Desarrollo
Por Jorge Molinero
He leído con atención e interés el artículo de Eduardo Dvorkin. Entra en un terreno poco analizado por nosotros en la CECA, y es cuales son los caminos posibles para el desarrollo. Parte del análisis de commodities industriales Lo que parece estar detrás de su idea son los de origen no agropecuario(acero, química y petroquímica básica, papel, etc.), ya que hay commodities industriales de origen agropecuario como el crushing de soja (pellets) que se obtiene en grandes fábricas capital intensivo/materia prima intensiva a la vera del Paraná, y es uno de los commodities de mayor relevancia para la economía argentina.
Como sea, analiza a partir de commodities de uso extendido las posibilidades de encadenamientos up-stream (aguas arriba) o down-stream (aguas abajo), en donde aparecen otras industrias de mayor valor agregado. Indica que son extranjeras en general las aguas arriba (proveedoras de insumos y equipos de producción a la fábrica de commodities) y que aguas abajo las cadenas de valor se desarrollan normalmente con firmas nacionales para el consumo interno.
El objetivo, según Dvorkin, es desarrollar valor agregado en las industrias de mayor utilización de mano de obra, que identifica, en forma derivada de sus premisas, aguas abajo de la productora de commodities industriales.
Hablemos de los sectores industriales de relevancia en Argentina.Techint es el productor de aceros varios, en forma de commodities a partir de equipamiento extranjero y materia prima también extranjera, con una complejidad tecnológica importante y una masiva utilización de capital. Esto es, la relación entre mano de obra empleada y capital utilizado es baja en comparación con las industrias aguas abajo, a pesar que como empresa emplea miles de obreros.
Hacia abajo no son todos "bolichitos" los que utilizan sus productos como insumos importantes. Pensemos en la chapa para la industria del automóvil, industria madura que en si misma utiliza poca mano de obra pues el alto valor agregado de un automóvil está más concentrado en sus proveedores que en la terminal en sí (en la época del Falcon la integración nacional alcanzaba al 90 %, mientras que actualmente no supera el 40 % en el mejor de los casos). Las terminales son todas extranjeras, e integradas regional y globalmente. El complejo automotor, sus autopartes y las industrias que lo abastecen (acero, plástico, químico, eléctrico, hardware y software electrónicos, etc.) son aproximadamente el 35 % del valor agregado de la industria nacional, y sus exportaciones son las más significativas dentro de la industria, con destino Brasil en más del 80 %.
Se pueden ejemplificar también las industrias químicas básicas y su utilización en la industria farmacéutica tambien, o la del petróleo, la petroquímica básica y la amplia utilización de derivados de la petroquímica, desde los distintos materiales para uso industrial ("poli" algo, como poliestireno, etc.) hasta la importantísima industria de fertilizantes para uso agrario.
En todos los casos, las industrias aguas abajo desarrollan la tecnología en función del mercado a que pueden atender. Si el mercado es poco importante en volumen y poco sofisticado en productos a solicitar, la tecnología a utilizar será más atrasada que si el volumen justifica el cambio o la sofisticación obliga a la superación.
El tema es ¿qué tecnología usará un productor medio en un país de desarrollo intermedio como Argentina, con un poder de compra elevado para la región pero bajo comparado con EEUU o Europa, y una dimensión de 40 millones de habitantes?
Aquí es donde Dvorkin supone que no se produce la incorporación de tecnología necesaria para recorrer el camino hacia el desarrollo (ejemplificado aquí como agregación de valor en las industrias down stream o aguas abajo), y deduce que la única alternativa es el Estado como productor, al concluir que "Un complejo Estado-pymes-organismos de I+D actuando eficientemente en la concreción de políticas de desarrollo definidas desde la conducción del Estado aparece como la única estrategia viable para complejizar la producción argentina y para avanzar en el camino del desarrollo inclusivo."
Aquí se produce un salto lógico. De ser el Estado una de las posibilidades de complejizar la producción (industrial) argentina, pasa a ser la única estrategia viable. ¿Es válido este salto? Veamos la realidad y las experiencias de otros países que pasaron de ser economías atrasadas a industriales de alta complejidad.
A posteriori de la Segunda Guerra Mundial son varios los países que pasaron de un estadio agrario o de desarrollo atrasado a países industriales, con mayor o menor sofisticación, y en todos ellos el Estado tuvo una presencia importante, ora como productor, ora como indicador de políticas con la utilización de herramientas promocionales al sector privado. En el campo socialista tanto la Unión Soviética que tuvo que rehacer gran parte de lo perdido en la guerra, como los nuevos países de Europa Oriental se lanzaron en un programa de industrialización a marcha forzada. China los siguió a partir de 1949, con características diferentes a partir de 1960 (alejamiento de Mao de la Unión Soviética). En el campo capitalista merecen destacarse los éxitos en desarrollo industrial de los países de Asia, en especial la retomada industrial de Japón, más notoriamente de Corea del Sur, y luego del cambio hacia el capitalismo de Estado, la República Popular China.
