Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

6Ene/090

EMPRESARIOS AGRO-FINANCIEROS Y POLITICA

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Dr. Alejandro Rofman-Economista-Profesor Honorario de la Universidad  de Buenos Aires

 

La nueva interrupción de la comercialización de productos agrarios no perecederos por parte de los empresarios rurales rentistas de la Pampa Húmeda y algunas extensiones extrapampeanas se está dando en un escenario interno y externo diferente al del lock-out anterior.

Así, se advierten cambios en los niveles de participación de los empresarios rentistas, en la adhesión de las clases medias urbanas y de algunos dirigentes políticos notorios y en el modelo de respuestas del gobierno. Al mismo tiempo, se acentúan los contactos entre la política partidista y la cúpula de las organizaciones gremiales de tales empresarios, lo que obliga a un replanteo del análisis y a una nueva caracterización de este dilatado conflicto, llevado adelante por un sector minoritario de los propietarios de tierras de la Argentina

 

En el momento de la derogación por parte del Senado de la Resolución 125, los precios internacionales de los cereales y oleaginosos estaban en su cúspide histórica. Dos meses después, el derrumbe de tales precios es singular.

Desde el mismo momento de la citada derogación, al haberse retrotraído el cuadro de los derechos de exportación vigente desde noviembre de 2007, los pequeños productores perdieron  la oportunidad de una rebaja de no menos de cinco puntos de tales derechos mientras que los medianos y grandes se vieron favorecidos por la reducción de  alrededor de diez puntos de las retenciones. Desde entonces, las caídas de las cotizaciones resultó que si se mantenido la resolución  125, los más chicos de la Pampa Húmeda habrían tenido una deducción de no menos de 10 puntos ( y si producían fuera de tales límites de alrededor de 15) . ¿Qué celebraban, entonces, la noche de la no sanción de la ley ratificatoria de la 125 por el Senado los dirigentes de la Federación Agraria? Aparentemente, el entusiasmo que mostraban en las pantallas televisivas en horas de la madrugada era un evidente contrasentido. Perdían y se  regocijaban.

Con el transcurrir de los días se fue confirmando otra hipótesis. Los propietarios pequeños, que en su mayoría son hoy en día rentistas y no productores, pretendían claramente fijar un alegato político. No al Estado interventor ,no a la imposición de gabelas sobre la renta extraordinaria de la tierra, no al control por parte de autoridades públicas de sus negocios, mayoritariamente en “negro”. Y el paso inexorable del tiempo lo confirmó. Empezaron a desplegarse en el escenario nacional ya no como productores o rentistas sino como dirigentes políticos opositores. Se vieron con cuanta figura emblemática antigubernamental se luce en dicho escenario y propusieron, sin ambages, que había que conformar un ” bloque agrario” en el Congreso.

En rigor de verdad, trataban de preservar sus beneficios provenientes de la renta diferencial de la tierra y enviaban, más allá de la coyuntura que marcaba una definición parlamentaria perjudicial, un mensaje preciso: “Hagamos política partidaria para que no avance cualesquiera sea , un proyecto de redistribución de la renta `parasitaria de la tierra”

Con mucho menos entusiasmo y participación, los grandes dueños de la tierra argentina desde la  “Conquista del Desierto” acompañan el reclamo pero no se muestran más en primera fila. Algunos porque deben temer que darle demasiado aire a los nuevos propietarios rentistas de la tierra, devenidos en furibundos opositores por el temor a que le quiten el gran negocio de la renta extraordinaria podría entusiasmarlos para avancen en otras esferas de las decisiones públicas que ellos no comparten .Por ejemplo, la nueva ley de arrendamientos. Otros, porque quizás les entusiasma recibir jugosas compensaciones como productores-es el caso de un gran productor lechero cabeza de una de las organizaciones gremiales más poderosos- y no quieren que se arruine ese nuevo negocio lucrativo.

 

Pero, en síntesis, esta nueva ofensiva d e un grupo de ciudadanos que transgreden la ley al interrumpir el paso de vehículos privados para revisarlos- sin tener ninguna autoridad  legal para hacerlo- y les impiden transitar libremente-que es un derecho consagrado por la Constitución- es una forma de enviar una señal a la Sociedad. El embate, ahora, es por avanzar en la constitución de un frente político opositor tendiente a brindarle a sus integrantes número suficiente para bloquear cualquier tentativa de que por vía parlamentaria se sanciones impuestos que intenten captar la renta diferencial extraordinaria que genera sus actividades.

