Comisión de Economía Carta abierta Buenos Aires

26Ene/160

La situación del país

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Por E. Raúl Zaffaroni

La situación del país es insólita, pero en modo alguno desesperante: el campo popular superó momentos mucho peores. Además, toda Latinoamérica sufre esta etapa avanzada del colonialismo corporativo. Por suerte, frente a las horribles tragedias de nuestros hermanos, hasta el presente no llevamos la peor parte ni mucho menos.
No obstante, no dramatizar no significa subestimar el panorama argentino actual, que es de caos institucional (gobierno por decretos-leyes, incluso en materia penal y tributaria; despidos masivos e indiscriminados de funcionarios; distribución centralizante de la coparticipación federal; designación de jueces supremos por decreto; clarísima usurpación de competencias del Congreso; amenaza a la autonomía del Ministerio Público; desbaratamiento del AFSCA;  supresión de toda disidencia en los medios de comunicación; endeudamiento e inflación; devaluación acelerada del salario real; extorsión manifiesta al sindicalismo; y un largo etcétera).  El Poder Judicial complica más las cosas: los jueces cercanos al campo popular son estigmatizados como militantes ; los que consienten y legitiman el caos institucional, son los imparciales o políticamente impolutos. En poco tiempo se acentuará el desprestigio del Poder Judicial, cuyo grueso lo compone una masa silenciosa que, dentro de todo, hace bastante bien las cosas. Es muy posible que en el futuro sea el chivo expiatorio, sobre el que recaiga la totalidad de la responsabilidad de este caos institucional.Si bien las cuestiones institucionales no provocan movilizaciones masivas, las tropelías institucionales preanuncian siempre atropellos de otro orden que, por otra parte, se advierten discursivamente sin tapujos.A este caos institucional se suma la torpeza política, con una tónica general que no puede menos que recordar la prepotencia de la revolución fusiladora.  La prisión de Milagro Sala es ordenada por una justicia manipulada impúdicamente con tal grado de descaro, que ni siquiera al recordado Menem se le pudo achacar. No se trata sino de una clarísima muestra de grosería política revanchista. Al escándalo de pretender que la protesta configurasedición, se suma el injustificado requerimiento previo de fuerzas federales que ha costado 43 vidas. (En perspectiva regional no es descabellado calcular 43 + 43 = 86, pues tanto a los normalistas de Ayotzinapa como a nuestros gendarmes los podemos poner a la cuenta de los virreinatos del colonialismo avanzado). El papelón internacional de la Argentina con este caso es considerable y nos afecta a todos los ciudadanos.La exigencia transnacional de intervención de Fuerzas Armadas con pretexto de combate al narcotráfico, conforme a la experiencia regional, pone en riesgo la Defensa Nacional, pero implica también una intimidación pública, de la que forma parte el renacimiento de procedimientos policiales archivados hace años.   Torpeza política, control de medios, movilización de fuerzas federales, riesgo para las Fuerzas Armadas de la Nación, intimidación pública, manipulación judicial y caos institucional generalizado, forman un cocktail de alto y peligroso poder embriagante, debilitante de frenos inhibitorios.Frente a esto, muchos ciudadanos –y en particular los más jóvenes- preguntan: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer?No soy la persona indicada para proporcionar esa respuesta, dado que no es jurídica ni institucional, sino política y, por ende,  esa naturaleza indica que deben proporcionarla los políticos.Pero los políticos del campo popular aún están shockeados. No saben bien qué hicieron mal. Creo que no han hecho nada demasiado mal; quizá no admitieron que algunas tazas molestas se podían reacomodar en el armario.No contaron con la versión local de monopolio mediático propio de nuestra región (no tolerado por ninguna de las democracias del mundo desarrollado) y que, como parte de las corporaciones transnacionales, aprovecharía ese flanco para estafar a alguna gente, haciéndole creer que el cambio se limitaría a remover algunas tazas de una posición que les resultaba antipática. El error táctico fue no moverse con la rapidez necesaria para mostrar que no venían a cambiar de posición las tacitas, sino a romper el armario.Pero nuestros políticos parece que comienzan a reaccionar, como crecientemente se les reclama; la reunión de gobernadores es prometedora. En breve volverán a ser protagónicos si dejan de pasarse facturas y postergan el internismo, que es el cáncer de los partidos del campo popular, como lo demuestra el espejo del radicalismo.Sería suicida distraerse con el internismo y alejarse del Pueblo, pues pelearían por un armazón vacío: toda estrategia y táctica popular debe priorizar la respuesta al Pueblo. Pero en tanto terminen de salir del estupor y asuman la función natural de conducción y orientación, debe primar la prudencia.  Nuestro Pueblo no está indefenso. La pretensión de una construcción mediática de realidad única, está condenada al fracaso. La tecnología comunicacional actual no es la de 1955 ni la de 1976. Además, no faltará en el propio campo mediático empresarial quien aproveche la demanda de al menos el 50% del mercado: si medio mercado (con perspectivas de aumentar) demanda galletitas, alguien las ofrece.  Las plazas no cesarán; en este caso no es verdad que la gente se cansa. Las cesantías masivas en la administración de miles de funcionarios, los convierte mecánicamente en militantes. Y dentro de escasos meses se sumarán las otras víctimas de este descalabro de concentración de riqueza y de crecimiento de lo único que harán crecer: el coeficiente de Gini, o sea la desigualdad social.  Esa militancia necesita conducción, orientación y también contención de los políticos, ante todo porque debemos cuidar la vida de nuestra gente. Deben conducir porque debe contenerse a cualquiera que se descontrole y detectar a los provocadores. Ni la menor violencia debe salir del campo popular, porque la están esperando para reprimir, y para la represión son todavía más torpes que en lo político, que es decir.     No debe olvidarse que la violencia nunca fue propia del campo popular, sino de sus enemigos : los sucesivos virreinatos destrozaron la modesta vivienda de Yrigoyen, anularon la elecciones de Pueyrredón-Guido, fusilaron en las dictaduras de 1930 y 1955, derogaron una Constitución por bando militar, convocaron a una Constituyente sin Congreso, bombardearon la Ciudad de Buenos Aires y ametrallaron a los trabajadores, destituyeron jueces masivamente, sancionaron el decreto 4161, proscribieron partidos mayoritarios,
impusieron penas validas del estado de sitio, anularon las elecciones de 1962, encarcelaron a presidentes electos por voto popular, sometieron civiles a juicios militares, asesinaron y desaparecieron a decenas de miles de personas, robaron bebés, se autoamnistiaron, y hoy provocan el caos institucional.A toda costa se debe impedir cualquier pretexto que permita legitimar la represión. La protesta debe canalizarse orgánicamente, con conducción y contención, agotando todas las medidas legales, ocupando todos los espacios de libertad que tenemos por ley y Constitución.La
lucha no violenta es de valientes, no de timoratos ni medrosos, porque no evita la violencia de los otros, sino que la deja en descubierto y los deslegitima y debilita. Se trata de la vieja técnica oriental: la defensa consiste en usar la fuerza del contrincante para debilitarlo.Los defensores de la violencia suelen ironizar respecto de Gandhi, recordando que los ingleses victimizaron a miles de personas en la India, que luchaban pacíficamente. La idealización de la violencia, en la que se nos educa desde niños, les impide calcular el tiempo que hubiese durado y los millones que hubiesen perecido si la lucha por la independencia de la India hubiese sido violenta. ¿O se olvidan que los colonialismos son impiedosos?Pero la lucha contra el caos requiere orden y organización: La organización vence al tiempo, decía Perón. Es menester conducción y organización, para que todo ciudadano, dentro de sus posibilidades, se convierta en creativo, en pensador, en jurista, en difusor, en síntesis, en político. En breve serán pocos los que digan Yo no entiendo ni quiero saber de política.La política es el gobierno de la polis, y a poco andar -y por
el camino que adopta este virreinato- todo ciudadano se drá cuenta de que quienes fomentan la antipolítica y se proclaman apolíticos, en realidad quieren ejercer el monopolio de la política, o sea, del gobierno; más que nunca su torpeza va mostrando una opción bien férrea : o nos gbernamos nosotros o nos gobiernan otros.  Insisto en que no soy la persona indicada, pero de momento me permito sugerir: (a) Nada de violencia. (b) Ocupación de todos los espacios legales y constitucionales para reclamar, denunciar y protestar. (c) No asumir ningún riesgo inútil. (d) Reclamar de los políticos que despierten de su schock. (e) Contención de quien se descontrole y separación urgente de los provocadores. (f) Utilización de todos los espacios de comunicación. (g) Postergación de todo internismo. (h) Privilegio de la función de conducción y orientación popular. (i) Generosidad con los errores ajenos y corrección de los propios. (j) La fuerza se vence usando las neuronas, o sea, lo que a la fuerza le falta: la
razón.Hace muchos años, había un busto de Evita en la columnata de entrada al Cementerio de la Chacarita. La dictadura de 1955 lo retiró. El día de difuntos, la gente pasaba y cada uno dejaba una flor en el lugar en que había estado el busto, hasta que se formó una montaña de flores. Aprendamos la lección popular: enterremos la prepotencia del caos institucional bajo una montaña de flores

