Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

8Feb/130

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS ECONÓMICAS Y LAS NUEVAS POTENCIAS CAPITALISTAS EMERGENTES

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS ECONÓMICAS Y LAS NUEVAS POTENCIAS CAPITALISTAS EMERGENTES

Por Jorge Molinero

Introducción

Estas breves reflexiones tienen cuatro puntos principales. El primero es que de la crisis de 1929/33 se salió definitivamente por la Segunda Guerra y no por el New Deal de inspiración keynesiana. El segundo es no considerar esa guerra como un fenómeno meteorológico sino como la expresión del desarreglo en las reglas de las zonas de influencia y dominio de las potencias económicas. El tercero es considerar los llamados ¨treinta gloriosos¨ años de recuperación, crecimiento y redistribución del ingreso en Europa Occidental como un período excepcional y no repetible, dado que no existen las dos causas que le dieron origen (la magnitud de la destrucción previa y el peligro del comunismo soviético).
El cuarto es la utilización de la baratura de los bienes industriales asiáticos como ariete en la lucha por el disciplinamiento de los trabajadores en los países desarrollados, proceso que ha ido mucho más allá de la visión original (control social en Occidente) ya que ayudó a la emergencia de un conjunto de países que están llamados a cambiar las relaciones internacionales de dominación.
Estas reflexiones terminan ahí, sin ahondar en las posibles resoluciones de las contradicciones previas y las emergentes de este nuevo proceso, contradicciones que cruzan las condiciones de dominación previas, con la prevalencia de los Estados Unidos, las luchas de clases en el centro y la periferia, y las contradicciones que el desarrollo económico mundial con su explotación irrefrenable de los recursos naturales plantea a la sustentabilidad del planeta.
Son reflexiones que están dirigidas a generar más preguntas que respuestas. Esperamos lograr algo de eso.

Índice

1.- Los ciclos en el capitalismo

2.- La Gran Depresión de 1929/1933

3.- El New Deal y el surgimiento del pensamiento keynesiano

4.- La Segunda Guerra Mundial no fue un fenómeno meteorológico

5.- La postguerra europea: “los treinta gloriosos”

6.- El abandono del patrón-cambio-oro en 1971

7.- La reacción conservadora: el retorno de los (neo) liberales 8.- La implosión del sistema socialista.
9.- La emergencia del capitalismo asiático.

10.- La última crisis

11.- Perspectivas

1.- Los ciclos en el capitalismo:

Desde sus orígenes en la Inglaterra del Siglo XVIII el capitalismo industrial revolucionó permanentemente las fuerzas productivas, disolviendo la sociedad feudal y conquistando en forma acelerada todas las formas previas de producción, primero a nivel europeo y luego a nivel mundial. Su propia naturaleza lo lleva a superproducciones periódicas de bienes que al no encontrar demanda suficiente terminan en crisis, que se resuelven con quiebras de las unidades de producción menos productivas, la desocupación y sufrimiento de millones, y la concentración de la riqueza en el sector más productivo para iniciar un nuevo ciclo de crecimiento. Las sucesivas crisis económicas reforzaron, además, el crecimiento del sector financiero del capital, que se fue erigiendo durante el siglo XIX en el corazón del sistema económico a nivel de las naciones desarrolladas y al mismo tiempo de la arquitectura económica mundial.

2.- La Gran Crisis

El fin de la Primera Guerra Mundial pone en evidencia el cambio de liderazgo entre los países desarrollados, con el desplazamiento de Gran Bretaña por los Estados Unidos. De allí la importancia de la crisis de 1929. En ese año estalla la burbuja financiera en la bolsa de Nueva York arrastrando en su caída al mundo entero por la dimensión colosal que había adquirido la especulación y la cuantía inmensa de bienes acumulados sin demanda solvente. La primera reacción de los gobernantes en aquel momento agravó la crisis: se redujo el gasto público, se restringió el crédito y se buscó “sanear rápido” la parte ¨podrida¨ para volver a crecer, pero la magnitud de la ¨enfermedad¨ y lo equivocado del remedio no hicieron sino acelerar la caída.
La caída del PBI (GDP: Gross Domestic Product) en dólares corrientes fue mucho más significativa (66.4 % hasta 1933) que la caída en dólares constantes de 2005 (32.5 %). Esto es, si el volumen de la producción y las transacciones reales cayeron un 32,5 % entre 1929 y 1933, la caída brutal de los precios hizo que la caída nominal del producto bruto fuese del 66,4%. La desocupación llegó al 25 % de la fuerza laboral.

