Pichetto un pensamiento sombrío
La pregunta de Michel Rocard sobre “¿cuánta miseria puede aguantar Francia recibiendo inmigrantes pobres?” (de la que parte Miguel Ángel Pichetto para una reflexión que avergüenza), puede responderse fácilmente a condición de no darle el giro de la discriminación, el gesto del cierre de fronteras o el aire siniestro de una teoría de la desigualdad social, construyendo naciones de estamentos homogéneos, principio de los neoconservadurismos y neofascismos. Pero si se acepta en cambio que los grandes flujos migratorios enriquecen todas las formas culturales previas de una nación, como lo demuestra la historia moderna de la construcción de naciones, Rocard estaba equivocado en su anuncio de los primeros síntomas del viraje a la derecha del socialismo francés. Y Pichetto, más equivocado aún; luego de treinta largos años de la expresión citada, no solo se presenta como un “amicus curiae” de todas las derechas antiinmigratorias del mundo, sino que anuncia un futuro de indignidad, chatura y catástrofe moral para nuestro país. Lejos del paradigma igualitario que construyeron los movimientos populares de los siglos XX y XXI en el país, que repudia –y lo ve en la base del “problema argentino”–, se suma sonriente a los promotores y beneficiarios de desigualdad.
El macrismo está empeñado en remover los cimientos fundacionales de la Argentina, incluso los que pertenezcan a las tradiciones jurídicas y democráticas que provienen del siglo XIX y que no le interesa invocar. Dictámenes claros de la ONU, como el referido a Milagro Sala, le son indiferentes, por caso. El senador Pichetto, a su turno, hablando de resacas poblacionales, no pertenece al partido de gobierno, pero por su boca expele la globalización a martillazos, ofreciéndose como guardián exaltado del parque temático del macrismo. Autor de frases xenófobas y racistas para no olvidar (“...murieron –en la AMIA– ciudadanos argentinos de religión judía y argentinos...” y también y solo como ejemplo entre muchas otras “...en la década de los 90 entraron los chinos, y ahora la mafia senegalesa. Yo no los veo trabajando en las obras, sino vendiendo truchadas...”), ¿por qué elige este momento argentino para lanzar su ataque tremendo contra los hermanos de América Latina? Porque el deterioro de la situación económica producto de políticas públicas realizadas con toda intención por el actual gobierno está configurando una situación social insoportable y el jefe de la bancada de senadores del FPV/PJ, que no le ha presentado ninguna batalla en la cámara en la que maneja la mayoría “opositora”, siente la necesidad de facilitarle el curso siniestro que conduce a la discriminación más abyecta, la salida cloacal. Cumple el papel del primer alemán que dijo ante la crisis de los ‘20 “la culpa es de los judíos”. El buen senador le dice al pueblo necesitado, preocupado, incluso resentido “¿no conseguís turno en el hospital? Es porque te lo ocupan los ‘paraguas’”, o “¿te quedaste sin laburo? Algún ‘bolita’ te lo estará ocupando”. Su programa es vasto, desde reintegrar a las Fuerzas Armadas a temas de seguridad interior, hasta expulsar paraguayos del Hospital Rivadavia, colombianos de nuestros sistemas médicos y universitarios, pasando por denunciar a Bolivia por realizar su “ajuste” social a expensas de la Argentina, a Perú de exportar cuotas de irregulares, narcotraficantes, que asolarían las villas del país realizando con ello su “ajuste delincuencial”. Una auténtica geopolítica poblacional de la guerra.
Todavía hay numerosas personas vinculadas al Partido Justicialista, del que el senador Miguel Angel Pichetto es nada menos que Secretario Nacional de Acción Política, que recuerdan los propios actos formativos del peronismo. Por ejemplo, la relación con el socialista latinoamericanista Manuel Ugarte, que en Francia fue amigo de Henri Barbusse y en nuestros países embajador de Perón en México y Cuba. O los alcances que los primeros planes quinquenales tuvieron para los vecinos de la América mestiza. Para no mencionar las políticas protectivas e inclusivas de los inmigrantes y el reconocimiento de sus derechos, bajo los gobiernos kirchneristas, de las que el programa “Patria Grande” es su manifestación más contundente. Sería bueno que en nombre de una historia que supo ser otra, se invite a Pichetto a retirar sus palabras o que, con adecuadas palabras se lo retire a él, tanto de la dirección del peronismo, cuya memoria degrada, como de la jefatura del bloque senatorial que ha largamente deshonrado. Y para que no engrose sus meditaciones groseras al amparo de cargos que no merece, entrechocando en forma tripartita la conciencia xenófoba de Marie Le Pen, la derecha “socialista” del tremendo Rocard y la piedra viva del macrismo que emerge y brilla de verdad cuando Pichetto le da lustre.
El personaje del que venimos hablando fue desde Menem hasta acá el jefe de bloque de senadores del PJ primero y del FPV/PJ a continuación. Todos quienes luchamos por y apoyamos a los gobiernos populares de Néstor Kirchner y Cristina Fenández de Kirchner somos responsables de que esto haya sucedido y suceda.
Nos comprometemos a impedir –en la medida de nuestras posibilidades, y llamamos a los compañeros a unir fuerzas en esto– que señores de esta calaña ocupen cargos en un futuro gobierno nacional, popular y democrático y que tampoco lo hagan como parlamentarios en representación de un pueblo al que reiteradamente traicionan.
Espacio Carta Abierta
4 de noviembre de 2016
La situación del país
Por E. Raúl Zaffaroni
La situación del país es insólita, pero en modo alguno desesperante: el campo popular superó momentos mucho peores. Además, toda Latinoamérica sufre esta etapa avanzada del colonialismo corporativo. Por suerte, frente a las horribles tragedias de nuestros hermanos, hasta el presente no llevamos la peor parte ni mucho menos.