La experiencia del Estado como exclusivo productor que representó el campo socialista, fue entrando en contradicciones internas, frenando su impulso inicial y para mediados de los años ochenta hacía agua en varios países. La productividad no crecía, (no se "agregaba más valor" en los términos actualmente en uso), los bienes no se sofisticaban, la tecnología era atrasada y cada vez más alejada de la imperante en cada sector industrial comparado de los países capitalistas.
En los países asiáticos el mayor éxito en cuanto a desarrollo se produjo en los mencionados Japón a partir de los cincuenta, Corea a partir de los sesenta y China a partir de los ochenta. La "onda´" más larga hasta el momento está representada por el crecimiento acelerado de China, con más de 30 años de crecimiento del orden del 10 % anual, traccionado por la industria que no cesa de revolucionar sus métodos productivos, elevando la productividad media del país, aunque acelerando la diferenciación social original, un país muy igualitario en la época del socialismo de Mao tse Tung.
En las experiencias más cercanas de Corea y China se encuentran varios elementos de alta presencia del Estado, pero no necesariamente como productor.
Corea, que inicia su proceso de industrialización en 1960 bajo la dictadura del Gral. Lee, con un ingreso per càpita de u$s 50 (hoy más de 20.000) combina un feroz anticomunismo en lo político, con una fuerte presencia del Estado en la economía. Pocas empresas pertenecían al Estado, quizá el caso más paradigmático fue la acería Posam, actualmente una de las más grandes y eficientes del mundo. Corea interpretó que necesitaba una industria básica de commodities de acero para desarrollar el resto de la industria, en especial la naval (hoy son los líderes en este tema) y creó, en un país anticomunista, la más eficiente y poderosa industria de acero, manejada por un general amigo de Lee en forma cuartelera pero suficientemente eficiente como para haber logrado los beneficios para sí y para el desarrollo aguas abajo del resto de la industria metalúrgica coreana.
A nivel de aguas abajo no fue el estado como empresario sino el estado como promotor con políticas de apoyo (créditos, precios subvencionados, protección arancelaria, etc.) que en las palabras de Alice Amdsem fue "poner los precios deliberadamente mal", para que los capitalistas se guiaran por el set de precios propuesto por el Estado y no por el mercado.
Ejemplo: si un automóvil extranjero puesto en Corea costaba u$s 5.000 y fabricado por ellos ascendía, en condiciones de mercado, a u$s 7.000, el Estado ponía un arancel del 50 % para la importación (pasaba a costar u$s 7.500) y le daba créditos blandos para invertir y precios preferenciales del acero, con la condición que en determinada cantidad de años exportara automóviles por debajo del precio de u$s 5.000 vigente en el mercado. Si lo lograba, seguirían los apoyos en otros sectores más complejos que el maduro mercado del automotor, si no lo lograban, los castigos serían ejemplares.
Algo semejante ocurre en China, con presencia mayor del Estado como productor, herencia de un pasado socialista revertido a capitalismo de Estado. La característica en todos los casos ha sido que la estructura política del Estado (y el Ejercito) han tenido más fuerza que sus burguesías industriales, que fueron creadas deliberadamente en estos años para la misión de desarrollar el país al tiempo que se enriquecían.
Sobre el desarrollo industrial comparado entre países socialistas, de capitalismo temprano y del actual capitalismo de Estado oriental podemos escribir largo y tendido. Pero el objetivo es mostrar que no existe una sola vía de intervención de la sociedad sobre la economìa para que ésta actúe en beneficio del conjunto y no exclusivamente de los capitalistas industriales o del sector que se elija.
Así como hay veces en que es necesaria que el Estado sea productor, en los sectores clave como energía, combustibles, etc. al menos en el sector inicial (commodities industriales o llave de otros procesos) no necesariamente es la única opción "aguas abajo" en las etapas de mayor valor agregado y diferenciación de productos y procesos.
Lo que sin duda es una condición absolutamente necesaria, para países de desarrollo intermedio como Argentina, si queremos desarrollar la industria agregando valor y actualizando tecnologicamente para dar cabida a trabajadores de crecientes salarios, es una presencia importante del Estado en todas sus formas y no solamente como productor. Del Estado Ausente debemos pasar al Estado Presente, como productor en aquellos nudos que ningún otro podría desatar, y como promotor beneficiador-controlador, con premios pero también con castigos en otras áreas que se quiera desarrollar.
*integrante de la Comisión de Econoía de Carta Abierta
¿Te gustó este artículo?
Aún no hay trackbacks.
Leave a comment