Year GDP percent change based on current dollars GDP percent change based on chained 2005 dollars
1930 -12,0 -8,6
1931 -16,1 -6,5
1932 -23,2 -13,1
1933 -3,9 -1,3
1934 17,0 10,9
Fuente: US Bureau of Economic Analysis

3.- El New Deal y el surgimiento del keynesianismo

En forma independiente al embrionario pensamiento de Keynes sobre el particular, el recién electo Presidente Roosevelt inicia en 1934 una política de activación del gasto público para balancear la ausencia de demanda efectiva que la crisis había producido. Lo que Keynes empezó a desarrollar como la teoría de “cebar la bomba” de la lánguida economía privada con gasto público deficitario, el New Deal americano lo fue haciendo en forma intuitiva, y la economía se recuperó parcialmente. Asimismo se impusieron serias limitaciones al accionar bancario para evitar descontroladas especulaciones, y se crearon entes estatales para el manejo y control de innumerables actividades económicas.
Sin embargo, asustados por los niveles del déficit de aquellos años (pequeños comparados con los actuales en Estados Unidos) en 1937 el gobierno americano levantó el pié del acelerador de los gastos esperando que el ¨agua cebada¨ previamente fluyera por el impulso de la actividad privada, lo que volvió a sumergir a EEUU en una recesión en 1938, aunque de menor magnitud.

Year GDP percent change based on current dollars GDP percent change based on chained 2005 dollars
1930 -12,0 -8,6
1931 -16,1 -6,5
1932 -23,2 -13,1
1933 -3,9 -1,3
1934 17,0 10,9
1935 11,1 8,9
1936 14,3 13,0
1937 9,7 5,1
1938 -6,3 -3,4
1939 7,0 8,1
1940 10,0 8,8
1941 25,0 17,1
1942 27,7 18,5
1943 22,7 16,4
1944 10,7 8,1
1945 1,5 -1,1
Fuente: US Bureau of Economic Analysis

4.- La Segunda Guerra Mundial no fue un fenómeno meteorológico

Lo que realmente terminó por sacar de la atonía al sistema económico de los países centrales fue el gasto público más efectivo inventado en toda la historia: la carrera armamentista, que goza del apoyo del exacerbado nacionalismo, gasta de una sola vez los elementos producidos, y cuyo cambio tecnológico acelerado garantiza su rápida obsolescencia y necesidad de creciente gasto para (nunca en opinión de sus beneficiarios) garantizar la seguridad nacional amenazada. A diferencia de quién hace la pirámide más alta o esbelta, los gastos de guerra sirven para dominar al enemigo, en todos los campos. Faltaba sólo cambiar el espíritu aislacionista del pueblo americano y embarcarlo en la “lucha por la democracia”, luego que Alemania y la Unión Soviética se hubiesen desangrado en el frente del Este.
Estamos acostumbrados a considerar a las guerras como fenómenos meteorológicos (antes de la guerra, después de la guerra, como si dijésemos antes del terremoto, o después del tsunami). No vamos a desarrollar aquí las causas profundas de cada guerra, ni caer en la simpleza de que Hitler era la encarnación del Imperio del Mal y los buenos tuvieron que dar la lucha por la democracia y el bien de la Europa sojuzgada. Esas verdades parciales no hacen sino ocultar y caricaturizar procesos sumamente complejos pero en cuya base están en disputa áreas de influencia económicas, o simple rapiña de bienes y recursos de los países involucrados, en este caso formas tardías de reparto de las potencias imperialistas e intento de hacer desaparecer el peligro creciente que para estas potencias era la Unión Soviética.
La Segunda Guerra fue una carnicería increíble, con más de 50 millones de muertos y una destrucción de bienes materiales de una magnitud igual a la suma de siglos y siglos de guerras anteriores. Este “fenómeno” fue reducido al poco tiempo al análisis moral del bien y el mal, la historia de las batallas, y el filón para infinitos y edulcorados filmes de Hollywood.
El conflicto bélico fue una ¨gran crisis¨ política y social que envolvió al mundo desarrollado y a su vez fue la resolución de la crisis de sobreproducción y burbuja financiera de la década anterior, con una destrucción extraordinaria de bienes y personas en Europa y un crecimiento extraordinario de la producción industrial en los Estados Unidos. La superación de la crisis económica de los treinta encontró su salida en la irracionalidad de destrucción varias veces superior a su propia magnitud original. Por lo tanto, al final de la guerra se daban las condiciones de volver a crecer pero sobre nuevas bases, sin la rémora de industrias envejecidas que limitaban el crecimiento a las nuevas tecnologías.

Hay que tener en cuenta estas enseñanzas de la historia, para entender que si una crisis futura es de una dimensión no resoluble por los medios habituales, el sistema político y económico generará las condiciones (o contradicciones) necesarias para que se encuentre una resolución aunque vuelva a ser de la magnitud bélica de la Segunda Guerra. Antes de que se produjeran, nadie en los educados países desarrollados de aquella época preveía carnicerías y destrucciones de las proporciones que fueron la Primera y Segunda Guerras Mundiales, librada entre los países más cultos y preparados del mundo. Nadie puede garantizar que no se repitan carnicerías de esa magnitud ahora que en las clases dirigente no existe el temor que una nueva conflagración internacional produzca un período de revoluciones sociales que cambie el sistema económico vigente.