17Ene/160

EL CURA EDUARDO DE LA SERNA, DE CURAS EN OPCCION POR LOS POBRES, PIDE DIFUSION DE ESTA CARTA:

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Ante esta hora crucial del país, transcurridos los primeros 30 días de gobierno de la Alianza Cambiemos, sentimos amenazada nuestra paz social, en serio riesgo de vida del pueblo trabajador y en especial de los pobres. Observamos una actitud de revancha de clase, superioridad intelectual, cinismo y discriminación en las intervenciones públicas de muchos funcionarios –incluyendo al Presidente –en referencia a los militantes, el gobierno anterior, la clase trabajadora, el costo de la vida y los despedidos.
 
Percibimos un notable desprecio por las instituciones, con procedimientos en algunos casos ilegales y en muchos casos antidemocráticos, con una fuerte indiferencia por el acuerdo y el consenso que representa el debate parlamentario, llevándose por delante –por ejemplo- la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, construida federalmente y aprobada por ambas cámaras del Congreso y ratificada por la Corte Suprema de Justicia. ¿Cómo es posible que una ley aprobada con tanto consenso sea eliminada por un caprichoso DNU –Decreto de Necesidad y Urgencia-
 
Se ha instalado con prepotencia un gobierno de facto donde las fuerzas de seguridad evitan que se cumpla la ley y se intenta poner por decreto –con manifiesta parcialidad- a dos Jueces de la Corte Suprema, justamente encargados de administrar justicia imparcial. Se camina por una delgada línea –a un paso de la inmoralidad- designando en muchos ministerios empresarios que hasta ayer trabajaban en las empresas que hoy deben controlar. Atender “los dos lados del mostrador” puede llevar a un conflicto de intereses, a un abuso de la posición dominante altamente peligrosos.
 
La economía ha priorizado los intereses de los sectores productivos más ricos que tienen fortunas en dólares, las recetas ortodoxas de los organismos financieros y el absolutismo de mercado por encima del pleno empleo, la valorización del salario y la contención social. Se recurre a la consabida y fracasada receta del ajuste. Se alienta la especulación financiera y los capitales golondrinas perjudicando así la producción- y obviamente el trabajo nacional, la pequeña y mediana empresa. Hablar de pobreza 0 y la promesa de “mantener lo que se hizo bien”, es una mentira. Se recurre al endeudamiento externo que sólo beneficia a los prestamistas y se pagará con el trabajo de los pobres. Se pretende arreglar con los Fondos Buitres cuando la ONU apoyó con el voto de 136 paises que Argentina no cediera en las presiones de esos miserables para no comprometer los intereses del país. Se sacrifica la integración latinoamericana, vital para la soberanía de nuestros pueblos, y se reinstala una relación dependiente con EEUU, eterno verdugo de nuestros sueños.
 
