Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

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Distribución de la Renta

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Alberto Garzón Espinosa ⋅ June 8, 2010 ⋅( Pijus economicus 2010 )

Una gran empresa está formada por tres tipos generales de invididuos. A saber, los trabajadores, los directivos y los propietarios. Los trabajadores son los que están en la base de la empresa, y reciben un sueldo establecido de antemano o, a lo sumo, dependiente del ciclo de operaciones productivas (como en el caso de las comisiones); los directivos son los que toman las decisiones y los que forman, en gran medida, los consejos de administración, y su cometido actual es hacer de puente entre las decisiones básicas que toman las empresas y los intereses de los propietarios; y los últimos, los propietarios, son en las empresas cotizadas los accionistas, y pueden ser individuos o entidades impersonales como los fondos de inversión colectiva.

El papel crucial reside, a efectos de lo que aquí quiero ilustrar, en los directivos. Son, en sentido estricto, los verdaderos mandamás de las empresas. Toman todas las decisiones importantes y son los responsables de moverse políticamente para influir, en beneficio de la empresa, en el entorno institucional. Decisiones tan básicas sobre cuánto se ha de invertir, dónde se ha de hacer, cuánto beneficio se distribuirá entre los accionistas, cuánto beneficio se quedará en el seno de la empresa y hasta cómo y cuándo se ha de reestructurar laboralmente una empresa son parte de sus funciones.

En el incipiente capitalismo del siglo XIX estas funciones estaban adosadas a la figura del propietario, quien adelantaba el capital necesario para invertir y se mantenía en el timón de la empresa por largo tiempo. A lo largo del desarrollo del capitalismo todo esto fue cambiando y hoy esa figura del capitalista activo ya es completamente residual, primando la división de poder descrita más arriba.

Uno podría pensar, si se mantiene en el marco de la teoría, que los individuos que forman esos consejos de administración son los mejores trabajadores de la empresa, aquellos que tienen mejores aptitudes y una excelente visión estratégica. La realidad, sin embargo, dista mucho de ser esa. Los consejos de administración son hoy formados por individuos con recursos, pero no de tipo cultural sino de algo que en teoría de la empresa llaman, en sentido amplio, capital relacional. Esa palabra hace referencia al “valor”, que una persona cualquiera tiene por su capacidad para aportar a cualquier proyecto -empresarial- una determina cantidad y calidad de contactos políticos y empresariales.

Así, existe un mercado para la compra de este tipo de “directivos”. Y como son sujetos muy codiciados, el precio es alto. La procedencia de la mayoría de estas grandes estrellas es el mundo político. Ahí tenemos al ex presidente español Jose María Aznar siendo consejero de News Corporation, el entramado financiero de Murdoch y propietario de una lista casi sin fin de medios de comunicación, los ex ministros populares Rodrigo Rato, Abel Matutes o Isabel Tocino que lo son en el Banco Santander, el ex primer ministro británico Tony Blair que recaló en el gran banco JPMorgan, el ex presidente del PP catalán Joseph Piqué que está en Vueling, el también ex ministro popular Eduardo Zaplana que está en Telefónica, el ex presidente alemán Gerhard Schröder que está en la multinacional rusa GazProm, etc.

Además, estas grandes empresas son ya enormes conglomerados financieros u holdings, es decir, instituciones financieras creadas para detentar la propiedad de múltiples empresas distintas que operan en sectores muy distintos también. Es el caso paradigmático del grupo Carlyle, que es propietario de más de 900 empresas en sectores como la seguridad privada, la aviación, los medios de comunicación, la informática, la biotecnología, las empresas farmacéuticas, y un largo etcetera que puede consultarse libremente en su web. En este caso entre sus directivos y consejeros se encuentran ex presidentes de bancos centrales, de la SEC estadounidense, de instituciones de regulación financiera de todo el mundo, de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, etc.

Pero no se podrían enumerar todas las pruebas empíricas aquí. En todo caso, baste saber que la última noticia de este tipo ha sido el fichaje de la esposa del recién nombrado viceprimer ministro británico Nick Clegg, por parte de Acciona. Un gran capital relacional adquirido para la empresa española, sobre todo si sus estrategias de inversión apuntan al Reino Unido.

El profesor Santos Castroviejo hizo un extraordinario trabajo de recopilación de información sobre los consejeros de administración de las empresa cotizadas en la bolsa española. Utilizando grafos pudo establecer gráficamente las redes sociales de las empresas españolas y es que, como es lógico en un mercado de este tipo, cualquier persona puede ser consejera de dos o más empresas al mismo tiempo
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La conclusión del estudio fue aplastante. Había en 2008 “1400 personas –un 0.035% de la población- que controla decisivamente el recurso económico fundamental a nuestro juicio, las organizaciones esenciales de la economía, y una capitalización de 789.759 millones de euros, equivalente al 80.5% del PIB” de España.

