endeudamiento a tasas aceptables como para hacer frente a la deuda. Estamos en el ciclo inverso desde 2005, cuando Néstor Kirchner, en una de sus acciones más elogiosas, logró la reducción de la deuda luego del default. En este ciclo de desendeudamiento, el Estado no toma más crédito para cancelar deuda y se van pagando los compromisos según el cronograma surgido de la reestructuración.
Esto es muy saludable porque reduce el nivel de la deuda pública, no se compromete financieramente al Estado y no se pasa por ningún sistema de control como el que impone el FMI. En este momento los intereses representan anualmente menos de la mitad de lo que eran en el peor momento de la crisis y el monto de lo adeudado, que llegó a ser mucho mayor que el 100% del PBI, está en el 44%, pero la mitad está en manos del propio Estado, de modo tal que el real nivel de exposición es del 22% del PBI. Hay que tener en cuenta que la deuda pública representa en los Estados Unidos el 110% del PBI; en Italia, el 100%; en Grecia, el 150%; y que el promedio de la Unión Europea es del 90% del PBI. Eso marca una enorme diferencia.
El gobierno de Kirchner va a pasar a la historia como el que logró los mayores éxitos en la gestión económica por los ocho años consecutivos de crecimiento económico que llevaron a una expansión de la economía del 70% respecto del nivel de 2002; por la gestión de la deuda; y los superávit comercial y fiscal, todos logros que antes parecían imposibles.
En este gobierno hay una política definida a dar solvencia a las finanzas públicas, que pasa por tener aversión al endeudamiento público y por cancelar deudas históricas, además de tener recuperada para el Estado la soberanía de fijar criterios de plazos e intereses de la deuda para hacerla sustentable.
Diario Buenos Aires Económico, contratapa 04/08/2011