Se ajusta por el salario, hay despidos masivos y compulsivos, sin revelar los criterios de selección y sin decir cómo se crearán nuevos puestos de trabajo. Se extorsiona con el  miedo a perder el empleo para desalentar las negociaciones paritarias. Se camina por la cornisa de la persecución ideológica hurgando en las redes sociales de los trabajadores, avasallando la privacidad y estigmatizando a los despedidos. Se habla desde un pretendido limbo político donde lo ideal es “no tener ideología” algo que lisa y llanamente es una mentira para absolutizar la propia ideología y eliminar cualquier otra. Se ha implantado una suerte de totalitarismo informativo donde detrás de la máscara de la pluralidad se han callado las voces opositoras y los medios – recordando una frase del BBeato Oscar Romero- “están vendidos y no dicen la verdad” DDHH como el derecho a la información, el derecho al salario digno son ignorados. Vivimos un estado policial rodeados de mentiras, amenazas, extorsiones. Esto no es una verdadera democracia por más que los gobernantes sean legítimos.
 
Hablamos en defensa de los pobres y desde el Pueblo de Dios, y nos duele una vez más el silencio de los Obispos que parecen desconectados del sufrimiento de los trabajadores y no perciben que la calidad democrática está en peligro.
 
Grupo de Curas en Opción por los Pobres – Enero 2016
21Ago/130

Progresismo a la carta

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20.08.2013 | Respuesta a Vilma Ibarra
Por Martín Sabatella
De lo que se trata es de pegarle "por izquierda" al gobierno, o al menos que eso parezca, Clarín mediante.
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Luego de exhumar algún apego a las instituciones y a la transparencia de parte de Carrió y Macri, la ex legisladora Vilma Ibarra se ocupa de ejemplificar, con mi nombre y el de la fuerza en la que milito (y donde ella militó hasta 2011), una supuesta "Deserción progresista del kirchnerismo", según el título que lleva su nota en el Clarín del domingo. Antes de adentrarme en el necesario debate sobre el rol del progresismo en esta década de cambios profundos, debo decir que aburre por reiterado el recurso de tocar timbre en lo de Magnetto para denunciar aquello que se defendió hasta el momento inmediato anterior a perder una banca o un contrato en el Estado. Tampoco escapa a nuestra ex compañera la inminencia de una definición judicial sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; sus respetables críticas son a un funcionario nacional que afronta con orgullo la tarea encomendada por la presidenta de aplicar integralmente esa norma, tal cual lo dispuso el Congreso de la Nación. Menos aún le es ajeno a Ibarra, que llegó a ser diputada en 2007 en la lista del Frente para la Victoria, que esas críticas tienen cabida en el medio, insignia de la escuadra Clarín. Cada cual se pone al servicio de los intereses que más le preocupan, así que prefiero ir al fondo de la cuestión antes de perderme en interpretar quién dice qué, por qué canales y con qué propósitos. El llamado progresismo es un universo ambiguo y turbio que siempre me resulta incómodo por confuso y contradictorio. La sombrilla "progre" protege de la intemperie ideológica a variados pensamientos, populares y antipopulares, marxistas y liberales, entre otros. Con algunos de ellos compartimos nuestra preocupación por enfrentar la desigualdad, terminar con cualquier tipo de discriminación, garantizar los derechos civiles y sociales, transparentar el ejercicio de la función pública, recuperar el rol del Estado como actor de un desarrollo equitativo o ampliar nuestra Democracia. Pero cuando esas consignas, que todos pronunciamos con denuedo, deben traducirse en acciones concretas, las coincidencias se achican y las contradicciones emergen. Las dificultades de ser coherentes entre lo que se piensa, se dice y se hace no son sólo temporales, sino también geográficas. Muchos "progresistas" de nuestro país se llenaron y se llenan la boca exaltando procesos políticos y sociales como el de Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia o Hugo Chávez en Venezuela. Otros, ni siquiera eso, y llaman a votar a Capriles. Los primeros se muestran defensores de gobiernos a los que suelen mencionar como prototipos revolucionarios, ignorando sus complejidades y ocultando que, al interior de esos países, voces "progres" levantan sus dedos con acusaciones similares a las que aquí les prodigan ellos y ellas a nuestro proyecto nacional. Al mismo tiempo, los próceres latinoamericanos contemporáneos que decoran las paredes de los locales de la "progresía" local, abrazan a Cristina como su referente argentina, porque reconocen en ella, como reconocieron en Néstor, a grandes luchadores por la justicia social, la paz, la libertad, la democracia y la integración de nuestro continente. Las categorías suelen ser imprecisas y en la vaguedad habitan las contradicciones. En la Argentina de hoy, cuando se dice progresismo, levantan la mano, entre muchos y muchas, Binner, Donda, Stolbizer, Carrió, Alfonsín, Prat-Gay, Solanas, Lavagna u Ocaña, sin espantarse de viajar en el mismo bondi con favorecedores de la concentración económica, empleados del JP Morgan, devaluadores, destructores de la industria nacional, endeudadores compulsivos o productores de desempleo masivo. De lo que se trata es de pegarle "por izquierda" al gobierno, o al menos que eso parezca, Clarín mediante. Los autodefinidos centroizquierdistas sepultan a luz del sol aquella máxima de Norberto Bobbio acerca de que la izquierda no naturaliza la desigualdad, como sí lo hace la derecha. Bajo la marca de un decentismo indocumentado babean "progresismo" personas que apoyaron y tuvieron cargos en gobiernos corruptos, violentos e impopulares y otros que, al frente de "inmaculadas" gestiones municipales y provinciales, no pusieron en práctica ni una cuarta parte de los mecanismos de transparencia y participación que nosotros sí implementamos al frente del municipio de Morón. Necesitan para tanta incoherencia los favores de la prensa del establishment que paga con centímetros de gráfica y minutos de aire el servicio de los denunciantes siniestros. Mutua