Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

8Feb/130

EUROPA EN SU LABERINTO

EUROPA EN SU LABERINTO

por Jorge Molinero

Desde septiembre de 2008, cuando en Estados Unidos estalló la crisis de las hipotecas subprime, todos los países centrales entraron también en ella, siendo al momento actual Europa el centro de la tormenta.
Las razones por las cuales la persistencia de la crisis se manifiestan más en el viejo continente que en Estados Unidos han sido motivo de análisis, lo mismo que la persistencia de la crisis en el lejano Japón, que parece nunca haber levantado cabeza después de su propia crisis de especulación inmobiliaria de principios de los noventa del siglo pasado.
Trataremos en lo que sigue, de entender las diferencias entre el derrotero de EEUU y Europa, especialmente de la zona Euro, y las posibles resoluciones de esta crisis.

Para sintetizar los motivos últimos de la crisis en el centro, podemos decir que se originan en el cambio de paradigma que se terminó de imponer en los años ochenta del siglo pasado. Los “años dorados” de la postguerra habían traído bienestar para las grandes mayorías pero al costo de reducción de la tasa de ganancias para el capital, mayor inflación por puja redistributiva y desafío a la prerrogativa del capital en la definición de sus cursos de acción. Cuando el keynesianismo de postguerra no pudo hallar las recetas para continuar el crecimiento sin estas contradicciones para el capital, fue que se produjo la reacción conservadora conocida como neoliberalismo. Esa reacción ya estaba en marcha y triunfante en los principales países, especialmente Gran Bretaña (1979) y EEUU (1980), cuando se produce la implosión del campo socialista entre 1989 (caída del Muro de Berlín) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).
La apertura comercial y financiera, la desregulación bancaria montada desde el New Deal (1934) en adelante, la “flexibilización salarial”, etc. se impusieron y en los primeros años el crecimiento económico se revitalizó, al tiempo que maduraban las industrias fruto del cambio tecnológico en el campo de la computación, las comunicaciones e Internet.
El resultado fue un incremento significativo de la productividad en los países centrales con un incremento casi nulo de los salarios reales de los trabajadores, tanto de la industria como de los servicios, y una división cada vez más marcada al interior de los distintos asalariados, con pocos ganadores (sector financiero, servicios especializados) y muchos perdedores (industrias maduras, servicios simples, etc.).
La tasa de ganancias se rehizo en todos los países centrales y parecía que la hegemonía del capital había logrado el equilibrio necesario para eternizar las nuevas relaciones de distribución entre capital y trabajo, con una posición dominante del capital financiero por sobre el industrial y comercial, y una posición subordinada del conjunto de los trabajadores asalariados, la inmensa mayoría de las poblaciones centrales. Estas mayorías están formadas al momento actual por una minoría en reducción de asalariados industriales y una mayoría significativa de asalariados de servicios, parte significativa de servidores públicos, educación y salud.
Sin embargo, este nuevo “equilibrio” no duró mucho, pues la hegemonía del capital sobre el trabajo en los países centrales se exacerbó al nivel que la concentración de riqueza en el pináculo de la estructura social, no permitía la realización de la capacidad de producción incrementada por los aumentos de la productividad general.
Es el momento en que se expande el crédito para que el consumo no caiga y el resto es conocido, las burbujas especulativas, que a inicios del siglo XXI fueron las punto com en 2008 estallan por la especulación inmobiliaria, primero en Estados Unidos y luego en Europa, siendo España la más afectada por esta especulación, pero no la única con problemas (Islandia, Gran Bretaña, Irlanda, Italia, Portugal y Grecia también fueron afectadas seriamente, el resto con menor intensidad).
¿Por qué el proceso que se absorbió parcialmente en EEUU y Gran Bretaña no cesa de agravarse en los países del sur de la zona Euro? Porque a la ola especulativa se le suma que al momento de buscar resolución, la Europa del Euro no es una nación sino un conjunto de naciones con una moneda que ellos no emiten y que está regulado por la economía principal, la de Alemania.
