Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

2Dic/080

Es la hora de políticas de crecimiento y defensa del empleo

por Alejandro Vanoli*

 

El mundo está en crisis económica y hay un cambio de paradigma teórico y práctico es la hora de políticas de crecimiento y de defensa del empleo. La Argentina, que sigue creciendo a diferencia de los países centrales y otros emergentes, defiende su progreso profundizando su modelo de desarrollo endógeno con medidas de estímulo fiscal y crédito dirigido para sostener su crecimiento.

El estallido de la crisis financiera internacional ocurrió en julio del año pasado. Hoy, a más de un año desde su inicio, son evidentes los profundos efectos sobre la economía real. Las principales economías del mundo muestran signos de deterioro en su actividad económica: todos los países del G-7 tendrán una caída del PBI en el 2009, aumenta el desempleo, el consumo disminuye drásticamente, el precio de las materias primas también cae y los riesgos de estancamiento con inflación desaparecieron.

Entramos en una nueva etapa de la recesión: la deflación.

La clásica combinación de contracción con deflación dio espacio a los ortodoxos bancos centrales del G-7 la posibilidad de recortar sucesivamente las tasas de interés. Sin embargo, la respuesta fue tardía y por lo tanto no tuvo el impacto necesario como para suavizar la crisis. El espacio para mayores recortes es cada vez más acotado debido a que ya las tasas se encuentran en niveles muy bajos, además de la ineficacia de esta política para estos casos de crisis de confianza, desapalancamiento y estrangulamiento crediticio, como ocurrió en la trampa de liquidez en 1930.

Por estos motivos, el único camino para revertir el impacto recesivo es la intervención económica del Estado a través de mayor gasto e inversión pública para suplir la falta de consumo e inversión privada.

Esta es la herramienta diseñada por Keynes e implementada por los EE.UU. y Europa que logró recuperar la economía mundial de la crisis financiera del '30 y la posguerra y posteriormente abandonada por las ideas neoliberales en las que prima el rol del mercado como el único actor de la economía.

Hoy, todas las economías desarrolladas están diseñando e implementando planes de expansión del gasto público. Incluso el FMI, que durante la década del '90 pedía la reducción a un nivel mínimo del Estado, promueve el estímulo fiscal como instrumento contracíclico.
Recientemente, el gobierno de Inglaterra anunció un paquete de reducciones impositivas y gasto por casi u$s39.000 millones a ser desembolsados en dos años. Anteriormente, fue China quien había declarado un plan de mediano plazo por u$s586.000 millones. Alemania está buscando la aprobación de u$s62.000 millones y Japón por su parte sostendrá un aumento del presupuesto fiscal por u$s53.000 millones. Australia prometió inyectar u$s6.000 millones. Brasil ha tomado también medidas de asistencia crediticia por parte del BNDES y medidas de estímulo fiscal a los sectores productivos.

En el epicentro de la crisis, el presidente electo Obama apunta a crear 2,5 millones de nuevos empleos en dos años, después de no haber surtido demasiado efecto un plan de reducción de impuestos por u$s168.000 millones. Este nuevo plan será de hasta u$s700.000 millones que lo aprobará a mediados de enero cuando asuma. El actual secretario del Tesoro tuvo que desdecirse de lo declarado hace pocos días respecto de dejar el uso de los fondos para el nuevo gobierno y anunció un plan adicional de asistencia crediticia por u$s800.000 millones de los cuales el 75% son para rescatar hipotecas y u$s200.000 millones para estimular el crédito y bajar las tasas para créditos a pymes, créditos para educación, compra de vehículos, consumo con tarjetas de crédito, etcétera.

En la Argentina, la crisis global nos encuentra mejor preparados que en los '90, con un sólido respaldo macroeconómico que se tradujo en un fuerte crecimiento de la economía y el empleo dado por los superávits gemelos externo y fiscal, buena posición de reservas, barreras al ingreso de capitales especulativos, controles prudenciales de capitales, progresivo desendeudamiento y ausencia de descalces de moneda en el sistema bancario.