conveniencia. La integración de nuestra fuerza al kirchnerismo fue tan natural como anticipada. Basta repasar qué banderas levantamos desde nuestros inicios en la vida política para ver en qué lugar del mapa debíamos estar y con quién. Quienes crecimos en los '80 enfrentamos al menemismo desde que este se presentó como el garante de la impunidad de los asesinos de la dictadura y como el proceso que venía a completar el plan de destrucción de la industria nacional, dependencia de los organismos financieros internacionales, transferencia brutal de ingresos de los sectores trabajadores hacia el capital especulativo y masificación de la pobreza, la miseria y el desempleo. Confluimos, en aquellos primeros años de resistencia al neoliberalismo de Menem, con otros y otras que habían resistido la proscripción del peronismo, que habían reverdecido en la primavera camporista, que habían sufrido la persecución de López Rega y la dictadura y, también, con quienes se habían ilusionado con que la recuperación de la Democracia quebraría definitivamente el plan genocida de exclusión social diseñado en los '70 en Washington para toda Latinoamérica. Nos frustramos con la trágica experiencia de la Alianza, que escondió sus propósitos continuistas bajo el ropaje de un progresismo con vocación de poder, alzando las mismas banderas que nosotros siempre levantamos. Mantuvimos altas esas banderas en Morón, demostrando que sí era posible llevar adelante una gestión rupturista, transformadora, honesta, eficiente y a favor de las grandes mayorías populares, sin canjearle al establishment principios por gobernabilidad. Nos dimos a la tarea de construir una nueva fuerza política nacional. Mientras atravesábamos la enorme crisis social, política y económica que estalló a fines de 2001, fortalecimos con un inmenso respaldo popular nuestra gestión en Morón y dimos nacimiento al Encuentro por la Democracia y la Equidad, que luego se ampliaría como Frente Nuevo Encuentro. A la par, en 2003, surgió en el país un proceso político sorprendente liderado por un presidente inesperado, Néstor Kirchner, que empezó a levantar y a traducir en políticas públicas concretas los principios, los ideales, los sueños que justificaban nuestra lucha cotidiana. ¿Cómo no estar junto a ese dirigente y miles de compañeros y compañeras en la apertura de la ESMA o en la anulación de las leyes de impunidad luego de décadas de pelear por la verdad y la justicia y de haber abierto, en Morón, la primera Casa de la Memoria y la Vida en el predio en el que se había asentado el centro de detención y torturas Mansión Seré? ¿Cómo no acompañar y festejar la apuesta fuerte a la Patria Grande luego de haber luchado por la comunión latinoamericana y de ser promotores de espacios de unidad regional como la Red de Mercociudades que tuve el orgullo de integrar y conducir? ¿Cómo renegar de nuestra trayectoria enfrentando el más importante proceso de desendeudamiento que recuperó la soberanía económica nacional? ¿Cómo no respaldar la implementación de la Asignación Universal por Hijo, la reestatización del sistema previsional o la urbanización de barrios populares, si convivimos diariamente con las víctimas de la exclusión, la marginación y la injusticia y trabajamos a brazo partido para paliar con recursos municipales las consecuencias de aquella tragedia social? ¿Cómo no estar al lado de Néstor y Cristina bancando la democratización de la palabra frente a explotadores de medios que crecieron y se enriquecieron durante la dictadura y el menemismo y aplastaron con su hegemonía el derecho a la comunicación y la libertad de expresión de millones de argentinos? ¿Cómo no poner el cuerpo para defender las retenciones a las ganancias extraordinarias de grandes empresarios de los agronegocios que se llenaron y se llenan de dinero mientras ostentan los niveles más altos de empleo en negro? ¿Desde qué presunta concepción "progresista", desde qué plaza y al lado de qué corporaciones se nos puede objetar que metamos los pies en el barro de la historia para estar junto a los que luchan a favor de los castigados, de los desposeídos, de los ninguneados y humillados? Que se pongan el sayo "progre" los que asumieron que su rol histórico es constituirse en lo más transgresor que les permite el sistema para mantener la injusta matriz económica y productiva. Es todo suyo. Nosotros ingresamos al kirchnerismo con nuestros ideales, nuestra experiencia y nuestro compromiso, desde nuestras plenas convicciones, poniendo el cuerpo sin más cálculo que el de aportar a este movimiento plural, diverso y complejo, pero sobre todo transformador y popular. Ingresamos sin bajar una sola de nuestras banderas, a compartir con otros y con otras, el proyecto que lidera Cristina y que define al campo nacional, popular y democrático del siglo XXI. Afuera resisten quienes se niegan a perder sus privilegios y, también, el puñado de enmascarados que los asisten con denuncias no probadas y con la impunidad que les concede su pacto lastimoso con quienes arruinaron el país hasta el 2003. -

24Mar/130

Fernando Buen Abad: «En el Continente hay 80 Lanatas»

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El filósofo de origen mexicano analizó la situación de América Latina. Reflexivo y profundo aseguró que “la arremetida que viene contra Cristina va a ser infernal”. Consciente de las dificultades que acarrea, pero también de la importancia que tendría reclamó una cumbre de presidentes en materia de comunicación y sentenció: “Los monopolios mediáticos están detrás de todos los golpes de Estado que hemos tenido”.

Entre muchos otros aspectos de su desarrollo académico y profesional, Fernando Buen Abad es doctor en Filosofía, master en Filosofía Política, licenciado en Ciencias de la Comunicación, docente de grado y postgrado en materias de Semiótica, Cine, Producción. En charla con Revista2016, este intelectual de origen mexicano que hoy reside en Buenos Aires habló sobre cómo, desde su campo de estudio, analiza la realidad latinoamericana, la problemática comunicacional de la región, y fue contundente al asegurar que Jorge Lanata “es un calumniador serial”.

-¿Cómo analiza la situación actual latinoamericana?