Hay que explicar, muy brevemente, por qué el Euro, que era una panacea, ahora es un problema para muchas economías. La base del tema es la diferencia de productividades y de variaciones de precios y salarios entre los distintos integrantes del Euro.
Si al momento de ingreso en el Euro – aparte de un conjunto de condicionalidades que no analizaremos aquí para no complicar en análisis – los tipos de cambio utilizados hubiesen expresado un equilibrio y luego la evolución hubiese sido pareja en todos ellos, no habría habido desequilibrios mayores. Pero a varios países les pasó algo parecido a la Convertibilidad en Argentina.
Ejemplifiquémoslo con España, país cercano para nosotros y cuya realidad es más accesible que la de Grecia o Portugal, para nombrar otros con problemas.
Cuando a inicios de los noventa España ingresa en el Euro, los bancos internacionales comienzan a hacer prestamos a los bancos españoles en función de la desaparición del riesgo de devaluación, y por lo tanto reduciendo fuertemente las tasas de interés con respecto a las vigentes en la época de la peseta. Los bancos españoles, “la principal industria ibérica luego del turismo”, expandió el crédito para construcción, primero en zonas turísticas y luego en general, a un nivel tal que la demanda interna explotó hacia arriba produciéndose un doble proceso de crecimiento de los precios de las propiedades en Euros, y de los salarios por el recalentamiento que esta actividad difundía a toda la economía.
La tasa de inflación acumulada en Euros de España entre 1992 y el presente es mucho más elevada que la de la economía de referencia, Alemania, y durante esos años el incremento de productividad de Alemania fue más importante que el de España. Resultado, cada vez los productos y servicios españoles eran más caros comparativamente que los de Alemania, expresados en Euros. El déficit comercial creciente de España comenzó a afectar al país. Eso es lo que pasó con la mayoría de los países que ahora tienen problemas dentro de la zona Euro.
La crisis en Europa pone estas tendencias preexistentes al descubierto, acelerando los tiempos para una resolución, en un sentido u otro. En otro momento eso se hubiese resuelto o morigerado con la devaluación de la moneda nacional, cosa que sí puede hacer Gran Bretaña porque mantiene la libra esterlina, al igual que otros que quedaron fuera del Euro.
España descubre de pronto que es “cara” y con salarios por arriba de la productividad relativa. Ejemplo: si un obrero alemán promedio es el doble de productivo que un español, para que haya equilibrio en su intercambio comercial el salario del español debería ser la mitad del teutón. Sin embargo en los últimos 20 años los salarios, que podrían haber partido (no necesariamente) de una posición de equilibrio como la ejemplificada, crecieron en España por sobre su productividad, al tiempo que Alemania crecía mucho en ésta y poco en salarios.
Lo demás ya es conocido, estalla la burbuja inmobiliaria en España, los precios caen la construcción se detiene y la inmensa mano de obra desocupada lleva a las cifras que conocemos cercanas al 25 % la tasa de desocupación. Los bancos españoles endeudados buscan el rescate para poder pagar a los bancos europeos (especialmente alemanes y franceses) y apelan al “socialismo bobo” de ser garantizados por el estado español y cargar su insolvencia así a todo el pueblo español. Otros sectores y otras características desataron la crisis en Grecia o Portugal, pero el esquema es siempre el mismo: precios y salarios muy por arriba de la diferencia de productividad comparada con Alemania y los europeos septentrionales.
El punto final es este: ¿cuáles son las salidas que tiene esta crisis? Desde Argentina sabemos que una de las salidas es devaluar, en el caso europeo sería salir del Euro y volver a las monedas nacionales. Pero no es gratis ni indolora.
En nuestro caso – quizá lo olvidamos al recomendar la receta a europeos en problemas – la devaluación no fue ordenada ni se hizo en la proporción de atraso cambiario existente al momento de la salida. Esta salida fue desordenada y la ausencia de dólares (allá de Euros) llevó en pocos meses al dólar de 1 peso a 3,50, la friolera de 250 % de devaluación, con incrementos de más del 40 % del costo de vida y cero movimiento de salarios, con pérdida de trabajo hasta llegar a más del 21 % de desocupados.