No obstante, no dramatizar no significa subestimar el panorama argentino actual, que es de caos institucional (gobierno por decretos-leyes, incluso en materia penal y tributaria; despidos masivos e indiscriminados de funcionarios; distribución centralizante de la coparticipación federal; designación de jueces supremos por decreto; clarísima usurpación de competencias del Congreso; amenaza a la autonomía del Ministerio Público; desbaratamiento del AFSCA; supresión de toda disidencia en los medios de comunicación; endeudamiento e inflación; devaluación acelerada del salario real; extorsión manifiesta al sindicalismo; y un largo etcétera). El Poder Judicial complica más las cosas: los jueces cercanos al campo popular son estigmatizados como militantes ; los que consienten y legitiman el caos institucional, son los imparciales o políticamente impolutos. En poco tiempo se acentuará el desprestigio del Poder Judicial, cuyo grueso lo compone una masa silenciosa que, dentro de todo, hace bastante bien las cosas. Es muy posible que en el futuro sea el chivo expiatorio, sobre el que recaiga la totalidad de la responsabilidad de este caos institucional.Si bien las cuestiones institucionales no provocan movilizaciones masivas, las tropelías institucionales preanuncian siempre atropellos de otro orden que, por otra parte, se advierten discursivamente sin tapujos.A este caos institucional se suma la torpeza política, con una tónica general que no puede menos que recordar la prepotencia de la revolución fusiladora. La prisión de Milagro Sala es ordenada por una justicia manipulada impúdicamente con tal grado de descaro, que ni siquiera al recordado Menem se le pudo achacar. No se trata sino de una clarísima muestra de grosería política revanchista. Al escándalo de pretender que la protesta configurasedición, se suma el injustificado requerimiento previo de fuerzas federales que ha costado 43 vidas. (En perspectiva regional no es descabellado calcular 43 + 43 = 86, pues tanto a los normalistas de Ayotzinapa como a nuestros gendarmes los podemos poner a la cuenta de los virreinatos del colonialismo avanzado). El papelón internacional de la Argentina con este caso es considerable y nos afecta a todos los ciudadanos.La exigencia transnacional de intervención de Fuerzas Armadas con pretexto de combate al narcotráfico, conforme a la experiencia regional, pone en riesgo la Defensa Nacional, pero implica también una intimidación pública, de la que forma parte el renacimiento de procedimientos policiales archivados hace años. Torpeza política, control de medios, movilización de fuerzas federales, riesgo para las Fuerzas Armadas de la Nación, intimidación pública, manipulación judicial y caos institucional generalizado, forman un cocktail de alto y peligroso poder embriagante, debilitante de frenos inhibitorios.Frente a esto, muchos ciudadanos –y en particular los más jóvenes- preguntan: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer?No soy la persona indicada para proporcionar esa respuesta, dado que no es jurídica ni institucional, sino política y, por ende, esa naturaleza indica que deben proporcionarla los políticos.Pero los políticos del campo popular aún están shockeados. No saben bien qué hicieron mal. Creo que no han hecho nada demasiado mal; quizá no admitieron que algunas tazas molestas se podían reacomodar en el armario.No contaron con la versión local de monopolio mediático propio de nuestra región (no tolerado por ninguna de las democracias del mundo desarrollado) y que, como parte de las corporaciones transnacionales, aprovecharía ese flanco para estafar a alguna gente, haciéndole creer que el cambio se limitaría a remover algunas tazas de una posición que les resultaba antipática. El error táctico fue no moverse con la rapidez necesaria para mostrar que no venían a cambiar de posición las tacitas, sino a romper el armario.Pero nuestros políticos parece que comienzan a reaccionar, como crecientemente se les reclama; la reunión de gobernadores es prometedora. En breve volverán a ser protagónicos si dejan de pasarse facturas y postergan el internismo, que es el cáncer de los partidos del campo popular, como lo demuestra el espejo del radicalismo.Sería suicida distraerse con el internismo y alejarse del Pueblo, pues pelearían por un armazón vacío: toda estrategia y táctica popular debe priorizar la respuesta al Pueblo. Pero en tanto terminen de salir del estupor y asuman la función natural de conducción y orientación, debe primar la prudencia. Nuestro Pueblo no está indefenso. La pretensión de una construcción mediática de realidad única, está condenada al fracaso. La tecnología comunicacional actual no es la de 1955 ni la de 1976. Además, no faltará en el propio campo mediático empresarial quien aproveche la demanda de al menos el 50% del mercado: si medio mercado (con perspectivas de aumentar) demanda galletitas, alguien las ofrece. Las plazas no cesarán; en este caso no es verdad que la gente se cansa. Las cesantías masivas en la administración de miles de funcionarios, los convierte mecánicamente en militantes. Y dentro de escasos meses se sumarán las otras víctimas de este descalabro de concentración de riqueza y de crecimiento de lo único que harán crecer: el coeficiente de Gini, o sea la desigualdad social. Esa militancia necesita conducción, orientación y también contención de los políticos, ante todo porque debemos cuidar la vida de nuestra gente. Deben conducir porque debe contenerse a cualquiera que se descontrole y detectar a los provocadores. Ni la menor violencia debe salir del campo popular, porque la están esperando para reprimir, y para la represión son todavía más torpes que en lo político, que es decir. No debe olvidarse que la violencia nunca fue propia del campo popular, sino de sus enemigos : los sucesivos virreinatos destrozaron la modesta vivienda de Yrigoyen, anularon la elecciones de Pueyrredón-Guido, fusilaron en las dictaduras de 1930 y 1955, derogaron una Constitución por bando militar, convocaron a una Constituyente sin Congreso, bombardearon la Ciudad de Buenos Aires y ametrallaron a los trabajadores, destituyeron jueces masivamente, sancionaron el decreto 4161, proscribieron partidos mayoritarios,
impusieron penas validas del estado de sitio, anularon las elecciones de 1962, encarcelaron a presidentes electos por voto popular, sometieron civiles a juicios militares, asesinaron y desaparecieron a decenas de miles de personas, robaron bebés, se autoamnistiaron, y hoy provocan el caos institucional.A toda costa se debe impedir cualquier pretexto que permita legitimar la represión. La protesta debe canalizarse orgánicamente, con conducción y contención, agotando todas las medidas legales, ocupando todos los espacios de libertad que tenemos por ley y Constitución.La
lucha no violenta es de valientes, no de timoratos ni medrosos, porque no evita la violencia de los otros, sino que la deja en descubierto y los deslegitima y debilita. Se trata de la vieja técnica oriental: la defensa consiste en usar la fuerza del contrincante para debilitarlo.Los defensores de la violencia suelen ironizar respecto de Gandhi, recordando que los ingleses victimizaron a miles de personas en la India, que luchaban pacíficamente. La idealización de la violencia, en la que se nos educa desde niños, les impide calcular el tiempo que hubiese durado y los millones que hubiesen perecido si la lucha por la independencia de la India hubiese sido violenta. ¿O se olvidan que los colonialismos son impiedosos?Pero la lucha contra el caos requiere orden y organización: La organización vence al tiempo, decía Perón. Es menester conducción y organización, para que todo ciudadano, dentro de sus posibilidades, se convierta en creativo, en pensador, en jurista, en difusor, en síntesis, en político. En breve serán pocos los que digan Yo no entiendo ni quiero saber de política.La política es el gobierno de la polis, y a poco andar -y por
el camino que adopta este virreinato- todo ciudadano se drá cuenta de que quienes fomentan la antipolítica y se proclaman apolíticos, en realidad quieren ejercer el monopolio de la política, o sea, del gobierno; más que nunca su torpeza va mostrando una opción bien férrea : o nos gbernamos nosotros o nos gobiernan otros. Insisto en que no soy la persona indicada, pero de momento me permito sugerir: (a) Nada de violencia. (b) Ocupación de todos los espacios legales y constitucionales para reclamar, denunciar y protestar. (c) No asumir ningún riesgo inútil. (d) Reclamar de los políticos que despierten de su schock. (e) Contención de quien se descontrole y separación urgente de los provocadores. (f) Utilización de todos los espacios de comunicación. (g) Postergación de todo internismo. (h) Privilegio de la función de conducción y orientación popular. (i) Generosidad con los errores ajenos y corrección de los propios. (j) La fuerza se vence usando las neuronas, o sea, lo que a la fuerza le falta: la
razón.Hace muchos años, había un busto de Evita en la columnata de entrada al Cementerio de la Chacarita. La dictadura de 1955 lo retiró. El día de difuntos, la gente pasaba y cada uno dejaba una flor en el lugar en que había estado el busto, hasta que se formó una montaña de flores. Aprendamos la lección popular: enterremos la prepotencia del caos institucional bajo una montaña de flores
La segunda Vuelta de Obligado
por Jorge Molinero
El próximo 20 de Noviembre los argentinos recordaremos el Día de la Soberanía Nacional, en memoria de la resistencia opuesta por las fuerzas nacionales al paso por el río Paraná de una poderosa flota anglofrancesa en ese día del año 1845. Las fuerzas invasoras desconocieron la soberanía de la Confederación Argentina sobre ese río, que son aguas interiores que separan las provincias del Litoral. El General Juan Manuel de Rosas, envió al General Lucio N. Mansilla a defender nuestro territorio. El objetivo de la flota era comerciar, sin dar cuenta ni pedir permiso alguno al gobierno nacional, en todo nuestro litoral y llegar hasta Asunción del Paraguay. Nuestro país estaba aún en una etapa turbulenta de su organización pero tenía muy claro el sentido de identidad nacional y soberanía del territorio.