- Primero hay que decir que yo trabajo desde el campo de la filosofía, y para mí esa palabra es sinónimo de lucha. En ese sentido, entiendo que el concepto de lucha es una categoría fundamental para todos nosotros, por lo que debemos identificarlo y analizarlo donde se presente. Ahí donde haya una expresión de la lucha, ahí donde haya un cauce por donde se libere esa expresión, ahí hay que poner la mirada.
El siglo XX, con el desarrollo de los medios de comunicación, nos ha aportado una experiencia que ha ayudado a enriquecer el estudio de las luchas. Algunos llaman a este escenario “civilización de la imagen”.

-Esas luchas han generado la reacción de los sectores conservadores. Reacción que en algunos casos ha sido muy violenta.

- Esto que defino como los torrentes expresivos de las luchas también ha presionado a los viejos estamentos. El capitalismo todo está en una crisis global. Se están cayendo a pedazos las fórmulas que se consideraban intocables. El modelo económico capitalista ha demostrado su envilecimiento, ha perdido lo que tuvo de revolucionario cuando sacó a la humanidad de la edad media. Hoy ha frenado toda su capacidad de transformadora y se ha vuelto maquina destructora.
Esto se da porque por debajo los pueblos están insatisfechos, porque no puede ser que la riqueza esté tan pésimamente distribuida, que se esté depredando la riqueza del planeta de una manera tan insensible, tan irracional, tan suicida. No es posible que un planeta que es capaz de producir alimento para cuatro veces su población tenga las manchas de miseria y de hambruna que tiene. Y esta crisis estalla producto de la presión de abajo. Presión que se da contra un sistema que de por sí está incapacitado para darle espacio a una gran mayoría.

-¿Esta crisis del capitalismo es terminal o es, como han planteado algunos filósofos, como un árbol que se deshoja por partes y que después vuelve a florecer?

- Soy de los que creen que esta es una crisis terminal. Coincido con la mirada que han expresado Correa, Chávez y Evo en el sentido de que esto no tiene compostura. No es que sea una parte del sistema lo que anda fallando, es el sistema mismo el que no tiene posibilidades de sobrevivencia. En su propia lógica está contenida su incapacidad de sobrevivencia. El punto es que no se cae sólo y eso es muy claro, hay que tener la capacidad organizativa, hay que tener la capacidad política, hay que saber salir de esta crisis de dirección revolucionaria que la humanidad padece. Todavía el traccionarse, el sectarismo, la atomización de la fuerzas son nuestra enfermedad más grande.
Los pueblos que han logrado un mínimo de cohesión son los que están dando el ejemplo de por dónde se puede avanzar.

-¿Esas crisis terminales, no suelen provocar miedo al punto de volver conservadora a gran parte de la sociedad?

- Sí, y con razón. Todos nos espantamos y decimos: “¿qué va a pasar con esto?”. Hay personas que son solidarias con el capitalismo y que derraman una lágrima cuando piensan que se va a caer. Pero tiene que ver con las deformaciones a las que hemos sido sometidos, con el bloqueo informativo y con la ignorancia. Buena parte de los miedos vienen de la ignorancia.
Imagínate que hoy en Buenos Aires hay personas que tienen pánico de salir a la calle porque está toda esta avalancha de desinformación que dice que te mueres, que en la esquina te asaltan cuarenta, y todos los que salimos decimos: “Pues debe ser que sí es un problema serio la inseguridad, pero no es ese Apocalipsis que pintan algunos medios”. Sin dudas que el terrorismo mediático juega un rol clave.
Una buena autocrítica implicaría preguntarnos por qué las fuerzas transformadoras, revolucionarias o de izquierda no hemos podido construir prestigio para nuestras ideas.

-Al analizar ese problema, ¿usted haría hincapié en lo discursivo?

- Sí, pero no solamente en el discurso, porque el relato tiene que ver con la acción. Si no hay correspondencia con los hechos, el relato por sí mismo acaba siendo ficción, evasión, ilusionismo. Creo que tiene que haber una correlación de avance político y en lo económico que tiene que estar acompañado de una construcción correcta del relato.
Por ejemplo, en Venezuela hay grandes avances en distintas actividades, pero no nos enteramos porque hay un bloqueo mediático brutal. Sumado a eso, hay grandes operaciones mediáticas, como la de este hombre que se hace llamar “periodista”, de apellido Lanata, que es un calumniador serial. Eso nos genera un gran problema, que es que el relato sobre los verdaderos logros no llega a darse.
La problemática comunicacional, por lo que nos bloquea, por lo que nos silencia, por lo que nos hunde en la ignorancia es un problema de seguridad regional.
Las cadenas mediáticas, los monopolios mediáticos están detrás de todos los golpes de Estado que hemos tenido. Hace unos meses, Manuel Zelaya me decía: “Mira, en lo que va del siglo XXI ya son siete los golpes de Estado en América Latina y atrás de todos: la operación mediática”. Los imperios mediáticos amenazan a Chávez, a Correa y a Cristina. O sea, es un escenario de complejidad continental. Por eso he venido insistiendo en una cumbre de presidentes en materia de comunicación. Es indispensable, como así también lo es un foro social de la comunicación que permita abordar los temas urgentes.

-¿Qué implicaría realizar esa cumbre de presidentes sobre comunicación?

- Por un lado, son muchos los millones de dólares que transferimos anualmente por razón tecnológica. Si nos volviéramos compradores organizados tendríamos fuerza política. Sólo hay que imaginarse lo que sería planificar las compras de tecnología para América Latina sobre un proyecto de desarrollo comunicación continental. Junto a eso discutamos leyes, porque el problema de los avances jurídicos en materia de comunicación es que están todos atomizados; Correa hace unos por allá, Chávez hace otros por su lado y Argentina por el suyo. Sería fundamental una gran alianza constitucionalista a nivel continental que nos dejara levantar el derecho de comunicación al nivel de derecho humano fundamental para que no se pueda seguir manejando como mercancía, como propiedad privada. Eso significaría un salto cualitativo.
Otro aspecto de la problemática dura para una cumbre de presidentes sería el problema de la soberanía de contenidos. Todavía no somos capaces producir nuestra agenda. No hay unidad continental de agendas. Ahorita mismo, si pudiéramos hacer una estrategia comunicacional de medios alternativos y comunitarios y de medios servicios públicos de los gobiernos podríamos advertir sobre la arremetida que viene de acá a diciembre contra Cristina, por la Ley de Medios, que va a ser infernal. Hoy el derecho legítimo de la población a escuchar a la Presidenta hablar en cadena nacional es un frente de críticas que no hemos sabido cómo contestar.