Los españoles bien se pueden preguntar qué pasaría si se salen del Euro, y la peseta se devalúa un 250 % respecto del valor de equilibrio actual, y la desocupación, que ya está en 25 % trepa al 40 % al tiempo que todos los bienes importados suben su precio en forma piramidal.
Dado que nadie puede programar una salida ordenada y no hay marco o experiencia de un desenganche de esa magnitud, nadie quiere salir del Euro, como nadie quería salir de la Convertibilidad en Argentina.
En nuestro país recuerdo las personas que decían que era imposible salir de la Convertibilidad porque sería un desastre y mi respuesta inexorable era que íbamos al desastre y nadie podía pararlo. El año 2002 fue durísimo, y a la asunción de Kirchner la situación apenas había mejorado por la extraordinaria competitividad que nuestros bienes tenían luego de la devaluación.
Aquí está la diferencia con Europa. Nuestro país remontó porque tuvo una política económica que funcionó en un contexto expansivo: nuestros vecinos no estaban en crisis y compraron todo lo que podíamos exportar, no solo agro sino industria, al momento que el despliegue de Asia comenzaba a expandir los precios agropecuarios y recibíamos entonces el segundo empujón para rehacer las heridas de la salida de la Convertibilidad.
Europa en su conjunto está parada, y los países del sur que tienen problemas no tienen claro qué sector productivo puede beneficiarse con una devaluación importante ya que no existe la demanda potencial que existió para Argentina a la salida de la Convertibilidad. No son productores eficientes de bienes agrarios, ni existe la demanda industrial de lo que ellos producen en Europa septentrional o el resto del mundo que les compense al corto plazo.
Es más, aunque así fuese ellos no están dispuestos a dar el paso.
Llegamos así a la conclusión que la vía devaluatoria, posible pero difícil por las circunstancias de crisis de toda la zona, no garantiza la salida que encontró Argentina. Los europeos saben los momentos especialmente difíciles que nuestro país pasó cuando devaluó, sin garantías de la recuperación espectacular que nosotros tuvimos.
Les queda entonces agachar la cabeza y aceptar el dictado de Alemania que les dice: si pidieron prestado, paguen, si tienen salarios elevados, bájenlos, si hay leyes que impiden la flexibilización, deróguenla. Es el disciplinamiento nacional y social. Los desórdenes sociales que se producen no cambiarán el panorama general.
En biología se dice que cuando el entorno cambia para peor, los animales tienen tres opciones: adaptarse, emigrar o morir. Eso es lo que están haciendo en estos momentos, España ya tiene menos personas este año que el pasado por migración de vuelta de muchos inmigrantes y el inicio de una salida de nacionales en busca de mejores horizontes.
El hombre, a diferencia de los animales, es el que se puede plantear modificar el medio. Pero si no se imagina para dónde está la salida se aguantará, se morirá o hará la de los pajaritos y emigrará.
Creo que es muy difícil que algún país salga del Euro, quizá Grecia, y no estoy seguro. El resto no lo hará, con lo que se reforzará la preeminencia de Alemania sobre el resto, disciplinando países y clases populares con problemas. El capital financiero, por otro lado, deja en claro, que no hay default de deudas con ellos, que no hay salidas, y que cualquier atisbo significará un aislamiento. Aislamiento que hará palidecer a lo que los argentinos venimos padeciendo del capital financiero internacional desde que Rodríguez Saa cantó default ante el alborozado Congreso Nacional.

Si por la parte económica veo que la resolución consistirá en la subyugación de países y clases populares a los dictados del capital financiero corporizado por los bancos alemanes, la pregunta es por donde irán a resolverse o manejarse las tensiones sociales que esa subordinación impondrá. La respuesta es clara: hacia la derecha, a encontrar los nuevos judíos del siglo XXI, tal como nos lo adelantó el querido y recordado Ettore Scola en el corto que vimos.
Muchos se preguntarán como es posible que Europa, con todas sus tradiciones y su historia de movimientos obreros reivindicativos, termine recostándose en la derecha xenófoba, y la explicación está en los cambios en la estructura social del viejo continente. Pero ese es otro tema que desarrollaremos oportunamente.

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