5.- La postguerra europea: “los treinta gloriosos”
La resolución de la guerra fue la derrota de Alemania en Europa y de Japón en Asia, y la destrucción o agotamiento de las economías de los aliados europeos, con un ganador principal que fueron los Estados Unidos, que sólo cargó sobre sus hombros 250.000 muertos sobre los más de 50 millones del conflicto en su conjunto, además de su propio territorio intacto.
Las guerras traen efectos impensados o no calculables, y uno de ellos fue la ampliación del campo socialista con el avance de los ejércitos soviéticos hasta el corazón de Alemania.
Con los países capitalistas de Europa en ruinas y todo el poder militar, industrial y financiero en manos americanas, la forma de retomar la actividad productiva se inició con el Plan Marshall que consistió en prestarles dinero a los países europeos devastados (ganadores y perdedores, mientras estuviesen políticamente con la economía de mercado) para que compren bienes americanos y la ¨rueda económica¨ vuelva a girar.
El plan Marshall logró tres objetivos: por un lado ayudaba a la reconversión de industria de guerra en industria civil en los Estados Unidos, reactivaba a los países capitalistas destruidos y alejaban el fantasma del comunismo de Europa Occidental. Los partidos comunistas habían obtenido un fuerte respaldo obrero y popular por la defensa de los intereses de su clase y por su decidida oposición al fascismo (valores democráticos) y a la invasión alemana (valores nacionales). Los acuerdos de Yalta y Postdam habían dejado para la Unión Soviética un área de influencia que abarcaba a los países de Europa Oriental y hasta la mitad de Alemania, con excepción de Berlín que se repartía entre las cuatro potencias ganadoras. Para los EEUU el crecimiento de la influencia de los partidos comunistas en Europa Occidental era muy preocupante, especialmente en algunos países como Grecia, Italia y Francia. El descontento y desorden de postguerra podía derivar en situaciones revolucionarias como la Gran Guerra del 14 lo había probado en la Rusia de los Zares.
Es en 1944, poco antes de la finalización de la guerra, que se reúnen en Bretton Woods los líderes económicos y se diseña el mundo que vendrá, donde tienen especial importancia las tesis desarrolladas por John Maynard Keynes sobre la necesidad de incentivar la demanda efectiva cuando el sector privado no puede hacerlo, aún a costa de momentáneos déficits que serán compensados y absorbidos más adelante cuando el sistema vuelva a retomar su ímpetu ahora ya impulsado por las inversiones y generación de empleo privadas. El plan Marshall fue un ejemplo claro del keynesianismo en acción.
La magnitud de la recuperación y expansión europea fue proporcional a la magnitud de la carnicería y destrucción previas. Las oportunidades económicas de rehacer las tasas de ganancias con la reconstrucción por delante se unió a la imperiosa necesidad política y militar de evitar que las clases trabajadoras y los pueblos europeos en general desbordaran sus luchas políticas y sociales más allá de las reivindicaciones reformistas y terminen llevando a Europa Occidental al socialismo, con el apoyo de la Unión Soviética y el nuevo bloque de países socialistas del Este.
En ese triple juego militar, económico y político, se combinaron el despliegue de bases militares americanas, el crédito fácil para poner a andar nuevamente el aparato productivo (incluida la reconversión a economía civil de Estados Unidos), y, como resultado de la acción sindical y la presión política, la concesión de beneficios reales a las masas trabajadoras, como la generalización de la jornada de 8 horas, aguinaldo y vacaciones pagas, obras sociales y atención médica gratuita, generosas jubilaciones y otros beneficios a los trabajadores y el conjunto de la población, como la generalización y ampliación del acceso a la educación y al crédito de largo plazo para vivienda. Las demandas sociales fueron canalizadas mediante una política económica de tipo keynesiano, en donde la necesidad económica de mantener elevada y creciente la demanda agregada como generadora de ganancias para el capital, se combinó con la participación de parte de esas ganancias con los trabajadores mediante el conjunto de conquistas que se fueron concediendo en los distintos países. El Estado cumplió las funciones del capital privado en aquellos emprendimientos que por su magnitud no eran posibles para aquellos, como los servicios públicos, infraestructura, electricidad, petróleo y muchas áreas conexas. Ello fue posible a medida que la reconstrucción progresaba y se volvían a desplegar las habilidades y conocimientos de sus trabajadores manuales e intelectuales, sus técnicos, profesionales, científicos y empresarios innovadores, unido a los préstamos americanos y masivas inversiones de capital de ese origen en las industrias más expansivas. Lo mismo ocurrió en Japón aunque con características propias ligadas a su historia e idiosincrasia.
Este crecimiento se dio, no sin crisis y contradicciones, de manera generalizada y muy marcada hasta mediado de los años setenta. Las contradicciones se manifestaron por medio del desarrollo de sindicatos de distintas tendencias, comunistas, socialistas y demócrata cristianos, y la habilidad política de los gobiernos y empresarios europeos consistió en otorgar los beneficios económicos como contrapartida de mayor involucramiento de los trabajadores en las conquistas obtenibles mediante la reforma del sistema capitalista, alejándolos de alternativas revolucionarias.
Fue el período conocido en los países centrales como la ¨economía de bienestar¨, y ahora que ese período quedó atrás se lo recuerda como ¨los gloriosos treinta¨ o ¨la era dorada del capitalismo¨. Fue un período de excepción por las razones que lo posibilitaron y quedará por muchos años grabado en las mentes como la arcadia perdida.