Sin embargo, la crisis internacional repercute en todo el mundo y la Argentina debe estimular fuertemente su economía para preservar el nivel de crecimiento y el empleo que se ha desacelerado por efecto de la menor demanda internacional.

Seguimos creciendo, a diferencia de otros países que se ciñeron a la ortodoxia, por haber evitado el enfriamiento de la economía cuando la economía global marchaba a la era del hielo.

La forma de solucionar los problemas es mediante la intervención pública y la madurez de los distintos sectores sociales tanto empresariales como gremiales.

Evitando medidas socialmente irresponsables y económicamente insensatas como anuncios de despidos, suspensiones y reducción de salarios. La pronta respuesta del Ministerio de Trabajo puso freno a esta situación. Afortunadamente autoridades de la UIA rechazaron la vía de la reducción de salarios que si bien a escala individual puede aumentar los beneficios en el corto plazo, a nivel agregado afecta a toda la economía y en el largo plazo afecta al conjunto, más allá de su inaceptabilidad ética.

Lo que se dan cuenta los genuinos empresarios es que el despido de trabajadores atenta contra su propia existencia. Basta recordar que previo a la crisis del 2001 se optó por disminuir los salarios de los empleados del sector público en un 13%, lo cual profundizó aún más la recesión que condujo a la peor crisis de la historia argentina con desocupación por arriba del 25% y la desaparición y quiebra de miles de empresas.

Con la recuperación económica a partir del 2003, la recomposición salarial y el aumento del empleo, muchas empresas renacieron y a partir de la consolidación del crecimiento en los años posteriores, lograron obtener importantes ganancias.

Justamente, el fortalecimiento del mercado interno mediante mayor empleo y poder adquisitivo en tiempos de crisis global resulta ser beneficioso para todo el país. El empresario mantiene su nivel de ventas y su ganancia mientras que los trabajadores conservan su empleo mientras que mejoran su poder de compra. En momentos de menores beneficios la responsabilidad social empresaria no sólo debe proteger a los sectores más débiles sino que preserva entonces los beneficios en tanto y en cuanto no decaiga el consumo, el ahorro y la inversión. Es la regla de oro de la acumulación.

Para preservar este marco resulta indispensable un Estado liderando la economía. A partir de la reforma del régimen previsional, se dispondrán fondos para financiar infraestructura, el consumo y la inversión. Las medidas anunciadas ayer de creación de un Ministerio de Producción y los estímulos tributarios para fomentar el empleo formal y la regularización tributaria a las pymes son medidas necesarias y positivas en la dirección de blindar a la economía el crecimiento y el empleo.

El fortalecimiento de los mecanismos de crédito del ANSES y de la banca pública, incluida la posibilidad de recrear un Banco Nacional de Desarrollo permitirá canalizar crédito de largo plazo –sujeto a compromisos de rentabilidad, competitividad y empleo– a los sectores productivos, imitando el ejemplo brasileño.

Todos estos recursos inyectados en la economía no son gastos, son inversiones necesarias para transformar la estructura económica del país.

El círculo virtuoso que completa esta mayor inversión y financiamiento del consumo en la que se basa el keynesianismo, vía mejoras salariales y más empleo, fortalece la solvencia económica del Estado a través de una mayor actividad económica que se traduce en mayor recaudación impositiva.

La Argentina debe tomar esta crisis como oportunidad de encarar un modelo de desarrollo basado en el ahorro nacional, fortaleciendo la integración regional para avanzar en la construcción de un proyecto nacional de crecimiento con equidad que incluya a todos los sectores empresariales y sociales.

La solidaridad y la generación de beneficios tanto empresariales como a nivel país van de la mano.

Esta vigente mas que nunca el viejo lema: "A la Argentina la salvamos entre todos o no la salva (ni se salva) nadie".

 

Vicepresidente de la Comisión Nacional del Valores

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