El General Mansilla organizó una defensa con diez pequeños barcos llenos de pólvora y unidos por cadenas a ambas costas del ancho Paraná. Las fuerzas eran desiguales y la poderosa flota extranjera, luego de encarnizada batalla acalló las baterías costeras, cortó las cadenas y siguió su curso Paraná arriba. Sin embargo la expedición terminó fracasando desde el punto de vista comercial pues los argentinos del Litoral no quisieron comprar las mercaderías que ellos traían, tras dos años de bloqueo se retiraron los ingleses, y un año después los franceses.
A la historia pasó como el momento de la reivindicación de la soberanía, al margen del resultado de la desigual batalla en donde murieron 250 argentinos y cerca de cincuenta invasores. El 20 de Noviembre fue consagrado como Día de la Soberanía por el Congreso Nacional en 1974 y es feriado desde 2010, por decreto de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Ahora la Argentina enfrenta otro tipo de flotas invasoras de nuestra soberanía, la insidiosa presión financiera de los fondos buitre, que cuentan con el apoyo de la potencia más importante del mundo, los Estados Unidos, y de todo el capital financiero internacional que no acepta que nuestro país haya hecho una renegociación exitosa de su cuantiosa deuda externa a fines de 2005, desafiando a toda la presión financiera y política del neoliberalismo dominante que pedía sumisión y sacrificio, como le piden hoy a Grecia, España y otros países endeudados. Fue durante la presidencia del Dr. Néstor Kirchner, se redujo el capital en 65 %, se estiraron plazos de pago y se redujo la tasa de interés, y contó con el acuerdo del 92,4 % de los tenedores de bonos en el exterior, considerando la reapertura del acuerdo en 2010.
Todo ese esfuerzo es puesto en jaque por los fondos buitre que, luego de haber comprado los bonos argentinos defaulteados por pocos millones de dólares demandaron al país ante el juez Griesa, del Distrito Sur de Manhattan, Nueva York, por una suma que supera los 800 millones, lo que si se les pagase daría una ganancia de más del 1600 %. El juez Griesa, en una amañada y totalmente injusta sentencia, le reconoció al fondo NML Capital el total de sus pretensiones y nos conminó a pagarles sin discutir ni punto ni coma.
La respuesta del Gobierno Nacional fue no aceptar ese injusto fallo, ya que si hubiésemos pagado a NML su demanda, ese antecedente permitiría al resto de los bonistas que no arreglaron (llamados “hold out”) cobrar sus propias demandas, calculadas en 15.000 millones de dólares, y lo peor es que el 92,4 % de los bonistas que acordaron la renegociación y estaban cobrando puntualmente su dinero, podría demandar al país por el 100 % del valor, al contado y no por lo que arreglaron (35 % del valor original, con mayores plazos y menores intereses), ya que así lo determina la cláusula RUFO que contienen los bonos reestructurados. Si pagásemos ahora al fondo buitre NML el perjuicio podría superar ampliamente los 100.000 millones de dólares de la demanda de quienes tienen bonos reestructurados.
Pero esa cláusula RUFO tiene una vigencia limitada, vence el próximo 31 de Diciembre, y no tiene validez más adelante, al margen de lo que acuerde o no el gobierno con NML y otros hold out. De allí la importancia de enterrar el talón, y aguantar a pie firme toda la presión que están poniendo los fondos buitre y sus aliados internos para que arreglemos con ellos en sus condiciones. Hoy día la soberanía se debe defender con la firmeza en las negociaciones, aunque el juez Griesa declare en desacato al país. El gobierno no está para cumplir sentencias injustas, aunque ello nos traiga perjuicios, sino para defender la exitosa renegociación de la deuda y cuidar el dinero y esfuerzo de los argentinos.
No será una batalla fácil ni sin consecuencias económicas y políticas, de seguro. Las dificultades económicas por la falta de dólares para el comercio exterior están afectando la actividad económica, que se complica más por la artera actitud especulativa de sectores económicos que quieren desestabilizar al gobierno, desde los agrarios que no quieren liquidar su cosecha a los grandes empresarios que remarcan precios sin motivo y los que fugan dólares por el mercado paralelo, aliados ocultos o confesos de los mismos que nos atacan desde fuera. Todo eso agrava la dificultad de acceder al mercado internacional de préstamos, que se cierra por el accionar de los fondos buitre contra el país, y por lo que hemos tenido que apelar a los acuerdos de financiación especial con China, llamados swaps, que ayudará a enfrentar el difícil momento. El gobierno les ha ofrecido a los bonistas que no pueden cobrar en Nueva York que cobren en Buenos Aires u otra plaza. La movida no es fácil y tiene sus complicaciones, pero ejemplifica la firme decisión del gobierno de no hacer acuerdos que puedan comprometer nuestro futuro.