Podemos decir que en algún momento las clases dirigentes en su conjunto comenzaron a percibir que los beneficios que con su combatividad sindical y política obtenían el conjunto de los asalariados, industriales y de servicios, excedía los incrementos de productividad y por lo tanto estaban llevando lentamente hacia atrás a la tasa de ganancias, al tiempo que la misma puja había acelerado el proceso inflacionario y deterioraba el rendimiento real del capital financiero.
Esta percepción de que los avances de la combatividad de los trabajadores por medio de sus sindicatos reformistas estaba reduciendo las ganancias reales se hizo al tiempo que se fue percibiendo que ni siquiera los partidos comunistas ni sus sindicatos evolucionarían hacia posiciones revolucionarias que quebrasen la vía capitalista de desarrollo en Europa.
Esa doble percepción de las clases dirigentes es la que comienza a cambiar la política económica, tanto en Europa como en Estados Unidos. La alta inflación de los años setenta, fruto combinado de la suba del petróleo y de la puja distributiva, fue derivando en una reducción del ritmo de crecimiento, período conocido como ¨stagflation¨, estancamiento con inflación. Los cambios en la política económica comenzaron con el ascenso de Margaret Tatcher en Inglaterra en 1979 y Ronald Reagan en Estados Unidos en 1980. Los economistas keynesianos habían agotado sus recetas y el lugar central lo ocuparon los economistas neoliberales, economistas como Milton Friedman y los Chicago-boys de la apertura comercial, desregulación financiera y reducción de la presencia del Estado en la economía.

6.- El abandono del patrón-cambio-oro en 1971

El crecimiento de las economías de Europa fue, por lógica ante la magnitud de su destrucción previa, más acelerada que el crecimiento americano, y en algún momento el patrón cambio oro que había reinado desde 1944 comenzó a ponerse en entredicho cuando algunos países, en especial la Francia de de Gaulle, no quisieron mantener sumas crecientes de dólares en sus reservas y comenzaron a pedir al tesoro americano el oro de respaldo que se atesoraba en Fort Knox.
La inconvertibilidad del dólar en oro se produce en 1971, bajo la presidencia de Richard Nixon, y desde ese momento el respaldo de las monedas mundiales no es más el oro sino el poderío de Estados Unidos. Si el sistema monetario no se desmoronó ante la inconvertibilidad fue porque los Estados Unidos eran en aquellos momentos la potencia dominante en lo económico, financiero y militar, en una dimensión abrumadora, con un PIB superior al 40 % del total mundial (hoy siguen siendo la mayor potencia pero son el 20 % del PIB mundial). Ese cambio le permitió a los Estados Unidos aprovechar de su condición dominante y expandir la emisión monetaria sin respaldo.
En forma independiente de este proceso se da el incremento del precio del petróleo por la acción concertada de la OPEP en 1973, con subas significativas que se repiten en 1978, reforzando una espiral alcista de precios ya en ascenso por las presiones de los sindicatos al alza de salarios y beneficios sociales.
Petróleo, inconvertibilidad del dólar y activismo sindical en todo Occidente no eran las mejores perspectivas para la valorización del capital.
La pérdida del valor del dólar desde 1971 hasta 2010 fue significativa. En efecto en ese período la inflación americana fue más del 440 %, lo que es lo mismo que decir que un dólar de 2010 vale un 20 % del dólar de 1971. De alguna forma el oro refleja esa debilidad del dólar, al pasar de los u$s 35 por onza troy en el período de la convertibilidad 1944/1971 a superar los u$s 1.500 en la actualidad. Pero estos valores son, además de una demostración de la pérdida del valor del dólar, parte de un proceso especulativo del que no escapan otros commodities, como los agrarios que exporta nuestro país, entre otros.
Esta libertad de utilizar el señoreaje de su moneda por su condición de reserva internacional le permitió a los Estados Unidos financiar parte importante de su expansión productiva internacional. Con los años, la principal economía productora del mundo se fue transformando en una economía dependiente del fácil crédito externo y el endeudamiento creciente. Esta inconvertibilidad es uno de los aceleradores de las crisis económicas que padeció Estados Unidos en los últimos años, como las de 1974/75, 1979/82, 1987, 1991 y la actual que comenzó en 2007 y se profundizó en septiembre de 2008.
A partir de la inconvertibilidad, los Estados Unidos, que habían emergido de la Segunda Guerra como fuertemente superavitarios, comenzaron a tener déficit comerciales crecientes (en 2008 superaba los u$s 600.000 millones) y déficits públicos, financiados por ingresos de capitales del resto del mundo que veían en el dólar la moneda de reserva por excelencia. Su deuda pública total (no importa si interna o externa, ya que está mayoritariamente nominada en sus propios dólares) es de la magnitud de su producto bruto interno.

