Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

6Nov/100

Inflación

Publicado por admin

Por Jorge Molinero*
El Gobierno Nacional ha privilegiado mantener un crecimiento acelerado de la actividad económica como la mejor garantía de inclusión social. Gracias a ello hemos superado las secuelas de la crisis internacional que afectó también a nuestro país en 2009 (aunque en menor medida que a otros). La política activa y contracíclica del Gobierno Nacional incluyó muchas medidas para mantener el nivel de la demanda, reforzando la situación de los sectores más postergados. Para el mantenimiento de las fuentes de trabajo se creó el Repro (subsidio salarial a las empresas para que no echen), se incrementaron las obras públicas, en especial las que usan mucha mano de obra, se implementó el plan Argentina Trabaja, desde hace un año se distribuye la Asignación Universal por Hijo, la movilidad jubilatoria está garantizada por ley y en el 2010 tuvieron aumentos del 26,2 % , más que varios convenios colectivos de trabajo, convenios que por otro lado son la mejor forma de combatir la inflación y recomponer el poder adquisitivo.
Las señales del Gobierno a los empresarios ha sido y es clara: no dejaremos caer la demanda. Muchos empresarios en vez de incrementar sus inversiones en función de ello aumentan desmedidamente los precios aprovechando su posición concentrada. Esa es la inflación, la respuesta antisocial de los empresarios que quieren beneficiarse sin realizar las inversiones ante un mercado que crece.
El Indec puede medir bien o mal la inflación, pero no la produce, la inflación es la suba generalizada de los precios y eso es responsabilidad exclusiva de los empresarios concentrados, tanto de la industria como del campo, de los servicios en especial de comercialización.
Ahora resulta que son los sectores afines a quienes producen los incrementos de precios los que están ¨preocupados¨ por la inflación. Lágrimas de cocodrilo. Lo que realmente están proponiendo quienes agitan el fantasma de la inflación es la eliminación de las convenciones colectivas de trabajo, o una seria limitación al poder de negociación de los trabajadores, ese es el verdadero objetivo tras la ¨preocupación por la inflación¨
Ante eso decimos claramente: si el ¨remedio¨a la inflación es la restricción de las negociaciones salariales y el enfriamiento de la economía como medio de disciplinar al sector trabajador, es preferible pagar el precio de la inflación para mantener alta la actividad, reducir la desocupación que cayó dos puntos en el último año, y reducir con ello la marginalidad y la exclusión que son lacras infinitamente más perniciosas que una moderada inflación. Ello no quiere decir que las autoridades no redoblen sus esfuerzos para limitar los excesos en los aumentos de precios, pero las ¨soluciones¨al problema de incremento de precios no pueden venir del congelamiento salarial y el enfriamiento de la economía.
Con negociaciones colectivas en el sector formal y con reducción significativa de la tasa de desocupación (ha bajado al 7,2 % en el tercer trimestre) los asalariados tanto formales como informales no han perdido participación ante el aumento de precios, y el resto de los que reciben remuneración fija (jubilados e Asignación Universal) tienen reajustes por ley que nunca antes habían tenido. La inflación es un tema muy enervante para quien tiene que hacer sus compras todos los días, pero las armas para combatirla funcionan y a pesar de los indecibles inconvenientes que ella produce no hay caída de la demanda popular por motivos de la inflación. Si por un lado los alimentos subieron desmedidamente, nadie dice que la electricidad, el gas y el transporte público no suben sus valores desde 2002 y que son parte importante del gasto detrás de los alimentos.
Más aún, la Argentina creció durante muchos períodos de su historia con tasas de inflación del orden del 20 al 30 % anual, con la diferencia que esta inflación no está provocada por el déficit fiscal que practicamente desapareció desde 2003, sino por una demanda deliberadamente impulsada por la política económica como la vía más rápida para reducir las lacras sociales de la desocupacion, la pobreza y la exclusión.
No existe, por lo tanto, al no haber déficit fiscal ni ¨maquinita¨del Banco Central para cubrir los agujeros, la posibilidad que se espiralice la inflación hasta llegar a los límites intolerables de las hiperinflaciones que azotaron a Alfonsín (1989) y Menem (1990). Son sus herederos políticos panradicales y federales son los que hoy se dicen preocupados por el problema pero sus ¨soluciones¨ fueron y volverían a ser peor remedio que la enfermedad.
* Integrante de la Comisión de Economía de Carta Abierta