Por eso es perfectamente conveniente hablar de élite social en el capitalismo. Son estas personas las que utilizan sus contactos en la administración pública, en otras empresas privadas, en empresas públicas, en las instituciones reguladoras, conformando un amplísimo lobby que, por otra parte, está muy bien pagado...................................

Suelo decir que todo esto a mí me parece una versión sutil de la estructura social feudal, ya ni siquiera capitalista. Y es que toda esta historia tiene, cómo no, su otra cara de la moneda. Esta otra cara son los millones de trabajadores que se desloman trabajando a cambio de sueldos miserables, protegidos por la quimera del endeudamiento ad nauseam que opera únicamente en contextos de explosión financiera, y a cuyos hijos se les tranquiliza mediante largas promesas de buena remuneración en caso de obtener una excelente cualificación personal. Así tenemos un país lleno de estudiantes con incluso varias carreras y varios másteres, hablando idiomas y ganando, cuando tienen suerte de poder trabajar, menos de mil euros y bajo la amenaza permanente de despido a modo de espada de damocles. Un engaño que no puede durar indefinidamente

9Jun/100

Asamblea J. B. Justo y Corrientes

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E l viernes 11 de junio a
las 19:30hs
Inauguramos el ciclo
PUEBLOS ORIGINARIOS
• HISTORIA ARGENTINA
• CINE CLUB
Proyección y debate de:
La asamblea junto a los pueblos originarios el 20 de mayo (6m)
Noticiero Panamericano - Imágenes inéditas 1910-1972 (30m)
Otro cine - Cine de autor (30m)

INICIAMOS CON EL RITUAL DE LA CHAYA JUNTO A HERMANOS AYMARAS

Entrada libre y gratuita, si puede traiga un alimento no perecedero para la olla popular que hacemos semanalmente.

Asamblea J. B. Justo y Corrientes
Local: Av. Corrientes 6114 (entre Dorrego y la vía) Capital Federal

e-mai: asamblea_corrientesyjbjusto@yahoo.com.ar
Blog: www.jbjustoycorrientes.blogspot.com
Radio: AHORA ES CUANDO - Radio Libre FM 99.3 - Viernes de 11 a 13

9Jun/100

Las falacias de Davos

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Mario Rapoport
Por si no bastara la crisis, otro viejo fantasma recorre el mundo: el fantasma del proteccionismo. Al igual que las desacreditadas agencias calificadoras, que no sólo erraron en sus pronósticos sino también estuvieron en colusión con países, empresas y bancos para dar informaciones interesadas o falsas, una fundación surgida del Foro Mundial de Davos, donde anualmente se reúne el poder económico y político mundial, proporciona en un informe reciente un ranking de naciones por su mayor o menor grado de apertura al comercio internacional: The Global Enabling Report 2010.

Siguiendo una serie de pautas que va desde las tarifas aduaneras al costo del terrorismo, pasando por la inseguridad física o los problemas del transporte, la idea es mostrar qué países son los más amigables tanto al desarrollo del comercio como al de la inversión externa. La Argentina está ubicada en uno de los últimos lugares (95 de 125 países) en ese ranking y varios diarios y revistas de negocios locales ponen el grito en el cielo sobre el proteccionismo de que hace gala el Gobierno nacional y que ha derivado en roces con otros países. Según uno de ellos, el documento “que también tiene en cuenta el clima de inversiones de empresarios, reveló que las regulaciones que afectan los derechos de propiedad, la competencia interna y la apertura a la participación extranjera aumentan la dificultad de hacer negocios en el país” (Fortuna, 27-5-2010).

En verdad, el ranking se contradice con la realidad mundial. Entre los diez que lo encabezan, señalados por sus virtudes aperturistas, cuatro de ellos fueron puestos en la picota por el G-20 como paraísos fiscales, responsables en parte de la crisis mundial que se abate sobre el mundo: Singapur, Hong Kong, Suiza y Luxemburgo. Allí no se afectan los derechos de propiedad ni existen grandes barreras (salvo los secretos bancarios). Capitales y comercio van a refugiarse en esos lugares, hasta ahora seguros y permisivos, al estilo de lo que se hacía antiguamente escondiendo tesoros en las islas del Caribe. Una permisividad que incluye diversas formas de evasión, ocultamiento o criminalidad.