7.- La reacción conservadora: el retorno de los (neo) liberales

El liberalismo, que había sido desplazado del comando de la política económica a partir de la crisis de los treinta y en especial después de la finalización de la Segunda Guerra, volvió renovado por sus fueros, adquiriendo el nombre de neo-liberalismo, o como se lo conoce en los Estados Unidos , neo-conservadurismo.
La caída de la tasa de ganancias por la mayor combatividad sindical en los países desarrollados - con economías relativamente cerradas a la salida de la última guerra, importantes áreas bajo el control del Estado, numerosas regulaciones resultado de las concesiones al movimiento obrero en el afán de alejar la radicalización política, sus manifestaciones externas como la alta tasa de inflación con bajo crecimiento y estancamiento del aumento de la productividad que había caracterizado al período anterior - convencieron a muchos que la pólvora de las recetas keynesianas se había mojado irremediablemente, y uno tras otro los gobiernos europeos y del resto del mundo se fueron plegando al nuevo credo. Así fueron cayendo los derechos de importación y las trabas para-arancelarias, tanto en el centro como en la periferia, se desregularon las actividades financieras, se privatizaron las áreas de servicios públicos que antes habían estado en manos del Estado, y los resultados fueron el disciplinamiento del movimiento obrero y sindical que no se había podido lograr antes.
La amenaza de mayores importaciones puso un primer límite a las exigencias obreras de aumentos anuales de la misma magnitud que la tasa de inflación más el aumento de la productividad real o estimada. Si la importación no surtía efecto, la relocalización de las empresas en países con costos laborales menores comenzó a hacer estragos en la combatividad obrera, y la morigeración salarial permitió el incremento de la tasa general de ganancia.
A su vez, la importación de mercancías más baratas, al tiempo que fue el elemento de limitación de los incrementos salariales en el centro, fue un motivo de reducción del costo laboral por abaratamiento de los bienes consumo importados, reduciendo de esa manera por doble vía la presión inflacionaria previa. No olvidemos, además, que en la estructura ocupacional de los países avanzados, los sectores productivos (agro e industria) son, por el acelerado incremento de su productividad, cada vez más una fracción en reducción (no llegan en conjunto al 20 % de la mano de obra) con lo que las demandas de proteccionismo y aumentos salariales de los obreros industriales chocaba contra las apetencias de consumo barato de bienes importados del conjunto de los trabajadores que no eran campesinos u obreros industriales, esto es, de la mayoría de las clases medias asalariadas y de los trabajadores de servicios.
Una consecuencia del cambio de paradigma fue que una parte cada vez más importante de toda la ganancia del capital mundial se fue expresando en acumulación de capital dinero, de excedentes financieros que buscan oportunidades para aumentar su valorización. Las restricciones al capital financiero que se habían comenzado a desplegar en los años treinta como reacción a la gran crisis y que se generalizaron en las políticas keynesianas de posguerra fueron barridos en pocos años, y la especulación propia del sistema capitalista se exacerbó hasta el paroxismo con el desarrollo de nuevos esquemas de ingeniería financiera con productos complejos como los derivados. La forma capital financiero reafirma su dominio sobre todas las otras formas de capital.

8.- La implosión del sistema socialista.