Esta gesta de resistencia ante la presión de los fondos buitre será recordada como una Segunda Vuelta de Obligado, por la defensa de la soberanía nacional y el bienestar de los argentinos.
Alianza
Por Aldo Ferrer
La visión argentina de Brasil y de su política externa de la última década depende de cómo los argentinos vemos el mundo y a nosotros mismos. En tal sentido, existen dos perspectivas principales y opuestas: la neoliberal y la nacional.
La visión neoliberal
La misma considera a la Argentina como un segmento del mercado mundial, que debe organizarse conforme con las señales del orden internacional. De este modo, su estructura productiva y su inserción en la división internacional del trabajo están determinadas por sus ventajas competitivas estáticas, fundadas en la abundancia de sus recursos naturales y subdesarrollo tecnológico e industrial. Este enfoque supone, asimismo, que, dada la concentración del poder en los mercados y los países dominantes, Argentina carece de la capacidad decisoria necesaria para trazar su sendero de desarrollo, industrializarse, participar plenamente en la revolución científica y tecnológica y, consecuentemente, establecer una relación simétrica, no subordinada, con el orden mundial.
Esta visión responde al convencimiento histórico del neoliberalismo de que Argentina no cuenta con factores autónomos de desarrollo. Debe asociarse, necesariamente, a un centro hegemónico externo que impulse su crecimiento. Esta fue, en efecto, la posición que el país mantuvo, hasta la crisis mundial de la década de 1930, con Gran Bretaña. Posteriormente, la pretendida durante las frustradas “relaciones carnales” con los Estados Unidos. Actualmente, la considerada conveniente con Brasil y, en mayor medida, con China. Se trata del “realismo periférico” de un país, que sólo podría aspirar a conseguir lo posible, dentro de la posición subordinada que inevitablemente ocupa en el orden mundial.
Desde esta perspectiva, es preferible que la política exterior brasileña responda a los mismos principios neoliberales. Pero, sea cual fuere el rumbo de la misma, nuestras relaciones serán determinadas por el libre juego de la fuerzas del mercado y las ventajas comparativas estáticas, determinadas por las asimetrías en los niveles de desarrollo y la dimensión económica de ambos países. Este enfoque considera normal que, en la relación bilateral, estos hechos establezcan una división del trabajo del estilo centro (Brasil)-periferia (Argentina).
La visión nacional. La propuesta industrialista forma parte de una tradición histórica que incluye a políticos y economistas, como Vicente Fidel López en el siglo XIX y, posteriormente, a mediados del XX, a Alejandro Bunge y Raúl Prebisch. La misma concibe al país como un sistema de relaciones económicas y sociales, dentro del espacio territorial, capaz de desplegar en su totalidad los recursos y el talento disponibles, construir una estructura productiva industrializada y compleja, generar ventajas comparativas dinámicas fundadas en el conocimiento, agregar valor a sus recursos naturales y establecer relaciones simétricas, no subordinadas, con el orden mundial. Si se verifican las condiciones determinantes de la densidad nacional, Argentina dispone de los recursos materiales y humanos y del poder decisorio necesarios para trazar su sendero de desarrollo y estilo de relaciones con el resto del mundo, incluso Brasil.
Desde esta perspectiva, es conveniente que la política exterior brasileña responda a objetivos nacionales propios y, al mismo tiempo, conciba la relación bilateral como una alianza estratégica para impulsar el desarrollo complejo de ambas economías y el creciente contenido tecnológico y de valor agregado del comercio recíproco, en ambos sentidos. De este modo, una política exterior brasileña que reivindica la autonomía decisoria frente a los centros de poder mundial y la solidaridad con los países del espacio sudamericano es funcional a la visión nacional del desarrollo en la Argentina.
La evidencia
En la historia contemporánea, Argentina puso en práctica, en su relación con Brasil (y con el resto del mundo), ambas visiones. Al tiempo del regreso de ambos países a la democracia, los acuerdos bilaterales de los gobiernos de Alfonsín y Sarney reflejaron la propuesta nacional del desarrollo argentino y el impulso de una integración programada, a través de la convergencia de las políticas públicas y del estrechamiento de las relaciones entre los sectores privados de ambos países. Su mejor ejemplo fue la prioridad de los acuerdos sectoriales de integración industrial, con eje en el sector crítico de los bienes de capital.
Durante los gobiernos de Menem y Collor, la relación de nuestros países en el marco del Mercosur quedó subordinada a las fuerzas del mercado. Esto se reflejó en un creciente desequilibrio en el contenido de valor agregado y tecnología del comercio bilateral y, finalmente, concluyó en el descalabro de la economía argentina en la crisis del 2001/2.
En el transcurso de la última década (2003-13), la Argentina resolvió la crisis de la deuda externa, recuperó soberanía y la capacidad decisoria de sus políticas públicas. La política exterior brasileña permitió discutir y resolver, con un espíritu solidario, las consecuencias del cambio de rumbo en la Argentina y, al mismo tiempo, fortalecer una visión común sobre las tendencias del orden mundial y el lugar, en el mismo, de nuestros países. Argentina tiene una responsabilidad fundamental en la definición de la naturaleza de la relación argentino-brasileña. Brasil, por su dimensión y potencial de recursos humanos y materiales, es ya un protagonista importante del escenario internacional y, como diría Helio Jaguaribe, está condenado a ser una potencia de primer rango. Somos nosotros, los argentinos, quienes tenemos que contribuir a una relación simétrica y solidaria, a través de la eficacia de nuestras políticas de desarrollo nacional e inclusión social.
Trayectorias comparadas
Los argentinos tenemos que entender por qué Brasil acumuló un considerable poder nacional en sectores fundamentales de la economía. La explicación radica en que, a pesar del sesgo ortodoxo de la política financiera en diversos períodos, Brasil mantuvo a largo plazo la decisión de fortalecer núcleos estratégicos del poder nacional (Petrobras en hidrocarburos, Embraer en la industria aeronáutica, las grandes empresas de construcción e ingeniería). Esto se refleja, ahora, en la proyección internacional de las firmas brasileñas.
En materia de financiamiento del desarrollo, el Banco Nacional de Desenvolvimento (Bndes) es un envidiable ejemplo de movilización de recursos internos, con fondeos en gran medida provenientes del sistema de seguridad social y la masa salarial. Instrumentos financieros como el Bndes y el dinamismo de los principales grupos económicos permitieron el despliegue de ambiciosos planes de desarrollo de la infraestructura y programas de apoyo a la competitividad y el desarrollo de actividades prioritarias. Asimismo, Brasil protegió su soberanía, preservando la jurisdicción de sus tribunales en el caso de litigios con intereses extranjeros, no ratificó ningún tratado bilateral de garantía de inversiones, ni se adhirió al Ciadi.