Seguir el ranking nos produce otras sorpresas. Muy bien ubicados están algunos de los países más afectados por la actual crisis europea, como Irlanda que se halla en el 21 lugar, España en el 22, Portugal en el 36 y ¡Grecia!, cuyo Partenón podría correr peligro de ser embargado por los acreedores (el juez Griesa no dudaría), que supera ampliamente la performance argentina (lugar 55). Se supone que los inversores, ahora bien enterados de las condiciones "amigables" de esos lugares, irán corriendo a mercados tan apetecibles y que abundantes corrientes comerciales aliviarán sus crisis. Se salvarían así de recurrir a los severos planes de ajuste del Banco Central Europeo y el FMI, cuyos funcionarios, otrora adalides del libre comercio, parecieran no concordar con los criterios del informe. ¿O será que reconocen que el grado de apertura de sus economías los ha llevado al caos que padecen?

Pero no están solos en su desgracia, otros que también sufren fuertemente la crisis como Islandia (una economía poco accesible y de frágil geografía que está en el 11º lugar) o Hungría (39) sobrepasan ampliamente a nuestro país o a Brasil (87). Es claro que el ranking no olvida a las naciones ricas, donde la debacle comenzó, mucho mejor ubicadas que los más protegidos "emergentes", aquellos que siguieron creciendo a pesar de todo y sostienen con su comercio a la economía mundial. Así tenemos que Estados Unidos está en el puesto 19, Gran Bretaña en el 17, Francia en el 20 y Japón en el 25. China, por el contrario, se halla bien debajo por su trato menos amigable hacia el comercio mundial (puesto 48), aunque le vaya mucho mejor económicamente que a su principal deudor. La India (84), a la que no le va tampoco mal, está ubicada cerca de Brasil y la Argentina.

O el mundo funciona al revés o algo está fallando en estas estimaciones. Les va bien a los díscolos "proteccionistas", a los que debería irles mal, y no funciona el aperturismo de los que conforman las reglas de Davos. Es posible que la falla esté en una insuficiencia de conocimientos históricos, propia no sólo de quienes confeccionaron el informe sino también de los medios de información locales para quienes lo que viene de afuera es palabra sagrada.

En primer lugar, las economías subdesarrolladas o en desarrollo ya hicieron suyo en el pasado –la Argentina es un buen ejemplo de ello– el argumento de que la liberalización de sus economías las haría más eficientes y competitivas y el resultado se sufrió en carne propia: en 2001 tuvimos la crisis más formidable de nuestra historia.

En segundo término, no fue adoptando la libertad de comercio sino políticas proteccionistas la manera en que se desarrollaron países líderes en la economía mundial, como Estados Unidos. El presidente estadounidense Grant lo explicaba bien a fines del siglo XIX: “Durante siglos Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha utilizado hasta sus extremos y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda de que a ese sistema debe su actual poderío. Después […] Inglaterra creyó conveniente adoptar el libre cambio, por considerar que ya el proteccionismo no le puede dar nada, Pues bien señores, el conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de doscientos años, cuando Norteamérica haya obtenido del régimen proteccionista todo lo que éste puede darle, adoptará firmemente el libre cambio”.

Tercero, si vamos al nudo de la cuestión, y no a la multitud de indicadores que utiliza el informe, los países más proteccionistas de productos agrícolas no competitivos a nivel internacional, que ayudan a sus productores con cuantiosas subvenciones (barreras no arancelarias), son Estados Unidos y los que integran la Unión Europea (con su Política Agrícola Común). Ningún indicador, entre los que exhibe el informe de la fundación de Davos, tiene más importancia que estas políticas para países como el nuestro, como se ha demostrado en las sucesivas rondas de la OMC. Los otros se asemejan más a cortinas de humo para ocultar la verdadera situación.

Un ilustre historiador económico, el belga Paul Bairoch, demostró que las naciones que proclaman las virtudes del libre cambio son siempre las más pujantes y las más avanzadas económicamente, como fue el caso Gran Bretaña desde mediados del siglo XIX y de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial (Victoires et déboirs, París, 1997). Pero cuando la crisis de 1930 se les vino encima los británicos no vacilaron en volver al proteccionista sistema de preferencias imperiales. Ese fue el origen del "famoso" Pacto Roca-Runciman firmado presurosamente por la Argentina, cuya clase dirigente era de ideología liberal, con los entonces privilegiados amigos de ultramar. Un tratado que nos ponía, al menos por corto tiempo, bajo la protección de un imperio agonizante.

Como dice Keynes en su ensayo El fin del laissez faire (1926), el mundo no está “gobernado por la providencia de manera de hacer coincidir el interés general con el interés particular”, y así ocurre a nivel de individuos, organizaciones sociales o países. El comercio mundial no es un comercio entre iguales, por eso existe el proteccionismo, de uno y otro lado.