-Recientemente se dio que Jorge Lanata, en el programa que tiene en canal 13 y en su columna en el diario Clarín, realizó un ataque muy duro hacia el Presidente Chávez. Al mismo tiempo, la cadena TN difundió una supuesta encuesta que daba ganador a Capriles por tres puntos, cuando hasta las encuestadoras de la oposición reconocen que Chávez estaría entre 10 y 15 puntos arriba de su rival. ¿Cómo evalúa que en Argentina el medio monopólico más importante se haya metido de lleno en la campaña electoral venezolana?

- En realidad no es solamente Argentina. En esta danza está el Grupo Prisa de España, que es uno de los principales inversionistas en Repsol; está metida la British Petroleum, que tiene proyectos de inversión y explotación en todo el continente; está la CNN, Televisa de México, Globovisión de Venezuela, O Globo de Brasil, El Mercurio de Chile, Caracol de Colombia, y Clarín y la Nación de Argentina. Es decir, todo el catálogo de los medios golpistas en América Latina, todos están ensamblados en el mismo acuerdo. Cualquier cosa que anuncia Alberto Ravel (propietario de la cadena Globovisión) en Venezuela, la repite TN en Argentina y la levanta el Grupo Prisa en España. El mismo discurso lo replican continentalmente a través de sus distintos Lanatas, porque en el continente hay ochenta Lanatas, como hay ochenta Grondonas. Se repite ese esquema porque en todos lados necesitan voceros de ese calibre de servilismo.
La matriz se basa en decir que Chávez es un dictador, que es ineficiente y que profesa un autoritarismo de tufo comunista procubano –lo cual asusta mucho a ciertos sectores del gorilismo en todo el continente–, aseguran que todo está crispado porque hay excesiva inflación y violencia y que Chávez tiene una cómplice que se llama Cristina, a la que le da órdenes como si fuera su jefe. Esa es la matriz con la que trabajan en todo el continente. Eso tiene un tufo al modelito Siria, al modelito Libia: fabrican algunos focos de supuesta insurrección de un pueblo que dicen que está harto de todo eso y en lugares como Zulia o Táchira siembran episodios insurreccionales, porque mercenarios para eso sobran. Y no estoy hablando de situaciones ficticias, acaban de detener en Venezuela a varios hombres que son de este perfil, formados en Estados Unidos, con experiencia de actividad terrorista, que se paseaban por esa zona.
Para ese modelo necesitan estigmatizar a Chávez y eso produce repudio generalizado y miedo en aquellos que muerden ese anzuelo. He conversado con jóvenes que ni la deben, ni la temen; ni se enteran, ni saben, pero tú les preguntas qué piensan de Chávez y sin saber nada te dicen que le tienen miedo, que es un dictador y que es un autoritario, y cuando les cuentas el ejercicio democrático que tienen en Venezuela no te creen, porque no les ha quedado margen para darle crédito a eso.

- Los grandes medios también han construido un estereotipo del nuevo referente de la derecha, como es Peña Nieto en México, Capriles en Venezuela, Macri en Argentina…

- Y Santos en Colombia y Piñera en Chile. Todos tienen esa impronta de yupis, jóvenes empresarios, pulcros de la moral del capitalismo joven, algunos llegan a decir que son progresistas, incluso juegan con vocabularios que no les son propios. El mismo Capriles dice que él es un hombre progresista, que tiene ideas de izquierda…

- En algún momento llegó a decir que su referente es Lula.

- Sí, y ya Lula dijo “¡No, por favor!”. Pero como te decía, el problema no es lo que ellos digan, el problema es cómo nosotros podemos contrarrestar esa ofensiva. Buena parte del trabajo es el archivo, la historia de estos personeros es absolutamente negra. Peña Nieto es el autor de uno de los actos represivos más terribles que México ha vivido en los años recientes, puso en evidencia las nuevas técnicas de la represión, que incluyen la violación de las mujeres por parte de la policía. No se nos va a olvidar Atenco. Estos tipos son criminales. Pero la protección que ha tenido por parte del aparato mediático mexicano - que es una de las mafias mediáticas más brutales de América Latina- ha sido enorme.

Yo estoy convencido de que la alianza que va a hacer Peña Nieto con Santos y con Piñera, y probablemente con el presidente de Perú, Ollanta Humala, implique que estos cuatro países -que tienen tratado de libre comercio con Estados Unidos- se asocien para proponer que se resucite el cadáver del ALCA, que está enterrado aquí en Mar del Plata, que está sepultado porque Néstor Kirchner tuvo la fortaleza de decirles: “no nos prepoteen”. Pero estoy convencido que estos personajes van a venir a tratar de levantar su zombie, que tal vez tenga otro nombre, pero el mismo propósito.

2Ene/130

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¿Cómo sigue la causa por la Ley de Medios?