En contraste con la experiencia del Brasil, en la Argentina, durante el largo período de la hegemonía neoliberal (1976-2001), que no incluye el gobierno de Alfonsín, se demolieron sistemáticamente las fuentes del desarrollo y poder soberano de decisión y se adoptaron compromisos internacionales, que implicaron una renuncia voluntaria de la soberanía.
En el pasado, la asimetría de las estrategias de desarrollo seguidas por Argentina y Brasil generó una división del trabajo en el intercambio bilateral, con Argentina en la posición predominante de abastecedor de bienes de menor contenido relativo de tecnología y valor agregado. La asimetría se expresa en sectores como el automotor, bienes de capital, electrodomésticos, informática, telecomunicaciones, calzado y textiles. De este modo, en el largo plazo, se fueron generando rasgos estructurales en ambas economías, que continúan influyendo en el intercambio y otros aspectos de las relaciones económicas bilaterales.
Una vez que Argentina, después de la debacle de la estrategia neoliberal, resolvió cambiar el rumbo e impulsar su reindustrialización, necesariamente debían cambiar la dinámica y el contenido de la relación bilateral. En la actualidad, la vecindad, la historia y los desafíos que plantea el escenario internacional han llevado a los dos países a establecer un grado de comunicación y empatía sin precedentes y a la instalación del concepto de “alianza estratégica”, indispensable para ampliar las fronteras del desarrollo nacional de cada uno de ellos.
Cultura y transformación
Argentina y Brasil no han alcanzado, todavía, altos niveles de desarrollo económico y social. Sin embargo, en el plano de la cultura son potencias de primera magnitud. El aporte de nuestros escritores, pintores, músicos y otros creadores forma parte fundamental de la creación y del ingenio humanos en el escenario mundial. Incluso en las ciencias duras y en las sociales nuestro aporte es significativo. El desafío consiste en poner la realidad económica y social a la misma altura de los niveles alcanzados en la cultura. La ciencia y la tecnología forman parte de este campo fundamental del desarrollo y la integración de nuestros países.
La formación de un sistema económico y social avanzado exige articular la explotación de los recursos naturales, con su industrialización e incorporación de valor agregado y tecnología. Las estructuras productivas, reducidas a producir y exportar productos primarios, desembocan en el subdesarrollo, la dependencia y la exclusión social. En el caso argentino, por ejemplo, es indispensable esta visión integrada del desarrollo para erradicar definitivamente el falso supuesto de que existe un conflicto de intereses entre el campo y la industria.
La movilización de los recursos propios es el fundamento insustituible del desarrollo y la integración. La dependencia del capital extranjero reduce el ahorro interno y la tasa de inversión. Culmina con niveles insostenibles de deuda externa, desequilibrios inmanejables y la subordinación a la irracionalidad de la especulación financiera. Argentina proporciona un ejemplo dramático en la materia. Acontecimientos semejantes suceden, actualmente, en varios países de la Unión Europea. En consecuencia, vivir con lo nuestro, abiertos al mundo, en el comando de nuestro destino, es indispensable para el ejercicio efectivo de la soberanía y del derecho de construir un sendero propio en el orden global. La presencia de las filiales de las empresas transnacionales es positiva cuando contribuye a la apertura de nuevos mercados, la transferencia de conocimientos, los equilibrios en los pagos internacionales y la integración de cadenas de valor de creciente valor agregado y tecnología. Al mismo tiempo, debe ser complementaria, no sustitutiva, del protagonismo del empresariado local, que es uno de los componentes de la densidad nacional.
Lo que está en crisis, en la actualidad, no es la globalización, que es una consecuencia inevitable del avance de la ciencia y la tecnología. La crisis es del neoliberalismo y de los estados neoliberales, cuya impotencia para administrar las fuerzas de la globalización provoca descalabros como los que hemos vivido en nuestra propia experiencia y suceden, actualmente, en otras latitudes.
Aun juntos, Argentina y Brasil no pueden cambiar el mundo de asimetrías, inestabilidad e injusticia que habitamos, pero tienen una capacidad decisiva para estar, en ese mundo, parados en sus propios recursos, ejerciendo la soberanía y, desde allí, en efecto, contribuir a la defensa de los intereses del género humano en el orden global.
La integración
La integración de Argentina y Brasil se despliega en tres planos: las políticas internas, las reglas del juego de la integración y la proyección conjunta hacia el resto del mundo. Detengámonos, brevemente, en cada uno de estos tres planos.
Las políticas internas. El avance de la integración depende, en gran medida, de cuestiones que sólo tienen resolución dentro de cada espacio nacional y son indelegables a la esfera bilateral y regional. Tales, por ejemplo, las políticas sociales, para elevar el nivel de vida y las macroeconómicas, para abrir espacios de rentabilidad que fortalecen la competitividad e impulsan la inversión y el empleo. Cuanto más exitosas sean las políticas internas de desarrollo e inclusión social, más amplias son las fronteras de la integración.
La calidad de las políticas públicas depende de la fortaleza de la densidad nacional. Vale decir, de la integración de la sociedad, la vocación patriótica de los liderazgos, la estabilidad institucional de largo plazo y la vigencia de un pensamiento crítico, no subordinado a los criterios de los centros hegemónicos del orden mundial. Estas son condiciones necesarias de las políticas impulsoras de la transformación productiva y la asimilación de la ciencia y la tecnología, generadoras de oportunidades para amplios sectores sociales, protectoras de los intereses nacionales y capaces de arbitrar los conflictos distributivos y asegurar los equilibrios macroeconómicos. El fortalecimiento de la densidad nacional es una responsabilidad propia e indelegable de cada país. Cuanto más sólida sea la de Argentina y Brasil, mayor la posibilidad de construir juntos el sendero de la integración.
Las reglas del juego. La integración es útil en cuanto instrumento para impulsar el desarrollo nacional y fortalecer la posición en el escenario global. Sus reglas del juego deben ser, por lo tanto, consistentes con tal objetivo y distribuir, con equidad, los beneficios de la aplicación de la ciencia y la tecnología, es decir, del desarrollo. Esto implica la formación de economías nacionales integradas y abiertas, relacionadas entre sí y con el orden mundial, a través de la división internacional del trabajo basada en la especialización intraindustrial. Por lo tanto, las reglas del juego de la integración deben ser compatibles con el desarrollo el Brasil y la Argentina. Lo mismo es válido para la integración más amplia en el Mercosur y el espacio sudamericano.
Es preciso, entonces, tomar nota de la situación particular de cada uno y de la naturaleza de la relación, entre dos países vecinos, con una importante asimetría de dimensión y de nivel de desarrollo, en algunos sectores. Aclarar estas cuestiones es vital para el futuro de la integración.