Estas tendencias neoliberales se hallaban firmemente implantadas cuando se produce la implosión de los países socialistas. En 1985 el nuevo secretario general del PCUS, Mihail Gorbachev, intenta reformar el sistema socialista que estaba próximo a la parálisis económica, fruto de sus contradicciones internas y la presión que sobre su presupuesto militar tenía la carrera armamentista con los Estados Unidos.
El análisis detallado de las causas de este fracaso quedan fuera de este trabajo, pero la reducción del ritmo de crecimiento primero y el estancamiento después ya estaban generalizados en la mayoría de los países socialistas de Europa. A ello se sumaba el descreimiento político de los ciudadanos de esos países en la posibilidad de que el sistema socialista resuelva sus carencias económicas o permita la expresión de sus opiniones políticas, lo que retroalimentaba un círculo vicioso de baja productividad y poco esfuerzo laboral de la población. La alternativa elegida por Gorbachev (la Perestroika o reestructuración y el Gladnost o transparencia) fueron cambios superestructurales (a nivel político pero no sobre la estructura económica) realizados desde el voluntarismo y llevaron al fracaso más absoluto con la desestructuración de un esquema que se había estancado pero aún funcionaba. El sistema que se estaba estancando fue suplantado por la improvisación y la eliminación de las reglas económicas previas pero sin la fijación por etapas de las nuevas. El resultado fue el caos económico más absoluto. Sus fracasos son crecientes y la economía soviética entra en caída libre. Cuando en Alemania del Este toman conciencia que la Unión Soviética no reprimiría, cae el muro y todo lo que era sólido se disuelve en el aire, al decir de Marx imaginando situaciones totalmente diferentes.
En dos años más la mismísima Unión Soviética se disuelve, se abandona el socialismo y las viejas nacionalidades anteriores a la dominación de los zares se independizan de Rusia. El capitalismo en su versión más salvaje y de acumulación primitiva por saqueo y pillaje toma el control de Rusia que continúa en caída libre hasta casi el año 2000 en que comienza su recuperación de la mano del precio creciente del petróleo.
La caída de la Unión Soviética terminó con los pocos temores de las clases dirigentes de Occidente de un giro radical de la situación social en sus países, lo que permitió acelerar la aplicación de las recetas neoliberales sin límites.
Por otro lado, el otro gigante socialista de Oriente, China, había comenzado ya su marcha hacia el desarrollo capitalista, de la mano de una política de intervención del Estado en escala mayor que la que antes aceleró el desarrollo de Japón o Corea. Se dio la paradoja de un estado formalmente socialista poniendo todo su peso y esfuerzo en desarrollar y promocionar el surgimiento de una burguesía nacional china, y mirada con la perspectiva de más de treinta años, esa promoción fue desde el punto de vista económico muy exitosa, aún con las crecientes desigualdades sociales que produce. Muy pocos países quedaron en un sistema socialista de generalizada propiedad estatal, como Cuba y Corea del Norte.

9.- La emergencia del capitalismo asiático.

Para que la apertura comercial tuviera la posibilidad de frenar la combatividad sindical y recomponer la rentabilidad del capital industrial y financiero era necesario que hubiese nuevos países industriales que bombardearan los salarios altos de los países desarrollados con mercancías baratas. Ese proceso ya estaba en marcha y provenía del lejano Oriente, proceso que cambiará radicalmente el curso de la historia del desarrollo económico mundial y el balance de poder en los años por venir.
Asia es un continente de muy larga historia. Hasta el año 1500 el país más poderoso de la Tierra era China. Mientras en capitalismo despegó a Europa, todo el continente asiático fue quedando relegado. A fines del siglo XIX despega Japón, transformándose en una potencia regional. Tras la Segunda Guerra Mundial en la que fuera derrotado retoma su impulso industrial y llega a ser la segunda potencia industrial. Luego le siguen en los sesenta Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Malasia, para a fines de los setenta sumarse la República Popular China y en los noventa la India y otros países menores. La característica de todos estos países es la abundancia de mano de obra barata, de origen campesino, y el agotamiento, tras miles de años de explotación, de muchos de sus recursos naturales y sus tierras de labor. El cambio en China se produce a pocos años de la muerte de Mao Tse Tung. En 1978 toma el control del Partido Comunista y el Estado Deng Tsiao Ping y pone en marcha un programa de modernización consistente en utilizar la baratura de la mano de obra para industrializar el país al inicio con exportaciones baratas de textiles y calzados, para ir complejizándose después, dejando en forma progresiva que sea una nueva burguesía industrial naciente la que lleve a cabo esa tarea, siempre con el control del Estado, tanto en las políticas y ramas a desarrollar como en el área financiera y bancaria. La mezcla de iniciativa privada, con planificación de las áreas a desarrollar y control estatal tuvieron los mismos exitosos resultados que similares políticas habían tenido antes en Japón y Corea, y hoy China se ha transformado en la segunda economía del mundo, detrás de la americana y por arriba de la japonesa. El despliegue de India fue posterior pero sigue la misma impronta general aunque con diferencias de implementación.
La importancia de estos desarrollos tardíos en Asia es la magnitud de los nuevos actores. Así como Japón y Corea involucran a 100 y 40 millones de personas, China e India involucran a 1350 y 1150 millones, sumando entre ambas el 40 % de la población mundial.
Su éxito económico, canalizando sus exportaciones a los principales países occidentales, ha sido, como contrapartida, el principal elemento de freno para las demandas de las clases trabajadoras en estos países y abaratamiento de los bienes de consumo en Occidente. La importación por un lado y la migración de industrias de Occidente a los países asiáticos ha tenido un efecto devastador sobre la capacidad reivindicativa de sus trabajadores, y la lógica los empuja a ir cediendo de a poco a los dictados del capital para mantener sus fuentes de trabajo. Estos retrocesos a nivel económico de los asalariados en los países desarrollados no derivó en radicalización de sus expresiones políticas, y en el caso de Europa, se vio el retroceso hasta la casi extinción de los partidos comunistas, y la aceptación de las recetas neoliberales con algunos reparos (cada vez menores) de los partidos socialistas. Es más, en el caso europeo se ha visto el crecimiento de las expresiones políticas nacionalistas y racistas, opuestas a la inmigración, soportada en no despreciable medida por los sectores sociales que otrora respondían a los partidos comunistas y socialistas.
Si éstas son las consecuencias del emerger de Asia en el centro desarrollado, las características de alta población con demandas crecientes en territorios explotados desde hace milenios abren oportunidades de crecimiento a otras zonas del mundo con abundancia de materias primas, como son los casos de los países petroleros, Sudamérica y determinadas zonas de África.
Las altas tasas de desarrollo de Sudamérica en los últimos ocho años no son independientes de este proceso de crecimiento asiático que ha elevado la demanda y los precios de los commodities agropecuarios, petrolíferos y mineros. De alguna manera, para nuestro subcontinente, la emergencia de India y China vendría a ser parcialmente una repetición del ciclo de crecimiento de la región a fines del siglo XIX como abastecedora de materias primas de Europa. El tipo de aprovechamiento de esta ¨ventana¨ (especialización primaria o desarrollo industrial) que se abre determinará en gran medida la estructura económica de los distintos países de la región en los años venideros.

