11May/160
¿Yo, señor…? No, señor.
El gobierno utiliza una estrategia de comunicación según la cual la culpa siempre es de los otros.
Ya cuando gobernaba la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri acusaba al gobierno nacional de tenerle “las manos atadas”, y sólo le resultó un poco incómoda esta afirmación cuando le hicieron el traspaso del subterráneo y la policía metropolitana según lo había pedido. Parece que no se lo esperaba porque después de reclamarlo por todos los medios de comunicación, pretendía dar marcha atrás con lo solicitado. En fin, cuando se cuenta con la amistad de los más influyentes, algunos papelones se transforman en “detalles”.
Hacía tiempo que junto a los representantes del “círculo rojo”, venían propiciando el odio: Injuriando a los adversarios, lamentaban que resultaba imposible el díálogo. Aterraban al pueblo hablando todo el día de “la inseguridad”, y sonrientes, repartían globos por las calles.
Al llegar a la presidencia, tal como muchos esperábamos, se dedicó a deshacer todo lo que favorecía a los sectores populares afirmando que no hubo otra salida debido a “la pesada herencia”. Herencia que según nos hizo saber incluía pésimas políticas, mala administración y cuantiosos robos al país. Mientras tanto, redistribuyó los recursos para que volvieran a las manos de los más pudientes.
El tiempo va pasando y como el órgano que más nos duele es el bolsillo, ya no alcanza con que nos hablen de la corrupción de los funcionarios que se fueron, ni resulta convincente que nos pidan que esperemos, porque ahí están nuestros hijos, con sus necesidades que deben ser satisfechas, que no pueden esperar a que todo se acomode.
Y antes que estallen las preguntas, antes que el pueblo salga de su perplejidad, antes que el odio deje de ocupar nuestras mentes, nos comienzan a ofrecer otra respuesta: la culpa la tenemos nosotros. Primero, por habernos dejado llevar por quimeras. No era natural que saliéramos a comer en familia, que gastáramos como lo veníamos haciendo los últimos años, etc. Vamos a sincerarnos: ¿no nos dice el cuento de la hormiga y la cigarra que si nos dedicamos al festejo no tendremos como pasar el invierno? Y ahora que “los corruptos” terminaron su mandato, todo lo han llevado. Y nosotros tendremos que cuidar nuestros haberes mientras se siembra. Cosecharemos cuando comiencen a derramarse los frutos del esfuerzo. Y bueno, nos vamos acostumbrando a que debemos pasarla mal, para después andar bien. Y si después este bienestar no llega, es que seguramente, no lo merecemos. O por culpa de nuestro vecino, será.
Ayer leí que el Director Provincial de Escuelas, Alejandro Finocchiaro sostuvo que “hay que terminar con la pedagogía de la compasión”. Lo dijo en relación al modo en que deben evaluarse los niños, se explayó en que los padres deben saber como andan para ver cómo ayudarlos. Contextualicemos: padres perdiendo trabajos o al menos, poder adquisitivo, inflación en alimentos y tarifazo en los servicios esenciales, comedores escolares sin carne, leche ni frutas y con menos raciones de las necesarias. Retiro del transporte escolar que acercaba a los niños que viven en las lejanías... ¿y si hay dificultades de aprendizaje el problema es que no se le puso un tres a tiempo?. Quizás esa “pedagogía de la compasión” se podrá utilizar para culparnos también en otros ámbitos.
Los funcionarios de Cambiemos, se encuentran encantados mostrando que felizmente, podemos elegir, y de nuestra elección depende cómo nos va en la vida. Horacio Rodríguez Larreta no se hizo cargo de la responsabilidad que le cabe al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por la muerte de los jóvenes en la fiesta electrónica, sentenció: “El problema de fondo son las adicciones”. Juan José Aranguren, el Ministro de Energía afirmó -y lo destacaron algunos medios- “Si el consumidor considera que el precio del combustible es alto, deja de cargar”, no es preciso hacer comentarios. Sin embargo, a mí me pareció más serio lo que dijo a continuación: “El público está colaborando para sostener la actividad petrolera en las provincias que producen petróleo. Es para mantener las fuentes de trabajo”. O sea, que el trabajo de las petroleras no depende de su cartera, somos nosotros los responsables si hay despidos. Desde el Ministerio de Salud, tampoco se hacen cargo de la propagación del dengue en Argentina, se trata de la responsabilidad de cada familia el usar repelente y vaciar los cacharros. No hay fumigación, no hay reparto de repelentes en los hospitales; si nos enfermamos ya ellos cumplieron con difundir cómo debíamos prevenir la infección.
Cuando las universidades comenzaron a hacer planteos por cómo las afectan los aumentos de luz, Macri dijo que quiere que éstas “acompañen” los esfuerzos contra el cambio climático con una “reducción de la energía”. Este buen hombre, está preocupado por el cambio climático y pensando en nuestra salud y larga vida, nos manda un tarifazo, que vá a hacer... si no entendemos de otro manera. En cambio, parece que los empresarios son personas razonables, que no necesitan que se los obligue, por eso él se opone a la ley antidespidos. Si sólo con hablar ellos firmaron un acuerdo en el que dicen “Queremos comprometernos a no reducir nuestro plantel de empleados durante al menos los próximos 90 días”, (es verdad que no se comprometen pero es lo que quieren, si pueden lo cumplen; amén de hablar de mantener el plantel, no despedir quién sabe, pero recordemos que hay gente que “abusa de licencias”).
Pero este gobierno nunca será culpable... Si cuando le preguntaron por los despidos, Macri dijo: “Sueño que encuentren un lugar donde ser feliz”.