 

Tal renta sigue existiendo .Los  números disponibles lo demuestran pues revelan que aún con la caída de los precios, los ingresos de tales propietarios rentistas y/o productores siguen siendo muy elevados y compatibles con los que obtuvieron en los años recientes, excepto el más excepcional de todos, el del primer semestre del 2008( ( ver cuadro” Con los bolsillos llenos” Página 12,5-10-2008,página 3). Y las acciones públicas de los citados dirigentes empresariales y rentistas se orientaron, últimamente, a acompañar convenciones de partidos opositores sin discutir programas sino alentando a la formación de un frente electoral antagónico al oficialismo. Véase al respecto la participación d e representantes de las cuatro entidades en la Convención de la Unión Cívica Radical junto al presidente del partido Socialista, Senador R. Giustiniani, cuando se proclama la propuesta de una unión opositora al Gobierno para las elecciones del 2009.

 

Es hora, entonces, de desnudar las reales intenciones de estos insolidarios  dirigentes , que no les importa la opinión desfavorable que su accionar levanta en la opinión pública( el diario La Nación on line informaba el sábado que el 62 % de los lectores que votaron lo hicieron en disconformidad con el lock out en una encuesta que el diario auspició).Lo único que les interesa es defender sus rentas extraordinarias y sus beneficios largamente acumulados durante un quinquenio en una clara manifestación de egoísmo, compatible con  su  vieja y nueva inserción en la sociedad argentina.

 

6Ene/090

DEBATES DE ACTUALIDAD

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Por qué está fracasando la política de la Reserva Federal

Por Thomas I. Palley

Economista, Economics for Democratic & Open Societies.

 La Reserva Federal y el Tesoro de los Estados Unidos siguen fracasando en sus intentos de estabilizar el sistema financiero. Eso se debe a que se yerra en la concepción de la naturaleza del problema, que atañe al sistema bancario paralelo. La política de rescate permanece anclada en el pasado: se enfoca en el sistema bancario tradicional, al tiempo que ignora el sistema paralelo desregulado cuyo desarrollo fue permitido a lo largo de los últimos 25 años.

Este sistema bancario paralelo financió gigantescos volúmenes de préstamos hipotecarios y de consumo. El sistema (que incluía firmas como Thornburg Mortgage, Bear Stearns and Lehman Brothers) realizaba préstamos pero no se apoyaba para ello en la captación de depósitos. En cambio, esa actividad se basaba en el "roll-over" de financiamiento obtenido en los mercados de dinero. Adicionalmente, operaba con poco capital y relaciones de apalancamiento extremamente elevadas, lo que resultaba decisivo para explicar su tremenda rentabilidad. Finalmente, los créditos fueron frecuentemente securitizados y colocados en otras firmas financieras.

Ese modelo de negocios se ha mostrado ahora extremadamente frágil. En primer lugar, creó un serio descalce de plazos, ya que los préstamos eran de largo plazo pero el financiamiento era de plazo corto. Esto hizo a las firmas financieras vulnerables a interrupciones del financiamiento en los mercados de dinero, tal como ahora ha ocurrido.

En segundo lugar, la securitización convirtió a los créditos en instrumentos financieros cuyos precios pueden variar de acuerdo con las condiciones de los mercados. Esto resultó atractivo cuando los precios subían, pero cuando comenzaron a declinar las firmas financieras tuvieron que asumir grandes pérdidas. Dadas sus bajas relaciones de capital, esas pérdidas rápidamente erosionaron las bases de capital propio, con lo que el "roll-over" del financiamiento se congeló. 

En efecto, el modelo de negocios del sistema bancario paralelo carecía por completo de mecanismos para absorber shocks, y ahora hizo implosión en la forma de un círculo vicioso. La desaparición del "roll-over" forzó la venta de activos por parte de las firmas financieras, lo que a su vez provocó la declinación de sus precios.  