La clave del éxito de la integración no radica en la delegación de soberanía a órganos supranacionales bilaterales o comunitarios. La experiencia de la Unión Europea alcanza para demostrar cómo la cesión de soberanía termina subordinando a las partes más débiles al poder hegemónico de los más fuertes. La integración de Argentina y Brasil y, más allá, en el Mercosur y el espacio de América del Sur, no radica en la cesión de soberanía sino en la construcción solidaria de lo que nos falta en la ciencia y la tecnología, el desarrollo industrial y la inclusión social. En materia financiera, en tiempos recientes se han dado pasos positivos en tal sentido, a través del desendeudamiento externo, la acumulación de reservas internacionales y los controles de los capitales especulativos. La integración consiste entonces en la complementación de las soberanías nacionales a través de reglas adecuadas de la integración.
La adecuación de las reglas del juego de la integración para responder a las asimetrías y a los cambios en las realidades nacionales es imprescindible para el éxito de la integración. De allí la vigencia de reglas graduales, flexibles y equilibradas, como fueron establecidas en los acuerdos de integración bilateral, durante los gobiernos de Alfonsín y Sarney.
Si la integración se concibe como una combinación virtuosa de fuerzas del mercado y políticas públicas, esas reglas revelan la lucidez de las dirigencias para preservar el objetivo estratégico, reconociendo los problemas propios y el cambio de las circunstancias internas de los dos países.
Es claro que las adaptaciones no pueden ser discrecionales y deben surgir de negociaciones entre las partes, para preservar la máxima estabilidad y previsibilidad posibles de las normas. Esto es indispensable para fortalecer la competencia en el mercado ampliado y la competitividad sistémica de las producciones nacionales de bienes transables, en el mercado regional y el resto del mundo. Pero un sistema inflexible, si entra en conflicto con objetivos irrenunciables de los países, se rompe.
Otra cuestión, que influye pero no determina la naturaleza de la relación bilateral, es la asimetría en la dimensión de las dos economías. El factor fundamental que caracteriza la división del trabajo y el conjunto de las relaciones entre economías con tales asimetrías es la estructura productiva comparada, no la dimensión. En Europa, por ejemplo, Suecia y Alemania son países cercanos y el primero, pese a su menor tamaño, es un país plenamente desarrollado, que mantiene una relación simétrica no periférica con Alemania. En el caso de los países emergentes de Asia, como la República de Corea, Taiwan y Malasia, la vecindad con dos gigantes, como India y China, no es obstáculo alguno al pleno desarrollo industrial y tecnológico de los mismos.
En consecuencia, las diferencias actuales de dimensión de las economías no debe inducir a la suposición de que el destino de la relación bilateral es reproducir, en el espacio regional, una relación centro-periferia, entre un Brasil industrial y una Argentina principalmente proveedora de alimentos y materias primas. Esto debilitaría la importancia de Argentina para Brasil, como aliado estratégico, porque el mejor socio es el plenamente desarrollado. Si así fuera, perdería sentido el significado de la integración como instrumento del desarrollo argentino pero, en tal caso, la responsabilidad no sería, como no lo fue en el pasado, del Brasil, sino consecuencia de nuestra propia incapacidad de consolidar la densidad nacional y trazar un rumbo eficaz del desarrollo argentino.
En realidad, contar en paz con un gran vecino (como es para Argentina el caso del Brasil, con el cual comparte, además, la misma matriz histórica y cultural) es un activo fundamental de nuestro propio desarrollo. Para estos fines es preciso enfrentar las asimetrías observables en las estructuras productivas de los dos países, fundadas en la desindustrialización relativa argentina durante la hegemonía neoliberal.
Tenemos así por delante el desafío de construir una relación viable, mutuamente conveniente, para lo cual Argentina tiene que ampliar y profundizar su desarrollo industrial y tecnológico, integrar las cadenas de valor de la producción primaria con la participación creciente de componentes provenientes de nuestro propio acervo, impulsar el protagonismo de las empresas argentinas y, en este escenario, generar una dinámica de integración entre empresas de ambos países y de cadenas de valor binacionales y el acceso conjunto a los mercados internacionales.
La proyección hacia el resto del mundo
La integración de Argentina y Brasil debe proyectarse necesariamente al Mercosur y el espacio sudamericano. Como dice Marco Aurélio García, la relación de Argentina y Brasil no es toda la integración de America del Sur pero, sin ella, esta última no es concebible.
Debe atenderse, en particular, a través de acciones conjuntas, el desarrollo de los países hermanos de menor tamaño y desarrollo. Esta solidaridad hacia afuera construye también la solidaridad hacia adentro argentino-brasileña. La programación del desarrollo industrial en áreas importantes como, por ejemplo, celulosa y papel, es una forma de vincular los intereses de los países miembros del Mercosur. Si, por ejemplo, hubiéramos desplegado esta posibilidad a tiempo, nos habríamos ahorrado los dolores de cabeza de Argentina y Uruguay, provocados por las instalaciones de la pastera de Fray Bentos.
La alianza estratégica se proyecta también al escenario global a través de la concertación de posiciones conjuntas en los foros multilaterales como el G-20, OMC, FMI y las negociaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y las potencias emergentes en la cuenca de Océano Pacífico y, también, en cuestiones críticas como las de seguridad, protección del medio ambiente, emergencias sanitarias y la lucha contra el narcotráfico. La emergencia de China y otros nuevos centros dinámicos en la economía mundial es un hecho positivo porque amplía las fronteras de la proyección internacional de Argentina y Brasil. Pero plantea, al mismo tiempo, el riesgo de reactivar el antiguo modelo centro-periferia que, en el pasado, postergó nuestro desarrollo tecnológico e industrial y lo subordinó a la situación de proveedor de productos primarios e importador de manufacturas y capitales. La estrategia conjunta de Argentina y Brasil frente a la nueva geografía de la economía mundial, resultante de la emergencia de China y otros países de Asia, es necesaria para evitar una renovada subordinación periférica.
La convergencia de los tres planos de la integración
No existe una secuencia cronológica entre las tres esferas de la integración de Argentina y Brasil. Es necesario avanzar, simultáneamente, en todas ellas. Es decir, construir, a partir de la fortaleza de las densidades nacionales, una densidad bilateral, mercosureña y sudamericana, fundada en la inclusión social, la eficacia de los liderazgos, la consolidación de la democracia y el pensamiento crítico. Cada país tiene la globalización que se merece en virtud de la fortaleza de su densidad nacional.
Cuanto más se consoliden las situaciones nacionales, más fluidos serán los intercambios, cuanto más flexibles y realistas las normas, mejor serán las respuestas frente a los cambios en las situaciones nacionales y, finalmente, cuanto más solidaria sea la proyección conjunta en el escenario global, más libertad de maniobra tendrán las políticas nacionales, bilaterales y regionales
* Profesor emérito. Universidad de Buenos Aires. El texto es la ponencia presentada en el panel sobre la visión de los países vecinos. Conferencia nacional “2002-2013. Una Nueva Política Externa” del Brasil. Universidad Nacional del ABC, Sao Bernardo do Campo, del 15 al 18 de julio de 2013.
