ACERCA DE LA INFLACIÓN
Por Jacob Goransky
La Argentina del 2003 tenía todos los rasgos propios de una posguerra, de ahí la justeza de la afirmación “salir del infierno”.
Ahora, nos quieren retrotraer al infierno es el objetivo de enarbolar el peligro de la inflación y la necesidad de enfriar la economía con un aparente rigor científico, olvidando la historia de las últimas décadas..
Hay falta total de rigor científico cuando a un fenómeno se lo caracteriza por la forma en que se manifiesta, despreciando el análisis de las causas a las que se alude cuando se lo estudia: los economistas señalan que hay inflación cuando hay “alzas generalizadas de precios”, esa es la manifestación del fenómeno, sin embargo los economistas lo asumen como su definición; ninguno considera las diferencias entre las causas que la provocan y el entorno en que se presenta.
En la teoría, se señalaron siempre los siguientes rasgos del proceso inflacionario
• Déficit fiscal;
• Emisión espuria de dinero
• Pugna distributiva- exceso de demanda por los altos salarios – y falta de equilibrio entre oferta y demanda agregada;
• Expectativas inflacionarias;
• Papel del Estado que regulaba excesivamente, dificultando el libre juego del mercado.
Destaco:
1.Desde el año 2003, no deja de haber superávit fiscal;
2.No hubo emisión espuria de dinero, las compras de dólares por el Banco Central fueron generadas por el superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, y sin endeudamiento - al contrario hubo un permanente desendeudamiento de acreedores privados, del FMI, del Banco Mundial, del BID y se negociará con el Club de París.
i) Ello se evidencia en que los agregados monetarios no dejaron de subir alcanzando cifras inéditas.
En nuestra historia de inflación recurrente tuvimos siempre valores mínimos de agregados monetarios, inferiores a los de nuestros vecinos y en la híper inflacionario hubo permanente huida del peso, los ingresos se gastaban cuando eran percibidos.
ii) No hubo corridas contra el peso, hubo ahorro y creció la inversión. Ello revela confianza de los agentes económicos que se expresa en el crecimiento de la economía.
3. La “pugna distributiva” es la puja acerca de quién se queda con las ganancias generadas por años de crecimiento económico y creciente incremento de la productividad y racionalización laboral; ese es un tema que el gobierno debe atender: hasta ahora los que la reciben son, esencialmente, los sectores más concentrados, proceso que hay que revertir con una eficiente política de ingreso: administración y control de precios, en particular de los productos de consumo masivos y de los que conforman la “canasta familiar”.
En cuanto a la demanda agregada: creció la exportación y creció la demanda interna genuina por incremento de los salarios reales, bajó la pobreza, disminuyó la desocupación y la exclusión social, disminuyeron los planes asistenciales, bajando la precarización laboral, se facilitó la jubilación a más de 2 millones de personas que no estaban en condiciones de jubilarse por haber quedado desocupados faltándole años de trabajo o edad; con la Asignación Universal por hijo para más de 3,4 millones de jóvenes se facilitó, asimismo el incremento de la demanda. Sin embargo todo ello fue atendido por una oferta que creció al mismo ritmo, ocupando al comienzo capacidades de producción ociosas y las que surgieron por inversiones nuevas o mayor productividad.
4. Expectativas inflacionarias: es lo más riesgoso, las expectativas inflacionarias están generadas por los medios y responden a los intereses de sectores con gran capacidad para manipular los precios; justamente, nuestro país se caracteriza por la magnitud de oligopolización de su economía. Las expectativas se transforman en un caso de “profecía auto cumplida” cuando los precios suben.
El tema se atiende mejorando la comunicación y encorsetando a los medios y a los oligopolios.
El resultado de las políticas aplicadas es que el país crece a un ritmo desconocido en su historia
5. Rol del Estado, su papel es fundamental para aprehender la realidad y forjar un futuro posible y promisorio.
La regulación en el desenvolvimiento económico es una ley y el problema es quién la satisface. El Estado puede actuar, aún por omisión, a favor de los sectores dominantes; también puede desentenderse de la regulación dejando a los mismos su orientación (ej. Las privatizaciones del menemismo).
Veamos lo que acontece alrededor del tema y que comprende todo lo anterior:
a. Durante toda la gestión del Presidente Kirchner se intentó desvalorizar los logros con el tema de la inflación y ahora, como entonces, no hay encuentro de empresarios en el que la preocupación por un rebrote inflacionario mayor esté ausente. Se conjuga como argumentos el gasto público, la escalada salarial y el aumento de las tarifas para generar expectativas que dificulten la gestión.
Los impulsores de cambiar la estrategia del gobierno son los mismos sectores empresarios que se beneficiaron con “la Patria Contratista y la Patria Financiera de los 80 y que luego de desguazar al Estado con una rapiña no comparable a país alguno, se apropiaron de la totalidad del patrimonio público.
En el presente recurren a sembrar miedo a una corrida cambiaria, a una incesante suba de precios y defender la necesidad de “enfriar la economía”.
La historia económica del país indica lo contrario de lo presupuesto. Las consecuencias de las políticas económica seguidas fueron una creciente desigualdad y marginación social y, en lo económico, el deterioro continuado en la distribución de la renta de los asalariados, sectores de ingresos fijo y burguesía pequeña y mediana.
b. La realidad evidenció que dejar al capital y al mercado la asignación de la renta trajo como resultado hasta el 2003 ineficiencia económica y social que se multiplicó y amplió.
Esa ineficiencia se manifestó aún en momentos de auge económico, cuando las mejoras salariales conducían al incremento de la demanda ante una oferta dirigida a los sectores de mayores ingresos y se producía la “estrangulación externa”; de ello se desprende que el Gobierno también debe orientar la oferta, alentando la inversión reproductiva coherente con una política exportadora agresiva desde un mercado interno con poder de compra creciente.
c. De lo afirmado surge la trascendencia de hacer jugar un rol activo al Estado para recuperar la capacidad de gestión macroeconómica del que fue arteramente despojado, y a la que ahora se pone entre interrogantes. No caben medias tintas, la respuesta tiene que ser contundente. Resolver las necesidades populares no solo es un problema social: modificar la pirámide de ingresos, es la única posibilidad para un desarrollo inclusivo y sustentable. es la única forma de avanzar en la estrategia ya emprendida.
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