10.- La última crisis

La última crisis tiene fecha cierta de inicio pero no está claro si la tiene de terminación. Para 2007 ya era claro que la especulación con instrumentos financieros sofisticados, como los derivados que contenían partes de hipotecas malas o llamadas subprime, estaba llegando a su fin. Ello eclosionó definitivamente con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en Septiembre de 2008, y allí se desplomaron las bolsas mundiales. Lo demás es conocido, y no entraremos en sus detalles, hubo salvataje masivo de los bancos e instituciones importantes en problemas por parte de los erarios públicos de las principales potencias, empapelando al mundo, con lo que lograron que lo que iba a transformarse en otra crisis de los años treinta se fuera larvando (estiramiento suave en el tiempo en vez de profundización rápida y aguda) en Estados Unidos y se manifieste con mayor virulencia en Europa y Japón.
En efecto, según las estadísticas del Fondo Monetario, en 2009 la caída del PIB americano fue del 2,6 %, la de la zona Euro del 4,1 %, Reino Unido el 4,9 %, Japón el 6,3 % y el mundo en su conjunto un 0.5 %. El contrapeso a esta caída tan brutal de los países centrales fue la dinámica mantenida por los nuevos países capitalistas de Asia, con China creciendo al 9,2 % y la India al 6,8 %. En nuestra América Latina el golpe fue mucho más amortiguado, con una caída general del 1,7 %, la caída más pronunciada en México con un 6.5 % y el resto de los países importantes de la región en niveles cercanos a cero. La recuperación en 2010 fue parcial y anémica en el centro, y las perspectivas en esa zona avanzada son débiles.

CRECIMIENTO DEL PRODUCTO BRUTO (VARIACIÓN PORCENTUAL)

AREA 2009 2010 2011 EST 2012 EST

MUNDO -0,5 5,1 4,3 4,5

1.- ECONOMÍAS AVANZADAS -3,4 3 2,2 2,6

ESTADOS UNIDOS -2,6 2,9 2,5 2,7
AREA EURO -4,1 1,8 2 1,7
JAPÓN -6,3 4 -0,7 2,9
GRAN BRETAÑA -4,9 1,3 1,5 2,3
CANADA -2,8 3,2 2,9 2,6
OTRAS ECON. AVANZADAS -1,1 5,8 4 3,8
ECON. INDUSTRIALES ASIA -0,7 8,4 5,1 4,5

2.- PAISES EMERGENTES Y 2,8 7,4 6,6 6,4
EN DESARROLLO

CHINA 9,2 10,3 9,6 9,5
INDIA 6,8 10,4 8,2 7,8
LATINO AMERICA -1,7 6,1 4,6 4,1
MEDIO ORIENTE/NORD AFRICA 2,5 4,4 4,2 4,4
AFRICA SUBSAHARIANA 2,8 5,1 5,5 5,9

Fuente: Fondo Monetario Internacional. World Economic Outlook. Junio 2011

No vamos a entrar en los detalles de las acciones emprendidas por los estados centrales, porque la variedad de árboles no nos van a dejar ver el bosque. Lo que queremos destacar es la tendencia general mirada desde el largo plazo y con igual perspectiva.
Si la presente crisis, que se originó en el centro, fue de magnitud muy superior a las anteriores es básicamente por dos razones:

a) desaparecido el campo socialista la presión del capital por limitar las reivindicaciones de sus trabajadores se reforzó significativamente, contando como ariete para esa limitación a la importación barata proveniente de los nuevos países industriales asiáticos.
b) Sin oposición política que los limite, el capital financiero, que asume el comando del capital en general, se lanza a un frenesí de especulaciones financieras que engrosan sus ganancias en forma creciente, ganancia que necesita reciclarse para volver a incrementar el capital, dando origen a la última oleada especulativa.