Con ello, el capital propio se redujo aún más, llevando las relaciones entre el capital propio y el activo por debajo de los requisitos mínimos establecidos, lo que causó más ventas de activos y precios todavía menores, como resultado de lo cual el financiamiento acabó siendo imposible aún para las mejores firmas. 

Si bien el sistema bancario paralelo incurrió en prácticas de préstamo más riesgosas que el sistema bancario tradicional, esas diferencias eran una cuestión de grado. Bancos tradicionales como Washington Mutual, Wachovia y  Citigroup han perdido también considerables sumas de dinero. Sin embargo, el sistema bancario tradicional está más protegido por dos razones.

Primeramente, los bancos tradicionales se financian en gran medida mediante los depósitos de sus clientes. Esos depósitos pueden ser retirados cuando el cliente lo desea y son en principio, irónicamente, aún más inseguros que el financiamiento de corto plazo vía "roll-over" en los mercados de dinero. Sin embargo, los depósitos se han mantenido a causa de la garantía federal provista. 

En segundo lugar, los bancos tradicionales están protegidos en medida significativa de las normas contables de valuación "mark-to-market" (a precios de mercado) ya que retienen en sus carteras  la mayor parte de sus préstamos. Esos préstamos son, por lo tanto, valuados por auditores siguiendo criterios de valuación "al vencimiento" ("mark-to-realization"). Sin embargo, si esas deudas fuesen securitizadas, su valor de mercado sería significativamente menor, debido a las críticas condiciones actuales de los mercados. 

Se concluye que el sistema bancario tradicional no está en mejores condiciones a causa de sus propias virtudes, sino como resultado de la normativa. El financiamiento mediante depósitos es seguro como consecuencia de la garantía de los depósitos. Los bancos están protegidos de las pérdidas que resultarían de contabilizar acreencias a precio de mercado, a causa de las normas contables diferentes que alcanzan a los créditos mantenidos en cartera. Y la Reserva Federal está suministrando a los bancos inyecciones masivas de liquidez a través de su ventanilla de descuento y por medio de su programa de préstamos de emergencia.

Las decisiones de política han trazado, por lo tanto, una red de seguridad en torno a los bancos tradicionales. Pero al mismo tiempo han mantenido al sistema paralelo a la intemperie, dejando un agujero abierto en el dique de seguridad.

Este cuadro refleja el continuado apego de la Fed a una visión anticuada del sistema, en el marco de la cual asume responsabilidades por los bancos tradicionales pero sin ir prácticamente más allá. Tal enfoque de política no tiene sentido y fracasará. La Fed alentó el desarrollo del sistema paralelo, y ese sistema desarrolla muchas de las actividades que también tienen lugar en el sistema bancario tradicional. Entre tanto, el fracaso del sistema bancario paralelo continuará ejerciendo presión a la baja sobre los precios de los activos y sobre la confianza de los prestamistas.

El programa del Tesoro de setecientos mil millones de dólares destinados a la compra de activos ayudará a poner un piso a los precios de los activos. Sin embargo, no tendrá efectos sobre la crisis del financiamiento vía "roll-over" en los mercados de dinero que afecta al sistema bancario paralelo, la que está impidiendo los préstamos y empujando las firmas a la quiebra. Esto hace que la tensión financiera se extienda mucho más allá del mercado de hipotecas, socavando la capacidad de cualquier programa de compra de activos para poner un piso a sus precios.

La consecuencia apremiante es que la Fed y otros bancos centrales deben extender la red de seguridad para incluir al sistema bancario paralelo. Así como el sistema bancario tradicional requiere asistencia de liquidez, lo mismo sucede con el sistema paralelo.

Esa asistencia puede ser provista a través de vehículos como la ventana de descuentos y el programa de préstamos de emergencia de la Fed, y debería ser asignada a firmas calificadas que estén en condiciones de ofrecer las garantías apropiadas.

Un sistema basado en el crédito es una cadena, y una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. La anticuada visión de la Reserva Federal mantiene sus lazos de protección ligados al sistema bancario tradicional y a la red de comercialización de títulos del Tesoro, ignorando todo lo demás. Esa es una receta para el fracaso.

Texto distribuido por: Iniciativa para la Transparencia Financiera  www.itf.org.ar