En diálogo con INFO news, la abogada y principal autora de la Ley de Medios, Graciana Peñafort, analizó cuál será el futuro procesal de la normativa tras el fallo de la Corte de rechazar el pedido de per saltum y de mantener en suspenso la aplicación de los artículos 45 y 161. “La Cámara va a dilatar y a comenzar a jugar políticamente”, adelantó.
Tras la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de rechazar el pedido de per saltum y de mantener en suspenso la aplicación de los artículos 45 y 161 de la Ley de Medios, la abogada Graciana Peñafort dialogó con INFOnews y analizó cuál será el futuro procesal de la Ley.
Principal autora de la Ley de Medios y ex directora de Asuntos Legales y Normativas de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, explicó que ahora será la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial federal quien deberá expedirse sobre la denominada “cuestión de fondo”.
Para Peñafort, se trata de una “Cámara parcial y absolutamente manejada por los poderes económicos” quien es la encargada de resolver la apelación presentada por el Gobierno ante la decisión de ese mismo tribunal de prorrogar la cautelar que impide la aplicación de los artículos 161 y 45.
“No hay nadie que apueste a que la Cámara vaya a resolver a favor de la constitucionalidad de la Ley. Claramente, no le importa la Ley ni la analiza. Simplemente tienen una posición política de rechazo a la postura del Gobierno”, sostuvo.
Según explicó, los fallos de la Corte tienen 3 puntos fuertes: “Por un lado, que manifiesta su desagrado por las recusaciones; el siguiente punto es a favor de Clarín y es el mantenimiento de la cautelar hasta tanto no haya una sentencia de fondo; y por último, a favor de la postura del Gobierno y es que no convalida el tiempo exorbitante que había dado la Cámara para la aplicación de la Ley”.
Respecto a los tiempos procesales y pese a que la Corte pidió “celeridad” para fallar sobre esta causa, la abogada sostuvo que también tendrían que haber solicitado que se trabaje durante el mes de enero. “No lo ha hecho y ahora va a empezar el juego de la oficina”, pronosticó.
Si bien aclaró que es muy difícil prever cuándo fallará, Peñafort sostuvo que “La Cámara va a dilatar y comenzar a jugar políticamente”.
Por ello, explicó: “Vamos a tener una sentencia de primera instancia, una diferente de segunda y, como Estado nacional, tendremos que ir con un recurso extraordinario a la Corte”.
"Van a hacer todo lo que esté en sus manos para que esto llegue a la Corte lo más cerca de las elecciones legislativas para que la decisión sea más política que jurídica”, analizó Peñafort.
Del mismo modo se expresaron los abogados constitucionalistas Roberto Boico y Eduardo Barcesat, en diálogo con Radio América.
"No me parece atinado lo que hizo la Corte, me sorprendió. Lo de la cautelar me parece un disparate, borra con el codo lo que escribió hace pocos meses con la mano", analizó Boico.
Según expresó el abogado, el fallo es "una piña" tras otra: "Lamentablemente la Corte utiliza la ambigüedad y los tiempos. Los extienden de tal manera que cuando se resuelve la cuestión los ánimos están calmados".
"El grupo Clarín perdió el juicio, pero tiene más prerrogativas que cualquier habitante del país", remarcó Boico.
Su par Barcesat también criticó el fallo y sostuvo que es "de una precariedad y una autocontradicción importante". Según explicó, es autocontradictorio porque "el 22 de mayo la Corte dijo que la cautelar caducaba el 7de diciembre y hoy comparte el criterio de la Cámara de que la cautelar sigue hasta que se dicte sentencia definitiva".
Barcesat también coincidió con Peñafort y sostuvo:"La Corte le recomienda urgencia a la Cámara pero no habilita la feria judicial de enero; la Cámara puede disponerlo si quiere".
"El Grupo Clarín sigue gozando de un plazo extraordinario para adecuarse a la ley. Es un fallo sorprendente, uno pierde toda expectativa de racionalidad jurídica", remarcó.

6Ene/110

Desde España: Fantasmas en el aire. Sobre medios de comunicación y democracia

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Jónatham F. Moriche

Los grupos de comunicación son para las grandes corporaciones “atalayas de poder” desde las que vigilar y adoctrinar a la ciudadanía.
“En el mundo realmente invertido lo verdadero es un momento de lo falso”, reza uno de los aforismos más conocidos de La sociedad del espectáculo, un libro visionario publicado por Guy Debord en 1967, que pone en primer plano el efecto aplanador de la comunicación de masas sobre las mentalidades individuales y colectivas en el mundo capitalista, y que fue ampliamente leído y debatido entre los jóvenes rebeldes de la primavera de 1968. Escritor excelentemente dotado, Debord se expresa de un modo a la vez sencillo y críptico, contenido y demoledor: “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes. El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación que se transforma en imagen”.

Debord fue duramente criticado por su pesimismo, pero hoy hasta sus peores predicciones parecen superadas por los acontecimientos. La llamada “prensa del corazón”, “prensa rosa” o “crónica social” aporta (junto con las retransmisiones deportivas) el grueso de las audiencias y los beneficios del sistema televisual español. Se trata de una gigantesca industria que no sólo transmite chismorreos sobre personajes de mayor o menor notoriedad pública y ofrece con ello una vía de escape rápida e inocente respecto de una realidad agobiante. También nutre de temáticas, valores y patrones de conducta a sus espectadores, dando formato a una cultura colectiva de plena irresponsabilidad cívica, en la que las consideraciones políticas o sociales están completamente ausentes o son tratadas con la más malsana frivolidad (en un país como España, recordémoslo una vez más, con un 20% de la población por debajo del umbral de la pobreza, 4’5 millones de desempleados, cientos de miles de personas acudiendo a los bancos de alimentos y miles de familias desahuciadas de sus viviendas, esto es, en un país en plena crisis social y a un paso de la nuda emergencia humanitaria).

Por poner sólo un ejemplo entre los muchos posibles, la revista Vanitatis, un conocido digital “rosa”, dedica últimamente su atención a asuntos tales como “El Cairo, espejismo fascinante”, “Las cenas de Nochevieja más exclusivas” o “Lifting de hilos mágicos, lo último”. ¿Para quién, El Cairo, las cenas exclusivas y los hilos mágicos? ¿Para los desempleados de larga duración que han perdido incluso la última ayuda pública de 420 euros durante seis meses? ¿Para los jubilados perceptores de miserables pensiones no contributivas que hacen de la tercera edad española una de las más empobrecidas de la zona euro? ¿Para los estudiantes endeudados para costearse carísimos másteres y postgrados imprescindibles para acceder al mercado laboral? Y sin embargo, el truco funciona, y muchos millones de espectadores (no pocos, víctimas ellos mismos en primera persona de la precariedad, el desempleo y la exclusión) permanecen diariamente hipnotizados durante horas ante la pantalla, donde una extensa recua de personajes de vida ociosa (en realidad, roles ficticios, diseñados por hábiles guionistas, publicistas y psicólogos de las cadenas y productoras, y encarnados por ambiciosos y dúctiles aspirantes a vividores) se echan en cara turbios asuntos privados y hacen ostentación de lujos y relaciones sociales en tertulias de una abrumadora pobreza conceptual y expresiva, saturadas de histrionismo y chabacanería, plagadas de tópicos sexistas, clasistas y racistas...