El capital financiero gana cada día más participación en la renta mundial, y si al mismo tiempo los productos que ese capital financia encuentran cada vez menos clientes que los compren por la reducción de los salarios reales en los países centrales, llega un momento en que la plétora de bienes volcados al mercado no encontrará demanda solvente ni posibilidad de continuar con la cadena de la felicidad del crédito.
Las mercaderías impagas comenzaron a crecer, con la diferencia que la magnitud de la especulación estuvo en relación con los grados de libertad con que contó el capital financiero, grados de libertad que no contaba en la época anterior de economías más cerradas, con menos competencia asiática, mayor regulación financiera y con el freno que significaba el temor de un cambio político hacia el socialismo.

11.- Perspectivas

La crisis que estalló en septiembre de 2008 es una crisis importante pero una crisis más, no es la crisis final de un sistema, ya que los sistemas se agotan cuando está maduro el sistema que lo ha de suplantar y los actores que llevarán a cabo el cambio, y nada de ello está a la vista.
Toda contradicción tiende a su resolución y la presente crisis, ante la ausencia de desafíos políticos que puedan poner al sistema en juego, se resolverá con sufrimientos para muchos y salvatajes para otros.
Lo más probable, desde el punto de vista de la lógica económica intrínseca del sistema y las acciones que tomaron los estados centrales, es que la recuperación sea muy lenta, que el conjunto de los países centrales caigan en una especie de letargo o bajo crecimiento, con agudización de las contradicciones sociales internas, tanto en el centro como en la periferia. Los cambios políticos en curso en Oriente Medio y Nord África son un ejemplo no previsto de las consecuencias del incremento del precio de los alimentos a nivel mundial, alimentado por el capital especulativo que queda libre luego de ser salvado por sus estados de los desbordes de las hipotecas subprime.
Desde el punto de vista económico es posible que el centro se mantenga en un letargo tal como ocurrió con el Japón a partir de 1990 cuando estalló su mega burbuja, desde el punto de vista político será diferente, en función de las distintas historias de Japón por un lado y Europa y Estados Unidos por el otro.
Esta crisis involucró principalmente a los Estados Unidos y ellos tienen la moneda de referencia mundial. Por el momento parece que la emisión descontrolada de dólares para salvar al sector financiero no ha limitado su aceptación por el resto del mundo que teme que decir que no aceptan papeles sin respaldo termine por hundir al mundo más aún.
En pocas palabras, Estados Unidos, al usar el señoreaje del dólar hace un chantaje mundial y se beneficia de los países, empresas y personas que en él buscan su refugio.
Estimamos que esta crisis se resolverá, con derivaciones en el campo político serias pero no críticas o disruptivas del orden social imperante en los países desarrollados. Por otro lado, el previo y paralelo crecimiento de los emergentes, en especial de China hace pensar que más tarde o más temprano se estarán replanteando las reglas generales del sistema económico mundial.
En algún momento futuro de su desarrollo, cuando la fuerza de su desarrollo económico esté acompañada por una mayor paridad militar, China comenzará a hacer cambiar esas reglas. A diferencia de Japón y Alemania, las otras potencias económicas detrás de Estados Unidos y China, ésta tiene una fuerte capacidad nuclear, un poderoso ejército y un presupuesto militar creciente. El momento y las formas que adoptará la resolución de esta contradicción no lo podemos prever claramente ahora.
Lo único que podemos decir es que no hay ¨fin de la historia¨ y que ésta no terminará tampoco con esa resolución.

En su irrefrenable desarrollo de las fuerzas productivas la economía mundial hace emerger constantemente nuevas contradicciones que se suman a las no resueltas aún de etapas anteriores. El conjunto de contradicciones entre potencias establecidas y emergentes, contradicciones de las clases sociales dentro de cada país, contradicciones entre estadios de desarrollo y culturas diferentes, contradicciones entre el desarrollo sustentable del planeta y la tendencia irrefrenable a una mayor explotación de sus recursos por todos y cada uno de los actores, se irán sucediendo y resolviendo sin cesar, para dar origen a otras nuevas. El sentido o curso probable de resolución de estas contradicciones queda más allá del objetivo de las presentes reflexiones.

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