1 Cumbre CELAC-UE
En el marco da la Cumbre de los Pueblos realizada entre los días 25, 26 y 27 de Enero de 2013, en Santiago de Chile, las organizaciones y movimientos sociales y políticos de los diferentes países de América Latina, el Caribe y la Unión Europea declaramos lo siguiente:
Hoy, somos testigos de cómo los bienes naturales, los derechos y las personas han sido mercantilizadas en las naciones y pueblos de América Latina, Europa y el Caribe, producto de la lógica capitalista, que en su vertiente neoliberal y machista, permite su instalación y profundización a través de aparatos cívicos, políticos, militares.
Las relaciones existentes entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe que priorizan los privilegios y ganancias de los inversionistas frente a los derechos de los pueblos a través de acuerdos comerciales y acuerdos bilaterales de inversiones, profundizan este modelo que perjudica a los pueblos de ambas regiones.
Es así, que estos Estados mercantilistas, las transnacionales y las corporaciones continúan siendo administradores y profundizadores de la pobreza y la desigualdad social en el mundo, amparados por un tipo de democracia representativa, de mano de la elite, que se aleja de los intereses de las grandes mayorías de nuestro pueblo.
Esta hegemonía del capital financiero se manifiesta entre otros en la privatización y mercantilización de los servicios públicos, el desmantelamiento del Estado de bienestar, la precarización del trabajo, el extractivismo, la usurpación, la destrucción y mercantilización de los bienes naturales y sociales propios del pueblo y el desplazamiento forzoso de los pueblos originarios, provocando las crisis alimentarias, energéticas, climáticas.
En la Unión Europea la crisis capitalista ha significado un verdadero golpe de estado financiero que ha impuesto políticas de austeridad en contra de los derechos de los pueblos, de los derechos laborales, ambientales, etc. La troika europea (FMI, BCE, Comisión Europea) obliga los estados a endeudarse para salvar los bancos para que seamos los pueblos los que paguen la crisis provocada por ellos mismo.
Al mismo, es necesario visibilizar la creciente opresión y discriminación hacia las mujeres en América Latina, el Caribe y Europa.
No obstante, a este panorama que parece adverso, reconocemos procesos históricos y recientes a partir de las luchas de nuestros pueblos en el mundo, que han logrado tensionar y agrietar las actuales lógicas y nos dan la esperanza de que otro mundo es posible.
De este modo, surge la necesidad de construir las bases para un nuevo modelo de sociedad que transforme las actuales lógicas y coordenadas políticas, económicas, sociales y culturales en todas nuestras naciones y pueblos de ambos lados del continente las luchas de los diferentes actores y organizaciones del campo popular.
Para alcanzar estos objetivos proponemos que:
Los derechos y bienes naturales arrebatados a nuestro pueblo deben ser recuperados, por medio de la nacionalización, la comunitarización de los bienes y servicios y los medios de producción y el reconocimiento constitucional de la naturaleza como sujeto de derecho. Esto implica pasar de ser resistencia y movimientos reivindicativos a una alternativa que contenga una propuesta política-social integral de país.
Promover el paradigma del buen vivir basado en equilibrio del ser humano con la naturaleza y el medio ambiente y los derechos de la tierra, al servicio de los pueblos, con una economía plural y solidaria.
Democracia directa, participativa y popular y su concretización desde las bases sociales. Para ello, es necesario la integración de actores sociales y políticos del mundo, valorando prácticas territoriales y haciendo el dialogo entre las instancias locales y globales.
Promover la integración en la participación política de los niños y niñas y las juventudes, desde un enfoque de género. Respeto a la libre determinación de los pueblos originarios del mundo, entendiéndolos como pueblos hermanos no sometidos a la territorialidad impuesta por la colonización. Esto, sumando a la promoción de la soberanía alimentaria en perspectiva de una autotomía territorial que a los pueblos y comunidades decidir qué y cómo producirlo.
En cuanto al avance de la represión y la criminalización de la protesta, movimientos sociales y populares, debemos articularnos de tal manera de generar la fuerza necesaria para frenar el avance de leyes antiterroristas y la inserción en las comunidades indígenas de nuestros pueblos, como a su vez la militarización imperialista que ha instalado bases militares en América Latina, Europa y el Caribe.
Sensibilizar, agitar y promover luchas contra las transnacionales, mediante campaña de denuncias y boicot en todos los niveles.
Posicionar el feminismo con un proyecto político antipatriarcal y anticapitalista. Reconocer y promover los derechos de los migrantes y los derechos de los pueblos de libre tránsito entre las naciones.
Plena solidaridad con el pueblo Palestino y todos aquellos pueblos y naciones oprimidos por el poder colonizador y el imperialismo, así como el repudio a las intervenciones cívicos-militares en Honduras, Haití y Paraguay. Apoyamos los procesos de paz, con la participación de los actores sociales y políticos en Colombia. Solidaridad con el pueblo cubano en contra del bloqueo, con Argentina en el proceso de recuperación de las Malvinas, con Bolivia y su demanda por salida al mar, con el pueblo Venezolano en el proceso Bolivariano y con los movimientos sociales en Grecia y España. En el caso de Chile, solidaridad con el movimiento estudiantil en defensa de la educación pública, gratuita y con el pueblo-nación mapuche contra la represión realizada de parte del Estado.
Acompañando la lucha por la soberanía de nuestros territorios en América Latina, es necesario luchar por el respeto de la soberanía de nuestro cuerpo como territorio propio de las mujeres.
Entendemos que la superación de la precarización laboral a la que se ven expuestos las mayorías de trabajadores en América Latina y el mundo, pasa por un cambio estructural que altere las relaciones de propiedad y producción de bienes y servicios valorando la labor esencial que desempeñan los trabajadores y trabajadoras como sustento sobre el cual se construye toda sociedad.
De manera transversal, debemos avanzar en la construcción de plataformas de lucha comunicacional que no sólo permitan develar y difundir las demandas y alternativas de nuestros pueblos frente al modelo hegemónico, sino también como forma de explicar las verdaderas causas de los problemas que hoy nos aquejan.
Debemos ser capaces de construir demandas unitarias que aglutinen a todos los actores sociales y pueblos en disputa y que a su vez nos permitan trazar un horizonte estratégico hacia el cual avanzar, articulando y organizando la unidad entre el movimiento sindical, social y político en América Latina, el Caribe y Europa. Esto debiera traducirse en una hoja de ruta de trabajo y de movilizaciones para el presente periodo, pero con perspectivas a largo plazo.