Ya cuando gobernaba la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri acusaba al gobierno nacional de tenerle “las manos atadas”, y sólo le resultó un poco incómoda esta afirmación cuando le hicieron el traspaso del subterráneo y la policía metropolitana según lo había pedido. Parece que no se lo esperaba porque después de reclamarlo por todos los medios de comunicación, pretendía dar marcha atrás con lo solicitado. En fin, cuando se cuenta con la amistad de los más influyentes, algunos papelones se transforman en “detalles”.
Hacía tiempo que junto a los representantes del “círculo rojo”, venían propiciando el odio: Injuriando a los adversarios, lamentaban que resultaba imposible el díálogo. Aterraban al pueblo hablando todo el día de “la inseguridad”, y sonrientes, repartían globos por las calles.
Al llegar a la presidencia, tal como muchos esperábamos, se dedicó a deshacer todo lo que favorecía a los sectores populares afirmando que no hubo otra salida debido a “la pesada herencia”. Herencia que según nos hizo saber incluía pésimas políticas, mala administración y cuantiosos robos al país. Mientras tanto, redistribuyó los recursos para que volvieran a las manos de los más pudientes.
El tiempo va pasando y como el órgano que más nos duele es el bolsillo, ya no alcanza con que nos hablen de la corrupción de los funcionarios que se fueron, ni resulta convincente que nos pidan que esperemos, porque ahí están nuestros hijos, con sus necesidades que deben ser satisfechas, que no pueden esperar a que todo se acomode.
Y antes que estallen las preguntas, antes que el pueblo salga de su perplejidad, antes que el odio deje de ocupar nuestras mentes, nos comienzan a ofrecer otra respuesta: la culpa la tenemos nosotros. Primero, por habernos dejado llevar por quimeras. No era natural que saliéramos a comer en familia, que gastáramos como lo veníamos haciendo los últimos años, etc. Vamos a sincerarnos: ¿no nos dice el cuento de la hormiga y la cigarra que si nos dedicamos al festejo no tendremos como pasar el invierno? Y ahora que “los corruptos” terminaron su mandato, todo lo han llevado. Y nosotros tendremos que cuidar nuestros haberes mientras se siembra. Cosecharemos cuando comiencen a derramarse los frutos del esfuerzo. Y bueno, nos vamos acostumbrando a que debemos pasarla mal, para después andar bien. Y si después este bienestar no llega, es que seguramente, no lo merecemos. O por culpa de nuestro vecino, será.
Ayer leí que el Director Provincial de Escuelas, Alejandro Finocchiaro sostuvo que “hay que terminar con la pedagogía de la compasión”. Lo dijo en relación al modo en que deben evaluarse los niños, se explayó en que los padres deben saber como andan para ver cómo ayudarlos. Contextualicemos: padres perdiendo trabajos o al menos, poder adquisitivo, inflación en alimentos y tarifazo en los servicios esenciales, comedores escolares sin carne, leche ni frutas y con menos raciones de las necesarias. Retiro del transporte escolar que acercaba a los niños que viven en las lejanías... ¿y si hay dificultades de aprendizaje el problema es que no se le puso un tres a tiempo?. Quizás esa “pedagogía de la compasión” se podrá utilizar para culparnos también en otros ámbitos.
Los funcionarios de Cambiemos, se encuentran encantados mostrando que felizmente, podemos elegir, y de nuestra elección depende cómo nos va en la vida. Horacio Rodríguez Larreta no se hizo cargo de la responsabilidad que le cabe al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por la muerte de los jóvenes en la fiesta electrónica, sentenció: “El problema de fondo son las adicciones”. Juan José Aranguren, el Ministro de Energía afirmó -y lo destacaron algunos medios- “Si el consumidor considera que el precio del combustible es alto, deja de cargar”, no es preciso hacer comentarios. Sin embargo, a mí me pareció más serio lo que dijo a continuación: “El público está colaborando para sostener la actividad petrolera en las provincias que producen petróleo. Es para mantener las fuentes de trabajo”. O sea, que el trabajo de las petroleras no depende de su cartera, somos nosotros los responsables si hay despidos. Desde el Ministerio de Salud, tampoco se hacen cargo de la propagación del dengue en Argentina, se trata de la responsabilidad de cada familia el usar repelente y vaciar los cacharros. No hay fumigación, no hay reparto de repelentes en los hospitales; si nos enfermamos ya ellos cumplieron con difundir cómo debíamos prevenir la infección.
Cuando las universidades comenzaron a hacer planteos por cómo las afectan los aumentos de luz, Macri dijo que quiere que éstas “acompañen” los esfuerzos contra el cambio climático con una “reducción de la energía”. Este buen hombre, está preocupado por el cambio climático y pensando en nuestra salud y larga vida, nos manda un tarifazo, que vá a hacer... si no entendemos de otro manera. En cambio, parece que los empresarios son personas razonables, que no necesitan que se los obligue, por eso él se opone a la ley antidespidos. Si sólo con hablar ellos firmaron un acuerdo en el que dicen “Queremos comprometernos a no reducir nuestro plantel de empleados durante al menos los próximos 90 días”, (es verdad que no se comprometen pero es lo que quieren, si pueden lo cumplen; amén de hablar de mantener el plantel, no despedir quién sabe, pero recordemos que hay gente que “abusa de licencias”).
Pero este gobierno nunca será culpable... Si cuando le preguntaron por los despidos, Macri dijo: “Sueño que encuentren un lugar donde ser feliz”.
Valeria Scirica
Prensa RCA Avellaneda
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