Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

27Dic/110

¿QUIEN MATO A CRISTIAN FERREYRA? Juan Carlos Pavoni*

En principio, muchos conocen y creen la versión del MOCASE y los testigos del hecho. Fueron dos sicarios, asesinos a sueldo de un poderoso y el asesino intelectual santafesino Jorge Ciccioli que expandió sus negocios desde su tierra natal a otras que le son –en todo sentido- AJENAS.
Pero, ¿cuales fueron las razones para llevar a cabo tamaño juvenicido? Podemos obtener respuestas desde muy diversos ángulos. Yo como Ingeniero Agrónomo y hombre de comarcas rurales, sin ignorar que el problema de base, consiste en la inadecuada distribución de la propiedad de la tierra agrícola en nuestro país, elijo una: LA SOJIZACIÓN. Esto es, la expansión descontrolada de un cultivo que, de la mano de la ambición desmedida y la voracidad ilimitada, genera grandes riquezas individuales y grandes contribuciones a un Estado exhausto por anteriores despojos, de los mismos y/o parecidos miembros de un grupo de aprovechadores de todas las circunstancias que les permitan apoderarse de lo ajeno.
No es esta la ocasión, ni el lugar para las contundentes cifras que demuestran que la soja, fue y continúa siendo la gran responsable -y los sojeros los grandes beneficiarios- de la gran expansión de nuestra frontera agrícola. La exigencia que nos acucia es saber desentrañar el futuro desde lo actuado en el presente, no solo para evitar nuevas y repudiables muertes como esta, pero también para impedir que el país, sea cada vez más propiedad de unos pocos poderosos, en perjuicio de la inmensa mayoría del pueblo, y en ella, principalmente de los más desposeídos de nuestra historia nacional. Desde mi profesión no encuentro mejor forma de mirar ese futuro, que analizando el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020, elaborado por el Ministerio del área.
¿Cómo decir sin tediosa explicación, que ese plan denota la presencia de ideas neoliberales residuales en las instituciones del Estado? El PEA es presentado como plan estratégico participativo; pese a lo cual es necesario que alguien trasmita que en el país existe una visión alternativa –que no está contenida en dicho plan- y es esencialmente diferente a la que expresa el mundo de los agronegocios, defensor sin cortapisa de la idea de un crecimiento expansivo de los negocios y no de un desarrollo autentico en beneficio del país y de nuestro pueblo.
Desde la convicción profunda surgida de la experiencia de más de 20 años, percibimos la influencia determinante del neoliberalismo en el crecimiento expansivo de nuestra producción agropecuaria. Este plan no puede más que agravar los problemas ya presentes, de insustentabilidad de la producción, destrucción de nuestros recursos boscosos, agresión a la naturaleza (que es mucho más que el medioambiente) y concentración de la tierra en mano de “productores” ajenos a la misma, modernos mercaderes, siempre de paso, organizando proyectos extractivos expoliadores, vendidos engañosamente como grandes emprendimientos tecnológicos.
El Ministerio especializado y sus equipos técnicos, seguramente conocen que el incremento de 8 millones de hectáreas de cultivos en 10 años, supone obtener las mismas desde tierras ganaderas y forestales (cosa que ya se ha venido haciendo indecorosamente) y que dichas tierras tienen características que las hacen sumamente frágiles para la producción agrícola. Supone además que el incremento de la producción de 100 a 157 millones de toneladas (en realidad una proyección lineal de la producción actual a una tasa del 5 % anual, aún superior a la del 4,5 % que le precedió en el último quinquenio), solo es posible –y quizás ni tan siquiera- con un modelo productivo que afectará seriamente al recurso tierra, a la totalidad del ambiente y a la situación social de muchos integrantes de la comunidad rural. Supone también que, lejos de apuntalar la soberanía y seguridad alimentaria de nuestro pueblo/país, la producción de alimentos genuinos, seguirá viéndose afectada por la captura de tierras destinadas a ellos.
Este PEA 2020 no debiera ser incluido –sin una adecuada revisión que modifique algunos de sus objetivos básicos- en el proyecto de país que reiteradamente anuncia nuestra Presidenta y que muchos argentinos que la apoyamos, deseamos. Este es un plan que, duele decirlo, en su retórica es nac&pop pero en su contenido teórico y prospectiva de resultados es no el más deseado, pero si muy satisfactorio para los sectores que desde el mercado, sostienen las tesis neoliberales de un crecimiento en detrimento del desarrollo.
Para muestra creo que basta este botón, que extraigo del dialogo entre Pablo Galand/Miradas al Sur y Pablo Adreani, (consultor de “la city”, director de la consultora Agripac –desde donde baja línea al mundo de los Agronegocios-, columnista especializado del diario La Nación y conferencista de cuanto evento del “agribusiness” se organiza): Periodista – ¿El cambio que percibe se dio a partir de la llegada de Domínguez a Agricultura? Adreani -Yo diría que sí. Es probable que Domínguez haya tenido una postura más cercana a la realidad y los tiempos biológicos del sector. – ¿ Ve, por lo tanto, que hay una mayor comprensión de parte del Gobierno de la problemática del sector agropecuario? –Yo creo que sí. – ¿Qué habría que hacer para asegurarse una producción constante tan alta? –Esto es muy simple. Si se les garantizara a los productores que de acá a 10 años las retenciones bajan 3 puntos por año y que a cambio de eso les exija una producción de 200 millones de toneladas, seguro que se logra. Eso es política de Estado.
Aunque resulte una obviedad, es necesario resaltar que este es el gato encerrado en las propuestas del mercado: Saquen las retenciones y todo se arregla solo. Claramente una franca desvergüenza.
Que el Ministerio de Agricultura jugó un papel relevante para destrabar las relaciones Gobierno-Mesa de Enlace y que se ejercitó con fuerte habilidad política para ello, queda fuera de discusión, pero de allí a las concesiones que le hace el Plan 2020 “al mercado”, hay una considerable distancia, que habremos de pagar caro todos los argentinos. Seguro que, esto no es lo que quiere nuestra Presidenta, ni siquiera el equipo del Ministro Domínguez; pero acordemos que es necesario reforzar conocimiento y pensamiento crítico para enfrentar esta realidad y aportar las soluciones reclamadas por ella.
La percepción es que el daño infligido al país durante el conflicto con la 125, ha provocado un “efecto colateral” y que aún no se encuentran las herramientas apropiadas para sostener un proyecto agropecuario alternativo; que no afecte los ingresos fiscales, pero tampoco los antes mencionados eslabones sociales y productivos que es necesario proteger.
Sería el mejor homenaje a Cristian Ferreyra, una pronta corrección del mencionado plan estratégico y las políticas agropecuarias, para darle coherencia al accionar del área con el resto de los objetivos enunciados desde la misma presidencia de la Nación.
Noviembre 21 de 2011.
*Ing. Agr. Juan Carlos Pavoni. Alteragro, Asoc. Civil

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