Al mismo tiempo, fortalecer la organización social y popular en cada sector de inserción, potenciando la amplificación de nuestras demandas a las grandes mayorías por medio de la politización y la movilización.
No podemos dividir más las instancias organizativas en las que estamos, conducir hacia un proyecto en la diversidad es el mayor desafío que se nos presenta para la generación de una alternativa real de poder popular. Romper con los sectarismos que fragmentan, dividen e impiden la construcción de unidad del campo popular, es una tarea urgente.
Frente al poder del bloque dominante sólo la unidad y la solidaridad entre nuestros pueblos nos darán la fuerza necesaria para alcanzar nuestros más alto objetivos y vencer.
Santiago de Chile, Enero 2013
La jornada K en Nuevo Alberdi sacó por unos días al barrio de la crónica policial
Pintaron murales y frentes, limpiaron zanjas, renovaron una cancha de fútbol, equiparon una plaza, cortaron yuyos, pusieron luces en las calles y armaron un festival a pura cumbia, murgas y batucada.
Fiesta. Los chicos en las calles de Nuevo Alberdi bailaron al ritmo de murga.
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Por Laura Vilche / La Capital
Somoza y Luzuriaga, Nuevo Alberdi. Casas sencillas, cunetas, un gran altar del Gauchito Gil, poca luz y carteles escritos a mano que ofrecen desde parches para motos y bicicletas, hasta reparación de celulares y una mampara de baño. En esa cuadra, hasta el 10 de enero pasado existía un bunker de drogas y se vivió una balacera que hirió a tres jóvenes. Pensar que allí, o en cualquier barrio, pueden cambiar los problemas estructurales en apenas dos semanas, es cuanto menos ingenuo. Pero ayer, en Somoza y Luzuriaga y en varias cuadras del vecindario, hubo otro clima. Al menos, este fin de semana el barrio dejó de ser noticia en la crónica policial.
Unos 300 militantes kirchneristas del Movimiento Evita pintaron murales y frentes, limpiaron zanjas, renovaron una cancha de fútbol, equiparon una plaza, cortaron los yuyos, pusieron luces en las calles y armaron un festival a pura cumbia, murgas y batucada.
Hasta las fotos y los titulares sobre ese barrio cambiaron en La Capital en apenas dos semanas. El domingo 13, este diario publicaba que en esas calles los narcos habían amenazado a mano armada a un vecino a quien le habían baleado a dos de sus hijos. Hoy no hace falta enfatizar que la nota es muy distinta. Es que ayer, y “al menos por un día”, como dijeron varios vecinos aún descreídos de la movida, mucho había cambiado. El color, los sonidos, el movimiento en la calles y hasta la cara de quienes viven en ese rincón de la zona noroeste de la ciudad no se tiñó de miedos ni silencios.
“Es la primera vez que se ve algo así en esta parte del barrio. Estar afuera mateando tranquilos es lo distinto. Antes del día de los balazos, esto era la muerte”, aseguró Juan Carlos Quintana, sentado en puerta de su casa ubicada a pocos metros del pasillo donde existía el bunker de “La Gorda Liliana”, derribado por los propios vecinos hace dos semanas.
La jornada fue parte de una serie de actividades organizada por el Movimiento Evita de Rosario y a la que se plegaron militantes de otros lugares de la provincia e integrantes de cooperativas del Gran Buenos Aires. Todo comenzó el jueves, con una marcha que de desplegó hasta la sede de la Gobernación bajo el lema “Ni un pibe menos”. Y continuó por dos días en el barrio, con la “Jornada Solidaria Néstor Kirchner”.
Otra impronta. Difícil fue llegar al barrio y no darse cuenta de que algo pasaba. El insoportable calor de enero suele vaciar las calles de Nuevo Alberdi, pero ayer estaban llenas: por todos lados se veían remeras azules con la inscripción “En las calles, en los barrios, construyendo poder del pueblo”.
Quienes las vestían tenían una brocha en la mano, una bordeadora, o entraba a un domicilio o un negocio a pedir agua caliente para el mate y preguntaba: “¿Quiere que le pintemos el frente?
Y a ese interrogante contestó con un “sí” Nancy Santillán, de Gascón 2672.
“Hace once años que vivo acá. Mi marido hace changas y yo abrí este local hace un año para subsistir. No tenía nombre. Los muchachos ofrecieron pintarlo y me preguntaron si no quería ponerle Nancy, como me llamo yo. Y ahí quedó: lindo, y hasta unas flores dibujaron. Es bueno sentir que alguien viene y hace algo por los que vivimos acá, en una zona que todos tildan como roja”, comentó la mujer.
Cerca de allí, en Bouchard 3075, vive la familia de Dominga, a quien el frente de su casa también le quedó blanqueado a látex. “¿Quedó lindo, no?, preguntó la mujer, que hace 40 años llegó al barrio desde Corrientes. Ella sabe que eso no le sacará el temor que no la deja dormir por las noches hasta que sabe que su hijo llega de trabajar, que eso no evitará que nenes de apenas 12 años paren los colectivos en la ruta 34 y Sánchez Granel y los roben o que otros adolescentes se droguen a la vista de todos. “Pero el tapial quedó lindo”, destacó una y otra vez.
A pocas cuadras, en la manzana limitada por Somoza, Bouchard, Pérez y Alvarez, la postal del terreno descuidado había mutado en fiesta. Con camisetas de Boca, River, de la selección argentina, del Barça o de los cuadros de Rosario, lo mismo daba. Los que jugaban el picadito en la cancha con el césped recién cortado estrenaban arcos pintados poco antes. Y los más chicos se colgaban y hamacaban en juegos de plaza que, como los autos a estrenar, aún tenían el nylon en los caños.
Sobre Bouchard se apostó un camión sanitario del movimiento que hacía control bucal y sobre Alvarez se estacionó otro camión, pero con unos 30 integrantes de la batucada Sin Galera, del barrio San Francisquito. El grupo bajó sus plumas y trajes brillantes y se preparó para ofrecer un show en el festival de cierre de la jornada, donde el plato fuerte fue el grupo de cumbia Los Charros.
A su vez, en la calle de la balacera había más movimiento que un sábado en la peatonal Córdoba. Tres vecinos, Javier, Damián y Marcelo, subidos a una escalera, colocaban una luz en la calle, mientras otros pintaban el salón de ventas de una vecina y varios más cocinaban milanesas y se vestían para el festival en el Centro Comunitario Buenos Vecinos, recién pintado y con aires a color de un jardín de infantes.
“Estos días estamos tranquilos. Hay más color, no se sienten tiros ni se ve gente por el barrio que viene en autos caros a comprar droga. Ojalá dure”, deseó una vecina.
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