¿Mera inercia comercial de ofertas y demandas (“la televisión programa lo que el público pide”) o calculada estrategia de distracción, contención y convencimiento, orquestada desde las mismas élites empresariales que gestionan con una mano el capital financiero y con la otra la parrilla televisiva (como ha documentado exhaustivamente la investigadora Nuria Almirón en sus estudios sobre la estructura de propiedad de los principales grupos de comunicación españoles, europeos y latinoamericanos)? No hay lugar a estas alturas del serial para interpretaciones ingenuas: los medios son un negocio cuya importancia va mucho más allá de su beneficio contante. Los grupos de comunicación son para las grandes corporaciones “atalayas de poder”, como las define Almirón, desde las que vigilar y adoctrinar a la ciudadanía. En primer lugar, soslayando sistemáticamente sus propias responsabilidades en esta crisis que atravesamos, y enterrando sus verdades incómodas bajo una gigantesca y hedionda escombrera de banalidades. Mostrando obsesivamente unos pocos rostros seleccionados (el “famoseo”) para ocultar los muchos millones de rostros de las víctimas del desempleo y la exclusión, y los pocos centenares de rostros de los timoneles y beneficiarios de tamaño descalabro económico y político. Ni siquiera un medio tan moderado en forma y fondo como CNN+ se salva de la quema, en prueba del afán obsesivo de los dueños del mercado televisual por evitar cualquier referencia a la realidad que pudiera interferir en el encantamiento continuo de la distracción rosa.

Del estrato más repulsivo y zafio de este mercado emergen personajes alucinantes como la “princesa del pueblo” Belén Esteban. Armada de una retórica encendida de madre y esposa ultrajada, postulando abiertamente la incultura como forma exitosa y respetable de vida, dice Josep Ramoneda de su omnipresencia mediática: “no se trata de dar la voz a las clases populares, sino de enardecerlas para que sigan calladas, para que cedan su palabra al agitador que promete representarlas”. Llenando el espacio vacío de representación que deja una esfera política completamente desacreditada, valores tóxicos y personalidades banales del mundo “rosa” a la vez desaguan y taponan, a un ritmo controlado, los profundos y potencialmente subversivos malestares sociales propios de un tiempo de crisis. “A medida que la necesidad es soñada socialmente”, dice Debord, “el sueño se hace necesario. El espectáculo es el guardián de este sueño”. Un guardián que ya no toma la forma del torvo matón de la Pinkerton que reprime al obrero a la puerta de la fábrica con revolver y puño americano, sino del simpático y adulador parlanchín que acaricia las mentes de sus espectadores (cansadas y doloridas por el estrés de una convivencia social agriada por la explotación, la precariedad y la desigualdad) con una animada y consoladora reinterpretación del mundo basada en los valores del híper-consumismo y la trivialidad militantes. Ninguna noticia es suficientemente seria, ninguna matanza suficientemente sangrienta, ninguna crisis suficientemente profunda, como para interrumpir la verborrea polifónica de los distintos avatares de este mismo personaje, puestos en circulación por la industria para mantener el show en marcha y generosamente remunerados por sus útiles servicios: Jorge Javier Vázquez cobra millón y medio de euros anuales; Jesús Vázquez, tres millones; Ana Rosa Quintana, cuatro millones... Mercenarios de lujo, contratados no para aporrear a un puñado de obreros a la puerta de una fábrica sino para adormecer a millones en sus propias casas, poniendo rostro al impresionante poderío económico y tecnológico de los medios comerciales. Como advirtió Debord: puro capital transfigurado en imágenes.

La disidencia informativa frente a este espectáculo teledirigido será en los tiempos por venir prerrequisito indispensable de cualquier modelo inteligente de insurrección democrática. Otra comunicación social, libre de ataduras corporativas, es ya una realidad en construcción, y así lo demuestran medios digitales como Rebelión (www.rebelion.org), Kaosenlared (www.kaosenlared.net) o Periodismo Humano (www.periodismohumano.com), publicaciones híbridas o¬n-line/papel como Diagonal (www.diagonalperiodico.net) o Transversales (http://www.nodo50.org/trasversales), editoriales independientes como Traficantes de Sueños (www.traficantes.net), televisiones digitales como Tele K (http://www.vallecas.org)... Difundir estas alternativas para la información y el debate, nutrirse de ellas y promover otras nuevas, a la vez que boicotear activamente los medios de comunicación de matriz y obediencia corporativa, tiene que ser un objetivo tan prioritario para las izquierdas como convocar manifestaciones, levantar huelgas o ganar elecciones. Todos podemos participar de esta toma de la Bastilla informativa: en manos de un puñado de buenos ciudadanos justamente indignados, un blog o red social, una cámara de vídeo y una fotocopiadora pueden convertirse en la peor pesadilla de un gobierno autoritario o una empresa explotadora: todo déspota grande o pequeño necesita y merece su Wikileaks. La dictadura de los mercados se cimenta sobre la gigantesca fantasmagoría mediática de mentiras y medias verdades. Conjurar esos fantasmas en el aire, y rescatar las realidades que enmascaran, socava los fundamentos del poder despótico y abre espacios decisivos para un ejercicio más veraz de nuestro derecho a saber, discutir y decidir sobre lo que nos concierne: aquel nobilísimo ejercicio de libertad en común que fuera una vez denominado democracia.

Vegas Altas del Guadiana, Extremadura Sur, enero de 2011
[Publicado originalmente en el nº 11 (enero de 2011) de Ambroz Información. Edición digital en www.radiohervas.es]